Heroes del Minimomundo_Manuel Jose Sierra Hernandez
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- Ah, ¿era hoy cuando habíamos quedado?- Dijo David al aparecer por la puerta.- Pasad,<br />
pasad.- Y añadió cuando todos entraron a una especie de gruta.- ¿Habéis traído comida?- Y al verles<br />
con las manos vacías.- No importa, ya enviaré a alguien a por ella. Sanjuanero supongo que no tendrá<br />
problemas.<br />
- ¿Y no podríamos comprar algo abajo?- Intervino Saskia y todos asintieron.<br />
- No, de ninguna manera. Si ingerís comida de aquí fuera para ellos supondrá que habéis<br />
cultivado plantas o criado animales y ya sabéis lo que eso significa.- Que jamás podrían regresar a la<br />
Tierra, el sexto precepto. De repente, todos tuvieron miedo de encontrarse allí, ¿y si estaban<br />
infringiendo un precepto por hablar con un “exterior”?<br />
- Pero, ¿cómo van a notarlo?- Insistió Saskia.<br />
- Lo hacen, siempre lo hacen. Créeme, un solo bocado, aunque falten años para vuestra<br />
graduación, y ya no tendrá sentido que sigáis en Blixen.- Tocó una pared y al momento una oquedad<br />
se abrió.- Subid a la azotea, ahora iré con vosotros.<br />
Para Midori y sus compañeros, entre once y trece años, la excursión comenzaba a asustarles.<br />
Habían subido a la azotea, en la misma recostados por doquier había tipos que los observaban hoscos,<br />
con rostros huraños e inexpresivos. Desde allí se podía ver el mundo exterior que se extendía por<br />
kilómetros y kilómetros en todas direcciones, barrios de edificios apiñados con neones de todos los<br />
colores, luces que tan solo desaparecían en el centro, donde intuían que se encontraba la Academia.<br />
Pero los sujetos seguían allí paladeándolos como el pollo a un gusano. “Vayámonos de aquí”,<br />
empezaron a sugerir Aisa y Pierre. Quien más y quien menos, a excepción de Saskia que parecía<br />
encontrarse en su ambiente, tenía miedo. De repente, uno de los tipos de la azotea se acercó, la mitad<br />
de la cara estaba cubierta de un vello espeso y anaranjado, como de zorro, y el aliento tras una sonrisa<br />
malévola apestaba a rayos. Los chicos miraban a su alrededor, la entrada a la azotea había<br />
desaparecido, estaban perdidos. Pero fue Saskia mirarle y súbitamente el tipo venirse abajo y regresar<br />
a su sitio para sorpresa de todos. En ese instante llegó David cargado con bolsas de vituallas.<br />
Almorzaron y David desde la azotea les mostró que la Academia Blixen en verdad se encontraba en un<br />
valle, y no en una llanura como creían ellos. A ambos lados <strong>del</strong> eje este-oeste, hacía las alturas se<br />
podían contemplar como puntos de luz dispuestos en las laderas de sendas cordilleras altísimas.<br />
- ¿Y que hay más allá?- preguntó Pierre, ya un poco menos asustado después de la comida.<br />
David se encogió de hombros.<br />
- ¿Quién sabe? Desiertos, abismos,… Pero en cualquier caso no un lugar al que debamos ir.-<br />
Todos se miraron, “¿por qué?”- Porque en ese caso nos congelaríamos. Recordad que estamos en<br />
medio de un universo desconocido sin soles ni estrellas. Es la nanomateria la que hace que aquí<br />
tengamos treinta grados, pero si saliéramos más allá… Eso me hace pensar en otra cuestión que<br />
seguramente ninguno os habréis planteado: si la temperatura es constante y no llueve ni nieva,<br />
entonces, ¿por qué habitamos en edificios y no bajo el cielo raso?- Y tal como había augurado ninguno<br />
se había planteado la pregunta.- Porque aun así necesitamos protegernos, necesitamos una guarida.<br />
Este mundo está repleto de personajes malvados, de enemigos, y los edificios nos sirven para<br />
resguardarnos de estos. Son nuestras guaridas, como la <strong>del</strong> pulpo o la morena en el fondo <strong>del</strong> océano.-<br />
Y dicho esto comenzó a señalarles lugares peligrosos a donde no tenían que acercarse: “Allí donde la<br />
luz azul queda la secta de los Asesinos Nu que roban y matan, en la parte donde el rojo anaranjado en<br />
el horizonte la tribu de los Hombres escorpión,…” y principalmente, en la cima de la montaña, la secta<br />
de los oradores. La de orador, les explicó David, era una de las diez profesiones <strong>del</strong> Mínimomundo,<br />
quizás la más peligrosa, quizás de todas la que tiene peor fama…<br />
Midori recapacitó sobre estas palabras. Hacía una semana David y sus compañeros les habían<br />
acusado de ir de parte de los oradores. Ahora sabía que se trataba de una secta peligrosa, y por ello<br />
quería saber por qué la habían confundido. Pero antes quedaba otra duda.<br />
- ¿Qué son las profesiones?- Inquirió la japonesa. La pregunta cogió a David de sopetón que<br />
tardó un rato en dar una respuesta.<br />
- Mmm… Es difícil de explicar así a voz de pronto… Recuerdo que el otro día Oliver me<br />
comentó que erais bastante aficionados al Poids...- Éste asintió.- Tal como me dijisteis, Contrabandista<br />
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