Ejemplar nº 14 - Museo Escolar de Pusol
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El Setiet<br />
En memoria<br />
<strong>de</strong> Tomás García Sempere<br />
Juan Antón García<br />
Profesor <strong>de</strong> Educación Física y Deporte<br />
Universidad <strong>de</strong> Granada<br />
C E N TR O D E C U LTU R A TR A D IC IO N A L<br />
Las mariposas no volaron aquel día, ni los insectos salieron <strong>de</strong> sus escondrijos,<br />
y la roja flor <strong>de</strong>l hibiscus no se abrió al amanecer. Las golondrinas<br />
olvidaron el vuelo alto y libre <strong>de</strong> sus piruetas en el tapiz <strong>de</strong>l cielo<br />
y negó su canto al aire el ruiseñor. En bandadas silenciosas que reivindicaban<br />
el cariño y el amor perdidos, dibujaban las gaviotas reidoras un horizonte <strong>de</strong><br />
blancas estelas doloridas que el viento acariciaba y sostenía, y en la calurosa<br />
noche <strong>de</strong>l estío escondieron sus fragancias el jazmín y la madreselva, y tampoco<br />
la lechuza parecía querer ulular. Era el <strong>14</strong> <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 2002, y el tío Tomás<br />
los había abandonado.<br />
Cada mañana que Tomás había abierto los ojos al mundo había sido para<br />
la naturaleza entera como una celebración, pero aquel día el <strong>de</strong>stino le jugó una<br />
mala pasada. Porque las plantas, los animales todos, mantenían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejanos<br />
tiempos una conversación fraterna con Tomás, y sabían <strong>de</strong> su buen humor, <strong>de</strong><br />
su afecto y <strong>de</strong> su amorosa querencia hacia la vida, la misma que en ese instante<br />
quedaba <strong>de</strong>tenida y les hacía sumarse, junto a los humanos, al duelo que había<br />
oscurecido bruscamente la radiante luz <strong>de</strong> un mediodía.<br />
Aquellos que tuvimos la fortuna <strong>de</strong> conocer a Tomás siempre supimos<br />
también que sus actos eran la expresión <strong>de</strong> la entrega y la generosidad a los<br />
<strong>de</strong>más. Una generosidad y una entrega que en él eran consustanciales a su<br />
personalidad y que practicaba —me atrevería a <strong>de</strong>cir— casi por satisfacción<br />
propia. Y sus sobrinos —para quienes él era el tío por excelencia y nosotros<br />
mucho más que sus sobrinos— vimos acrecentada nuestra fortuna al recibir<br />
las hermosas enseñanzas que él nos transmitía —sin preten<strong>de</strong>r ser profesor <strong>de</strong><br />
nada— aprovechando la menor circunstancia, anécdota o <strong>de</strong>talle, y el punto<br />
<strong>de</strong> inflexión <strong>de</strong> sus palabras era completado in<strong>de</strong>fectiblemente con los mati-