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CONSUMO, CULTURA E IDENTIDAD - Cholonautas

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http://www.cholonautas.edu.pe - Biblioteca Virtual<br />

materializan en objetos como la indumentaria, el gusto por algunos estilos<br />

musicales, o los ambientes de diversión preferidos, entre los cuales las<br />

discotecas tienen una posición sumamente importante desde hace algunos<br />

años.<br />

Buena parte del significado que adquiere la identificación con un grupo o una<br />

tribu para los jóvenes, es la posibilidad de subvertir el orden institucionalizado<br />

que caracteriza la vida cotidiana. De lunes a viernes, muchos de ellos están<br />

sumergidos en los ámbitos formales: la familia, el colegio, el trabajo; pero el fin<br />

de semana se transmutan y forman parte de la tribu, del colectivo con el cual<br />

comparten la identificación elegida. Muchos también han pasado el límite y se<br />

han integrado a una de las pandillas juveniles, donde buscan el afecto y el<br />

respaldo que no encuentran en casa.<br />

Domingo, cuatro de la tarde. La discoteca “Calle Ocho” va poblándose por<br />

adolescentes, chicos y chicas que en su mayoría estudian en uno de los colegios<br />

estatales de la ciudad. Las noches de viernes y sábado, cuando se presentan<br />

orquestas de salsa o grupos de rock en la “Calle Ocho", son reservados para mayores<br />

que oscilan entre los 25 y los 40, pero los domingos son exclusivos para los jóvenes<br />

que se escapan, por una tarde desenfrenada, de su rutina semanal.<br />

La puerta de ingreso funciona como límite, como frontera, donde un vigilante marca las<br />

diferencias. Niega la entrada a todo aquel que se aparte de cierto imaginario<br />

compartido. La disco es, también, el “reino de la mirada” (Urbatiel y Baggiolini<br />

1996/97), pero de una mirada organizada y restringida, donde todo lo que es extraño<br />

es excluido.<br />

El tema del look es de vital importancia. Domina la ropa “rapera y estrafalaria”, un<br />

deslinde visual de la norma social. Los chicos con pantalón ancho, con bolsillos por<br />

todos lados y marcas supuestamente norteamericanas, como Kansas o American Colt.<br />

Polos con estampados de algún cantante o grupo de rock metalero como Metallica,<br />

Kiss, o Marilyn Manson, o de marcas como Rip Curl, Puma, Adidas. Los más atrevidos<br />

exponen la hoja de marihuana. La mayoría con gorras, marca Nike, T&T o Guess, y<br />

zapatillas llamativas, tanto por los colores como por las marcas entre las cuales<br />

destacan Reebok y, nuevamente, Nike. En su mayoría son bambas, compradas en el<br />

mercado con el magro sueldo de algún cachuelo. Las chicas con un aire desafiante,<br />

pantalón muy pegadizo y tops provocadores, algunas con tacones.<br />

En el interior domina la oscuridad, una atmósfera confusa de humo, luces psicodélicas<br />

que distorsionan la vista y una música estridente. Un submundo que invita a la<br />

transgresión al orden, un lugar del libertinaje y de las tentaciones ante lo prohibido. La<br />

música es de la más variada. Tecnocumbia, canciones como “Me emborracho por tu<br />

amor” o “Mentirosa”, rock clásico de Queen, Guns ‘n Roses o Rod Stewart y latino de<br />

Los Prisioneros, Pedro Suárez Vertiz o Líbido. Pero también música latinoamericana,<br />

sayas, tuntunas, sanjuanitos, caporales. A todo ello se suma el ritmo machacante del<br />

tecno.<br />

Animados por el disc jockey, los chicos y las chicas bailan a toda velocidad,<br />

desfogando su energía con movimientos casi aeróbicos. Saltan alocadamente al ritmo<br />

de la canción proyectada sobre una pantalla gigante, intentando expresar fuerza y<br />

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