El Avisador Malagueño REVISTA HISTÓRICO-CULTURAL ONLINE

LEYENDAS
EL ENSOLADO DE ORO
DE LA IGLESIA DE
MACHARAVIAYA
Son poco más de siete kilómetros cuadrados de extensión,
pero los suficientes para que antaño se conociera al pueblo de
Macharaviaya como el “pequeño Madrid”. Este calificativo con
que se le empezó a conocer a finales del siglo XVIII, vino dado
por el periodo de esplendor que vivió este pequeño pueblo
axárquico gracias a la ilustre familia de los Gálvez, y en especial
a don José de Gálvez.
Providencial fue, como punto de partida de la bonanza que
le tocaría vivir el pueblo, la visita que hizo a Macharaviaya el
obispo de la diócesis, don Diego González Toro y Villalobos, y
el consecuente encuentro con un niño que le sorprendió sobremanera.
El historiador Francisco Guillén Robles describe lo
acontecido en su obra “Historia de Málaga y su provincia”:
“En una de las frecuentes visitas pastorales, que el obispo
de Málaga don Diego González Toro, hacía a su diócesis,
hallábase confirmando en la pequeña iglesia de Macharaviaya
cuando le llamaron la atención las agudas frases y
notables muestras de talento que daba un acólito de la parroquia.
Llamábase aquel muchacho José Gálvez Gallardo,
y había nacido en Macharaviaya el 7 de enero de 1720, de
padres que se encontraban en la más absoluta indigencia.
Despertada la atención del obispo se propuso sacar al niño
Gálvez del miserable estado que le esperaba, presintiendo
que había de alcanzar un porvenir brillantísimo...”
Sin duda, el señor obispo tenía buena intuición, este niño,
descendiente de antigua hidalguía, se convertiría en uno de los
hombres más influyentes e importantes de la política española
El autor de este artículo junto al sarcófago donde reposan los restos
de don José de Gálvez en el panteón familiar debajo de la iglesia.
Salvador Valverde Gálvez
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