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EL CAMINO DEL ESPÍRITU

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El emperador cambia de cara, el mago Apolonio hace surgir el fuego y el starec Juan<br />

exclama: «Hijos míos, ¡es el Anticristo!», cayendo fulminado. Pedro II recita el exorcismo, y cae<br />

muerto también él. El profesor Pauli escribe entonces las actas del último concilio: «Para gloria del<br />

único Salvador Jesucristo. Nuestro hermano Juan ha reconocido al Anticristo y nuestro padre Pedro,<br />

siguiendo las reglas canónicas, lo ha expulsado de la Iglesia. Los dos han muerto mártires de esta<br />

confesión. Nosotros, que hemos permanecido fieles, iremos al desierto a esperar la venida de<br />

Jesucristo». El profesor Pauli, con un grupito de fieles, lleva los muertos a un lugar vecino a la<br />

tumba del Señor, donde también ellos tienen que ser vigilados por los soldados.<br />

Después el Anticristo convoca el cónclave: es elegido papa el mago Apolonio. Se proclama la<br />

unión de todos y se celebran grandes fiestas.<br />

Llega la noche, los soldados que cuidan la tumba duermen. El starec Juan y Pedro II resurgen<br />

y se abrazan diciendo: «Hijos míos, por fin somos uno». El profesor Pauli da la mano al papa,<br />

diciendo: Tu es Petrus. En el cielo aparece un gran signo, la Señora vestida de sol. Pedro dice:<br />

«¡Ésta es nuestra guía!». Pero el último gran movimiento viene de los hebreos. También ellos<br />

comprenden que todos los bienes que han recibido en la historia no son más que el símbolo de la<br />

venida de Cristo. Por eso, ellos también van a encontrarlo en el desierto.<br />

El significado del relato es claro. En la historia, la humanidad recibe muchos valores Profanos<br />

y religiosos. La tentación es preferir los dones y olvidarse del Dador, o sea, de Cristo y su venida.<br />

III. La imitación de Cristo<br />

a) Imitar a Cristo o vivir «en Cristo»<br />

La Imitación de Cristo ha llegado a ser un libro clásico en la espiritualidad occidental. Ya el<br />

mismo título dice mucho, expresa toda la perfección cristiana. Ésta tiene un carácter personalista<br />

tanto en la tradición de la Iglesia antigua como en la de los mismos apóstoles. Estos no tenían<br />

libros, ni morales ni dogmáticos, ni tan siquiera el evangelio, pero en todo lo que enseñaban y<br />

practicaban tenían ante sus ojos a la persona de Cristo.<br />

Sin embargo, se ponen objeciones al término «imitación». En su reacción contra la piedad<br />

medieval, la Reforma occidental a la «imitación» —que sería un intento orgulloso del hombre—<br />

opuso el humilde «seguimiento de Cristo», como respuesta a su llamada.<br />

También los autores orientales recientes han expresado sus dudas. Según V. Losskij, en la<br />

vida espiritual de la Iglesia oriental «la vía de la imitación de Cristo no ha sido practicada nunca...<br />

Tendría un cierto carácter de incompleta, entrañaría una actitud exterior respecto a Cristo». La<br />

espiritualidad oriental «se define más bien como una vida en Cristo».<br />

Entran aquí en discusión las diversas mentalidades de los pueblos. El mundo griego daba una<br />

gran importancia a la imitación. Para Platón, la perfección humana consiste en «imitar a Dios según<br />

las propias posibilidades». Del arte dice que es «copia de la naturaleza». En la educación de las<br />

escuelas del imperio se proponían los «ejemplos» a seguir en la conducta moral. En el Antiguo<br />

Testamento no existen esos términos. Los antiguos nómadas hebreos se expresaban en términos<br />

concretos. El hombre debe «caminar por las sendas de Yavé».<br />

En el pensamiento de san Pablo sí aparece el tema de la imitación. Pero es consecuencia de<br />

otra expresión: 165 veces se lee en Cristo o, a menudo, con Cristo (cfr. morir con Cristo, estar con<br />

Cristo, etc.). Es decir, a Cristo se le imita no como a una figura externa sino estando íntimamente<br />

unido con él.<br />

Así pues, imitar a Cristo y estar en Cristo son dos expresiones complementarias. La primera<br />

expresa más el aspecto moral, la otra el aspecto ontológico de esta unión. V. Losskij opone al libro<br />

Imitación de Cristo otro escrito bizantino equivalente: La vida en Cristo de N. Cabasilas. El autor<br />

de este último dice que entre estos dos aspectos no hay oposición. Dice: «Imitar a Cristo y vivir<br />

según él es vivir en Cristo, y es obra de la voluntad libre cuando se somete al querer divino».

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