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El Avisador Malagueño REVISTA HISTÓRICO-CULTURAL ONLINE

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DESDE L A OSER A<br />

LOS FESTEJOS DEL<br />

PERCHEL<br />

<strong>El</strong> Perchel, histórico barrio malagueño de ya inexistentes<br />

charranes, barateros y “guapos”, arrabal de larga lista de chulos<br />

y matones con muchos hechos delictivos a las espaldas, los<br />

que posiblemente fuesen aumentados por la fama del lugar<br />

y el decir pregonado en coplas o melódicos poemas, como el<br />

que da comienzo a este escrito. <strong>El</strong> transcurrir de los años les<br />

haría desaparecer como el humo en el tiempo, dando paso a<br />

trabajadores, artesanos e industriales, muy difíciles de hallar<br />

igualmente en la actualidad, aunque por diferentes motivos.<br />

Este bravío arrabal guardó durante mucho tiempo el aspecto<br />

morisco, con calles angostas y empedradas con cantos rodados<br />

de todos los tamaños, levantándose a sus laterales inmuebles,<br />

que salvo algunas excepciones de tres plantas, el resto, casi todos<br />

fueron de dos, estimándose esta uniformidad como típicas<br />

edificaciones de la segunda mitad del siglo XVIII y todo el XIX,<br />

cuyo recuerdo lentamente se va diluyendo, al ir quedando de<br />

sus orígenes cada vez menos vestigios.<br />

Muchos fueron los percheleros que dieron gloria a Málaga<br />

con su arte, como por ejemplo el excelente escritor Arturo Reyes,<br />

nacido en una humilde casa de la calle del Rosal, el gran pintor<br />

José Moreno Carbonero, que lo hizo en un viejo caserón de dos<br />

pisos, llamado “Casa de los Pájaros”, o el matador de toros Francisco<br />

Madrid, que vino al mundo en una casa de calle Eslava.<br />

Algunas de las casas, de pequeñas y húmedas habitaciones,<br />

tuvieron el misterio que les ofrecía el estar habitadas por echadoras<br />

de cartas, que siempre daban algunas buenas noticias;<br />

hechiceras, a las que se acudía para la preparación de filtros<br />

amorosos y para el mal de ojo, y espiritistas que daban consuelo<br />

a familias y amigos al contactar con los espíritus de los<br />

desaparecidos.<br />

S’arremató la partía,<br />

de los majos del Perchel…<br />

A aquel que la culpa tenga,<br />

tan mala suerte le den<br />

que muera sin confesión<br />

pa que se junda en la tierra<br />

con su malina intención.<br />

“<strong>El</strong>egía de los Majos”,<br />

de Enrique López Alarcón.<br />

J. A. Barberá Fernández<br />

E L A V I S A D O R M A L A G U E Ñ O | 9

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