LA POBLACIÓN INMIGRANTE EN CASTILLA Y LEÓN - Consejo ...
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1. 4. La migración exterior<br />
En la demografía regional, la emigración ha sido un factor dominante en cuanto<br />
que ha tenido una fuerte incidencia en la última etapa de la transición demográfica de<br />
Castilla y León a través de la caída de las tasas de natalidad y en la misma estructura<br />
demográfica, pues se puede advertir que una migración neta negativa (con saldos<br />
anuales en pasadas décadas de más del 2 por ciento que vaciaron buena parte de la<br />
región de posibles madres) ha conducido años después a la baja natalidad y al<br />
envejecimiento. En efecto, los tres primeros cuartos del siglo XX estuvieron<br />
caracterizados por movimientos migratorios que afectaron a importantes contingentes<br />
de población, calculados en una cifra considerable de 457.000 salidas de personas con<br />
destino a América (Argentina en especial) hasta 1960 y desde 1960 a 1975 a Europa<br />
(Suiza, Alemania y Francia) y cuyos efectos contribuyen a explicar en buena medida la<br />
actual situación sociodemográfica de la región y su estructura poblacional en particular.<br />
Sin embargo, hacia 1975 asistimos a un notable cambio en la dinámica<br />
migratoria, condicionada ahora por la paulatina disminución del potencial migratorio<br />
(ya quedan pocos efectivos en las áreas rurales para emigrar, si bien el saldo de las<br />
migraciones interiores continua siendo negativo), hasta llegar a desaparecer<br />
prácticamente la emigración exterior, que había sido oficialmente unos 136.000 entre<br />
1961 y 1975 con destino a Europa y en su mayoría procedente de las tres provincias<br />
occidentales (Salamanca, León y Zamora, en este orden) que en este sentido han estado<br />
más cercanas a los rasgos de una fuerte emigración tradicional de las regiones vecinas<br />
gallega y asturiana. Se impone por entonces la realidad de la coyuntura europea, por un<br />
lado –periodo de recesión del empleo que atraviesan los países de destino- y de los<br />
complejos cambios socioeconómicos habidos en España, por otro –convivencia de una<br />
importante bolsa de trabajadores desempleados y de una actitud poco favorable a los<br />
desplazamientos al exterior.<br />
El aumento del número de residentes extranjeros siguió a lo largo del último<br />
cuarto del siglo XX unas tendencias semejantes a las del conjunto nacional, pero<br />
partiendo de niveles relativos claramente inferiores. Hasta la primera mitad de los años<br />
ochenta las cifras absolutas muestran cambios mínimos, siendo a partir de 1986 cuando<br />
el crecimiento se acelera, intensificándose en la segunda mitad de los noventa. Sin<br />
embargo, es solamente durante la última década analizada, de 1991 a 2000, cuando los<br />
incrementos porcentuales en España y la región se igualan, llegando incluso la segunda<br />
a superar el promedio. Entre 1991 y 1995 el aumento del número de extranjeros<br />
residentes fue del 39% en ambos espacios, llegando en el período 1996-2000 al 74% a<br />
escala nacional y al 84% en Castilla y León, como consecuencia del proceso de<br />
regulación del 2000.<br />
Pero no hay que confundir estos datos relativos con la realidad mostrada por las<br />
cifras absolutas, las cuales reflejan la mínima cuantía del fenómeno inmigratorio. A<br />
finales de los años setenta residían en Castilla y León unos cuatro mil extranjeros y ya<br />
comenzada la década de los noventa, apenas se sobrepasaban los diez mil, es decir, un<br />
0,4% de la población total, cuando en España eran el 1%. Este porcentaje solamente se<br />
logró alcanzar en la región en el año 2000 y para entonces en conjunto de la población<br />
nacional el peso relativo de los residentes extranjeros era ya superior al 2%.