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Heroes del Minimomundo_Manuel Jose Sierra Hernandez

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odear a Oliver, le habían tapado hasta los ojos. Y entonces se le ocurrió, y trató de imaginar. Un<br />

tornado, un fuerte viento que arrastrara a los millones de pequeñas criaturas. Y tal como lo imaginó la<br />

fuerza de su visión lo creó. Primero liberó la pesa, después a sí mismo. El tornado continuó a lo largo<br />

<strong>del</strong> campo de juego hasta que alcanzó el círculo <strong>del</strong> contrincante, y sí, era lo suficientemente fuerte<br />

como para arrastrar la pesa. Pero mientras lo hacía, en su círculo las hormigas ya se habían rehecho.<br />

Otra vez habían perdido.<br />

- ¿Qué es lo que ha sucedido? Que habéis estado a punto de ganar por poco. Pero al final con<br />

las prisas lo habéis echado todo a perder. De todas maneras, bien hecho, os felicito. Mañana no<br />

vendré. Os dejo para que penséis la estrategia para el jueves.<br />

Y ya se iba a marchar cuando Oliver le interrumpió.<br />

- ¿Y no nos vas a decir tu nombre?<br />

- Ah, sí. Es cierto. Podéis llamarme “Contrabandista”, o en su defecto, Pablo.<br />

El jueves, como ya era habitual, el ritual antes <strong>del</strong> partido comenzó desde la sala común de la<br />

Residencia Bach. Desde la primera vez al acompañamiento se le había sumado una trompeta y un<br />

violín, de tal modo que el pasacalles se parecía cada vez más a una orquesta.<br />

Junto a la cancha hacía rato que “Los señores <strong>del</strong> acero” esperaban, y cuando estos pasaron<br />

dentro y vieron el campo de juego, se echaron a reír. Los muebles yacían desperdigados por doquier,<br />

dándole un aspecto descuidado como si aquellos “energúmenos” en palabras de la vikinga Krüss no<br />

hubieran sido capaces de trasladarlos a otro sitio.<br />

El partido comenzó y tal como hicieron “Los gatos cariñosos” una semana y media antes, “Los<br />

señores <strong>del</strong> acero” intentaron amedrentarlos a base de lanzarles bolas de fuego y dardos de hielo.<br />

Sandra desvió un dardo de hielo que se clavó en la pared, y el niño hiperactivo fue derribado por una<br />

bola de fuego. Pero entonces la estrategia que pensaron el día anterior comenzó a funcionar. Muchos<br />

de los muebles habían sido modificados y cuando alguien <strong>del</strong> equipo contrario pasaba junto a ellos<br />

estos se convertían en trampas. Un sofá se cerró sobre el capitán, una silla sin cojín atrapó a un chico<br />

que avanzaba rápido hacia la pesa,… Al final sólo quedó la vikinga Krüss, y los meses de martirio que<br />

ésta les había causado se convirtieron en una dulce venganza. Poco a poco fueron sepultándola bajo<br />

una montaña de muebles. Pero al hacer esto de repente vieron como Mary Krüss se convirtió en un<br />

oso. Los componentes de “Proyecto Willyman” se quedaron aterrorizados mientras el oso surgió de<br />

entre los muebles como si estos fueran un montículo de arena.<br />

- ¿Qué hacemos?- Preguntó Sandra.<br />

Oliver trató de pensar.<br />

- Retenedla.<br />

- ¿Cómo?<br />

- Con fuego, quemad los muebles.<br />

Todos obedecieron, mientras Oliver se dirigió al círculo contrario. Él sólo no podía mover la<br />

pesa, no tenía suficiente fuerza. Pero cerca había un grupo de muebles viejos. Pensó: “la imaginación<br />

es la medida <strong>del</strong> poder”, y recordó aquel muñeco hecho de colillas de cigarrillos que le hizo a su padre<br />

adoptivo. De dos sillones hizo las patas, de un armario el cuerpo, y de dos sillas los brazos. El<br />

engendro se movió hasta el círculo, y poco a poco fue desplazando la pesa hasta que ésta estuvo fuera.<br />

Miró al otro lado <strong>del</strong> campo, sus compañeros habían rodeado a la osa Krüss con fuego de tal modo que<br />

ésta no se pudo acercar a la pesa. Habían ganado.<br />

Cuando se supo, en los pasillos, en el exterior, en todas las residencias, se sucedieron<br />

manifestaciones de júbilo. Nadie lo podía creer, unos alumnos <strong>del</strong> segundo trimestre habían ganado a<br />

otros de quinto y sexto año. Y, sobre todo, le habían dado una lección a la arpía de la Krüss. La noticia<br />

era alegre, pero para los que habían logrado la hazaña enseguida se convirtió en un hecho triste cuando<br />

Midori vino con una nota que había dejado Alan sobre la cama de Oliver: éste había abandonado la<br />

Academia.<br />

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