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que solo contaba tres meses de edad,
dijo en voz alta é inteligible : Álsat,
Joan Garí; Deu t' A« perdonat tos pe
cats I
Estupefactos quedaron el conde y sus
magnates al oir hablar al nino, y que
en su consecuencia tomaba actitud hu
mana el que hablan juzgado fiera y tra
tado como á tal. Garin humillado cuen
ta sus miserias é implora clemencia ; y
el conde perdona á quien Dios habla
perdonado.
Pero exige del que fué delincuente,
le diga en donde yace la víctima. Garin
accede, y vienen... Allá al pié del Por
tal bizantino en la plaza del Monasterio,
caban , y... ! gran Dios ! Riquildis que
estaba dormida en los brazos de la Vir
gen Maria desde el momento en que el
agresor la creyó difunta, dispertó á los
golpes del azadon , y pasmada al ver á
su padre y á su agresor : «!Perdon, ex
clama, padre mio , perdon !! olvida las
debilidades de Garin.»
Banado en lágrimas el conde por el
doble gozo de haber hallado viva á su
hija, y abrasada en el divino amor :