El Avisador Malagueño REVISTA HISTÓRICO-CULTURAL ONLINE
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3 4 | E L A V I S A D O R M A L A G U E Ñ O<br />
de la mano del monarca Carlos III, sin olvidar a sus hermanos<br />
Matías, Miguel, Antonio y su sobrino Bernardo (hijo de Matías),<br />
que ocuparon cargos importantes en la corte madrileña. De todos<br />
ellos el que más destacó fue don José de Gálvez que después<br />
de alcanzar el título de doctor en leyes en Alcalá, fue nombrado<br />
como secretario del Marqués de Grimaldo. Posteriormente su<br />
carrera sube como la espuma, Carlos III lo nombra como su<br />
Consejero de Indias, director de los asuntos de América, en<br />
España le concedió el título de Marqués de la Sonora y de Caballero<br />
Gran Cruz de la Orden de Carlos III, ocupa el cargo de<br />
Ministro Universal de Indias y Regidor perpetuo de Málaga.<br />
A pesar de lo relevante que fueron los Gálvez en la política<br />
española, no se olvidaron de su pueblo natal, dotándolo de una<br />
serie de medidas y construcciones que transformó completamente<br />
el pueblo, destacando la realización de la Real Fábrica<br />
de Naipes y su producción con destino americano, la creación<br />
del Banco Agrícola de San Carlos que fue conocido popularmente<br />
como “el del tres por ciento”, el empedrado de las calles<br />
que actualmente se sigue conservando, la realización de fuentes<br />
públicas abasteciendo de agua al pueblo, se construye la<br />
escuela para que los niños y niñas disfruten de una educación<br />
elemental, crean un circuito viario, un lavadero cubierto, una<br />
carnicería etc.<br />
Pero de todas las medidas que realizan en Macharaviaya,<br />
cabe destacar la reedificación de la iglesia de San Jacinto en<br />
1785, de la que se cuentan algunas leyendas e historias curiosas,<br />
como la del ensolado de monedas.<br />
Cuenta la leyenda que una de las medidas que quiso adoptar<br />
don José de Gálvez para dejar constancia de la grandeza y<br />
buena posición de la familia, era cubrir el suelo de la iglesia<br />
con monedas, al parecer, de oro. Para tal empeño, nuestro protagonista<br />
solicitó la aprobación del monarca Carlos III, ya que<br />
buena parte de los fondos venían dados de una parte de las<br />
ganancias de la Real Fábrica de Naipes instalada en la villa. La<br />
contestación del Rey fue de negativa, y no por el desembolso<br />
para tal empeño, sino por la simbología que tendría tal medida.<br />
<strong>El</strong> monarca argumentó que si se ponían las monedas de cara<br />
con su imagen, todas las personas que entrasen en el templo<br />
pisarían su rostro, al igual pasaría si colocaban las monedas<br />
por la otra cara, pero esta vez pisarían el escudo real, con lo<br />
que valoró el monarca como un acto inadecuado y de falta de<br />
respeto a su imagen y hacia la corona española. <strong>El</strong> monarca