Heroes del Minimomundo_Manuel Jose Sierra Hernandez

- Bien,- continuó la Jefa de Estudios- gracias, Will. Pero creo que no era necesario. A
continuación presentaré a cada uno de los profesores que os asistirán en esta aventura lectiva.- La
mujer fue pronunciando nombres. Conforme lo hacía, una persona de la mesa de detrás se levantaba y
hacia una reverencia al alumnado. Cuando se acabaron los nombres todos en la sala aplaudieron.- Una
vez presentado al profesorado le cedo la palabra al Sudirector de la Academia Blixen, William
Frampton.
A Oliver le sonaba aquel nombre, ¿de qué? Ah, claro, uno de los sintonizadores que crearon el
Mínimomundo.
- Muchas gracias- bebió un vaso de agua y prosiguió-. Escuchadme y hacedlo bien por que lo
que voy a decir no lo voy a repetir. Gong Ziyi puede hablar de la sabiduría, puede hablar de la
aventura lectiva y de todos esos asuntos y zarandajas, pero si estáis aquí es sólo por una razón: el
mundo allá fuera necesita de vosotros, necesita de personas que sintonicen con la nanomateria, y que
sean respetuosos con los valores de la sociedad que queremos conformar. Sed buenos y lograréis
volver, con vuestras familias, a ver de nuevo la luz del sol. Cometed una falta y nunca regresaréis.
>> Estos son los siete preceptos que habréis de cumplir si queréis volver:
>> Primer precepto: habréis de pasar con éxito los veintiocho cursos en los que se divide la
enseñanza en la Academia Blixen. Como sabéis, cada curso presenta una duración de tres meses.
>> Segundo precepto: no pasará ningún día en el que durante el horario nocturno os encontréis
fuera de los dormitorios que os han sido asignados. Para vuestra información, el horario nocturno es
aquel comprendido entre las cero horas de la madrugada y las seis y media de la mañana. Una
excepción a este precepto son las “cenas de reunión”.
>> Tercer precepto: tendréis que elegir un día del año y no pasará una ocasión en la que no
celebréis con alguien del exterior la denominada “cena de reunión” dicho día, ya sean parientes o
simplemente amigos.
>> Cuarto precepto: no detentaréis ninguna de las diez profesiones.
>> Quinto precepto: vuestro cuerpo no debe sufrir una nanotransformación completa.
>> Sexto precepto: no cultivaréis plantas ni tendréis animales de compañía.
>> Y séptimo precepto: no mataréis a ningún ser, ni persona ni criatura, que habite en este
universo.
Oliver había escuchado atentamente todos los preceptos, pero no comprendió en lo referente al
cuarto y al quinto. Había traído el libro de preguntas y respuestas, y ya iba a introducir aquellas dudas
cuando el subdirector dijo algo que le interesaba:
- Por último, para terminar con mi intervención, os presentaré a los estudiantes que habiendo
cumplido todos los preceptos ahora regresarán a sus hogares.- Fue nombrándolos uno a uno, y
conforme lo hacía estos fueron apareciendo por la parte izquierda del escenario, caminaron hasta el
estrado del Sudirector que les otorgó un diploma, y se marcharon por la parte derecha.
- Setenta y cuatro,- señaló Sandra que se encontraba a la izquierda de Oliver.
- ¿Cómo?
- Sólo volverán setenta y cuatro, y aquí estamos dos mil quinientos. ¿Qué ha sucedido con el
resto?
Oliver no lo sabía, tampoco Saskia que se limitó a asentir a su derecha. William Frampton
continuó hablando en el escenario:
- Si así lo deseáis, podéis ir a despedirles, saldrán esta tarde a las cinco de la estación. Ya
sabéis donde se encuentra. Le devuelvo la palabra a la Jefa de Estudios.
- Gracias, Will. A continuación, nuestro querido Director, Alonso Quesada, pronunciará unas
palabras como bienvenida.- La Jefa de Estudios miró a la parte derecha del escenario como esperando
que apareciera alguien.- En fin, parece que se retrasa.- Todos miraron a la parte derecha del escenario,
pasaron cinco minutos y nada.
Entonces, la Jefa de Estudios bajó de su estrado, alzó los brazos hacia arriba y ante la vista de
todo el mundo en el escenario apareció la figura de un gigante de diez metros de alto. Todos gritaron,
en el patio de butacas algunos corrieron hacia las salidas. Pero el gigante fue más rápido, dio un salto y
agarró a una chica. La alzó y la miró como si fuera un pequeño ratón que acabara de capturar. La
pobre cerró los ojos aterrorizada. En ese momento, por la parte derecha del escenario apareció un
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