Lenka21Mag 2014/03/21 - Lenka21

ACTUALIDAD
GITANOS
Gitanos siempre
bajo sospecha
Albada2 30/03/2014
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Obra de Vicent van Gogh “Campamento de
gitanos con carromatos”
Anoche, llegando a casa cansada de conducir,
miré la prensa. Noticias que ya suponemos,
redundancias de la misma situación.
Cuajada de incertidumbres, malos ratos,
refugiados, inmigrantes, leyes retrógadas,
bloques de poder de nuevo a punto de diálogo, y
esas noticias que nos azotan la cara, y nos
desalientan, como no estamos muy centrados.
Había estado en el Monasterio de Piedra, sin que
el día acompañara, pero la compañía fue
extraordinaria.
Ver a mi gente, cuando podemos, pues de Madrid
al cielo será un paso fácil, pero desde mi casa a
ver a los míos de los madriles no es un pispás, es
un gozo al que nunca quiero renunciar, y cuando
se da el caso, no me lo quiero perder.
Por lo que sé, en la etnia gitana, muchos son
primos, y sus vínculos son más que de familia
lejana, de hermanos de leche, y así los siento a
mis primos. Uno de ellos cumplía 50 años. Una
cifra bonita y redonda para ver a mis tías y
reencontarnos con sobrinos y un tío no carnal
muy especial. Esa comida me dejó con el
recuerdo exacto de unas tardes de infancia
escuchando cuentos, hipnotizados.
Por motivos de puro azar, una tía, a la que quiero
como segunda madre, tuvo tres hijos. El mayor
que nació tres mese más tarde que yo, y a quien
adoro. El segundo, el cumpleañero, nació un año
más tarde un hermano mío, y la tercera y última,
es de la edad de mi hermana pequeña, por lo que
el amor entre esa tía y mi madre, que cultivaron
con nuestra presencia, ha hecho que la pasión
entre primos de la misma edad sea perdurable en
el tiempo.
Esta rosa es para mi tía Carmen
Regalo que hago extensivo a Carmencita y su
esposo e hijos, que hacía mucho que no veía, y
resultaron tan cálidos como todos aquellos
primos que aunque no se vean, se saben siempre
cercanos. Porque así los siento.
Tiempo estancado en esa tarde nublada. En un
silencio entre complicidades. Digo complicidades
y casualidades, porque se daba la coincidencia de
que era el cumple de un sobrino mío, un primor
que abría sus diecinueve años entre un aluvión
de gente, casi todos conocidos, pero que no era
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