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Heroes del Minimomundo_Manuel Jose Sierra Hernandez

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- Alguien me han comentado- explicó Sandra- que éste que entra ya es su penúltimo trimestre<br />

en la Academia. Así que no temáis, chicos. En marzo nos libraremos de ella.<br />

- Pero mientras tanto nos pondrá las cosas difíciles.- Dijo Oliver, y todos asintieron.<br />

En cualquier caso, aquel instante era aquel instante y sabían que si habían hecho a la vikinga<br />

Krüss que se desplazara, ésta podía estar más que cabreada, por ello decidieron no ir a la Residencia<br />

Bach de momento. Saskia propuso ir a la sala común de la suya hasta que el temporal pasase y todos<br />

aceptaron. Normalmente, los dormitorios de los alumnos de los tres primeros cursos se encontraban en<br />

la planta baja, y conforme pasaba el tiempo iban ascendiendo hacia las plantas superiores. Así mismo,<br />

aquellos que vivían en los pisos superiores no permitían que el resto subiera hasta allí, colocaban<br />

trampas, o incluso los echaban a puntapiés. Los de la primera planta, por ejemplo, harto de que el niño<br />

hiperactivo se les colase, en una ocasión lo colgaron de una de las ventanas con un cartel que ponía.<br />

“Enemigo público número uno”. Todos se rieron, y durante un tiempo pareció que el argentino fuera a<br />

cambiar de mote. Sin embargo, no por ello éste dejó de hacer de las suyas.<br />

En cualquier caso, por eso mismo, las salas comunes siempre se hallaban en la planta baja.<br />

Cuando llegaron a la de Debussy se encontraba vacía. Ocho mesas redondas con cuatro sillas cada<br />

una, una pizarra, una mesa de ping pong y una estantería repleta de juegos.<br />

- Echo de memenos la televisión.- Dijo Alan, que de tanto aburrirse se había convertido en un<br />

experto en el parchís y en el tres en raya.<br />

- Ay, por favor. Si estudiaras más no dirías eso.- Replicó Midori. Alan extendió el dedo para<br />

que el brazo de la chica pareciera la piel de un lagarto, pero la japonesa fue más rápida y en un plis<br />

plas le pintó unas gafas.- Ahora parece que incluso pienses.<br />

Alan fue a por ella y la persiguió por entre las mesas mientras Midori no dejaba de correr y de<br />

reírse como una loca.<br />

- Oye, parad de una vez.- Dijo Saskia.- Pareciera que tuvierais once años.<br />

- Tienen once años.- Contestó Sandra.<br />

- ¿Y tú por qué no paras de meterte conmigo?<br />

- ¿Y tú por qué no dejas de perseguirnos todo el día?<br />

Alan y Midori por un lado, Saskia y Sandra por el otro. Sólo quedaba que Oliver se enfadara<br />

con Rafael, pero el niño hiperactivo había desaparecido. Pronto el francés supo dónde estaba, éste<br />

había intentado colarse en las plantas superiores, y vio por la ventana que un grupo de alumnos de<br />

cuarto y quinto curso de la Debussy le estaban persiguiendo fuera.<br />

“Menudo desastre”, pensó el francés “¿Y nosotros somos los que queríamos organizar un<br />

equipo?”<br />

- Ejem, hola- dijeron un chico y una chica que acababan de entrar en la sala. Por sus uniformes<br />

rosa pálido venían de la Tchaikovsky.- ¿Venimos en mal momento? Queríamos apuntarnos al equipo.-<br />

Al decir esto, Midori y Alan dejaron de correr, y Saskia y Sandra de discutir.<br />

- ¿Perdón? Creo que no os he entendido.- Dijo Oliver.<br />

- Queríamos apuntarnos al equipo.- Se a<strong>del</strong>antó ella- Si no lo hemos hecho antes fue porque<br />

nos daba vergüenza hacerlo <strong>del</strong>ante de tanta gente.<br />

- Sí,- continuó él- además, hemos hablado con otros que también quieren hacerlo. Os<br />

buscamos en Bach pero sólo escuchamos a algo que desde la sexta planta no hacía más que gritar. Así<br />

que se nos ocurrió hacerlo aquí.<br />

- Pues habéis acertado.- Dijo Oliver, y añadió- Bienvenidos.<br />

- ¿Por qué no seguimos la reunión?- Propuso Sandra- Ya con aquellos que quieran apuntarse.<br />

- Sí, hagámoslo.- Dijo Saskia,<br />

- Bubuscaré fuera al resto.- Se ofreció el alienígena.<br />

Media hora más tarde, en la sala común de Debussy había por lo menos quince personas. Y<br />

seguían llegando. Todos querían enterarse de qué iba aquello <strong>del</strong> “Poids”. Pronto, los posibles<br />

jugadores de este deporte superaron la cifra de siete reglamentaria, y se empezaron a redactar reglas<br />

que se realizarían turnos para participar y todo ese tipo de asuntos. Pero quedaba la pregunta clave:<br />

- ¿Cómo nos llamaremos?<br />

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