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Cuadernos de Picadero No. 4 - Instituto Nacional del Teatro

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tiene un nivel <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n aceptable. O sea, que si es puro<br />

<strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n el mensaje se frustra. Pero ese or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>be<br />

ser acompañado <strong>de</strong> un mínimo <strong>de</strong> riqueza para ampliar<br />

el arco <strong>de</strong> los significados y para no aburrir. Esos dos<br />

elementos <strong>de</strong>ben encontrar un punto <strong>de</strong> equilibrio a<strong>de</strong>cuado.<br />

Por ejemplo, antes <strong>de</strong> pintar un cuadro alguien<br />

pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir: voy a trabajar en la familia <strong>de</strong> los ver<strong>de</strong>s.<br />

Ahí, el factor <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n lo constituye el ver<strong>de</strong>, pero<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ese color hay muchas variantes. La mayor<br />

variedad <strong>de</strong> ese color dará más riqueza a lo que se<br />

quiere mostrar. En el terreno <strong>de</strong> lo perceptivo, <strong>de</strong> lo<br />

visual, lo que estructura el or<strong>de</strong>n es un factor geométrico.<br />

En el otro caso, el factor es semiótico. Tiene relación<br />

con la cantidad <strong>de</strong> signos que provee. El exceso <strong>de</strong><br />

signos (supersignos, subsignos, etc.) conduce a la<br />

confusión. Una escenografía tiene que introducir algún<br />

or<strong>de</strong>n para que el espectador pueda -como si entrara en<br />

su casa- i<strong>de</strong>ntificar ciertos lugares, pero <strong>de</strong>be estructurarlo<br />

con riqueza porque, <strong>de</strong> lo contrario, más que<br />

estimular el vuelo <strong>de</strong>l entendimiento, lo encierra en<br />

una prisión, lo empobrece. El teatro contemporáneo<br />

suele ser <strong>de</strong>masiado semántico, se exce<strong>de</strong> con frecuencia<br />

en la cantidad <strong>de</strong> signos. Pero la verdad es que<br />

ese teatro respon<strong>de</strong> a lo que es nuestra civilización. El<br />

hombre <strong>de</strong> la ciudad -esto no ocurre en el campo- vive<br />

asediado, bombar<strong>de</strong>ado por un alud <strong>de</strong> mensajes. Y la<br />

saturación <strong>de</strong> mensajes precipita al hombre en la alienación,<br />

en la locura.<br />

Dispositivo escénico para «Crimen y Castigo» <strong>de</strong> Dostoievsky<br />

—O sea que <strong>de</strong> la riqueza se pue<strong>de</strong> pasar al<br />

caos.<br />

—Fíjese que en una obra <strong>de</strong> arte lo que se aprecia<br />

primero son los factores componentes, morfológicos.<br />

Un cuadro da colores; la música, sonidos; una obra <strong>de</strong><br />

teatro, movimientos, palabras. El teatro tiene que producir<br />

un impacto, entregar un cúmulo <strong>de</strong> conocimientos,<br />

<strong>de</strong> datos, <strong>de</strong> noveda<strong>de</strong>s, o lo que se quiera, para<br />

que a partir <strong>de</strong> esos elementos el espectador <strong>de</strong>scubra,<br />

al día siguiente o cuando sea, el sentido que le propone<br />

la obra. Es lo que en semiología llamaríamos el significado.<br />

Si lo que recibe el espectador es muy abrumador<br />

esa finalidad última pue<strong>de</strong>, a veces, quedar obturada.<br />

Y es lo que hay que evitar. Los códigos <strong>de</strong>l teatro han<br />

cambiado mucho. En Moliere lo que se dice es siempre<br />

muy claro, pero a partir <strong>de</strong>l romanticismo los sentidos<br />

comienzan a multiplicarse.<br />

—¿Qué propósitos cree usted <strong>de</strong>be perseguir<br />

el teatro en estos días<br />

—Hay que diferenciar, sin oponerlos, lo que es un<br />

espectáculo <strong>de</strong> divertimento <strong>de</strong> lo que es un espectá-<br />

culo <strong>de</strong> arte. Para mí este último <strong>de</strong>be tener siempre un<br />

fondo didáctico. El teatro como hecho <strong>de</strong> didáctica<br />

requiere que, poco a poco, se <strong>de</strong>sarrolle un público que<br />

aprenda a ver cada vez mejor. Nadie nace sabiendo. El<br />

chico <strong>de</strong> meses no sabe pensar, su conducta está casi<br />

compuesta por automatismos. Cuando aparece la palabra,<br />

ésta or<strong>de</strong>na. Y <strong>de</strong>spués irrumpen las otras cosas.<br />

El teatro es un acto <strong>de</strong> pai<strong>de</strong>ia, en el viejo sentido <strong>de</strong><br />

esta palabra; es un acto <strong>de</strong> educación ciudadana, <strong>de</strong><br />

complicidad, que enseña a vivir con el otro en sociedad,<br />

todo lo contrario <strong>de</strong> lo que vemos en la cultura<br />

contemporánea, articulada sobre la competencia y la<br />

agresión. De ahí que el teatro, como ámbito que recuerda<br />

al hombre el sentido <strong>de</strong> la existencia, tenga un<br />

amplio campo <strong>de</strong> finalida<strong>de</strong>s o propósitos que perseguir<br />

en estos días.<br />

FOTO: GENTILEZA COMPLEJO TEATRAL DE BUENOS AIRES<br />

EL ESPACIO ESCÉNICO<br />

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