CONSUMO, CULTURA E IDENTIDAD - Cholonautas
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http://www.cholonautas.edu.pe - Biblioteca Virtual<br />
originalidad. Tomemos a los pandilleros, la amenaza más grave para la paz<br />
social en Ayacucho en la era pos-violencia política. Compuestas por<br />
adolescentes de los barrios marginales, las pandillas no sólo cultivan su propio<br />
estilo de música – la chicha –, sino también su forma particular de vestirse.<br />
Gorras puestas al revés, con la visera en la nuca, polos y pantalones anchos<br />
de preferencia de color oscuro, y zapatillas toscas son, junto con el consumo<br />
conspicuo y desmesurado de alcohol y una conducta alborotadora, signos<br />
externos que las distinguen como “tribu urbana“. Su desafío a la sociedad se<br />
expresa, también, en su “estilo“.<br />
Las subculturas juveniles han proliferado en Huamanga, hay una división que<br />
recorre transversalmente a los jóvenes y que está vinculada con su forma de<br />
ubicarse en la sociedad. La música tiene un rol protagónico en este aspecto.<br />
Los jóvenes tienen una relación muy especial con sus bandas favoritas, y a<br />
través de ella se posicionan ante el mundo. Los pandilleros de Sombra son<br />
incondicionales del grupo chichero Los Gentiles, los subterráneos se mueren<br />
por los extintos Nirvana, las vendedoras del mercado hacen lo mismo por<br />
Armonía 10 y Agua Marina. Pertenecer a una tribu o ser admirador de una<br />
banda es también un posicionamiento sociocultural, no sólo un gusto musical.<br />
La música, dice Martín Barbero,<br />
“... es quizás la más poderosa y expresiva de las apropiaciones y<br />
reelaboraciones a través de las cuales los sectores populares producen<br />
su identidad. ... La mixtura de rock y tango, de cumbia y huayno, de<br />
guitarra eléctrica y quena son sin duda una profanación de sus formas<br />
originales. ¿Pero qué podría ser más simbólico para los cambios<br />
sociales y culturales del paisaje urbano que la mezcla de música andina<br />
con música negra por las masas populares de Lima” (Martín Barbero<br />
1993: 20).<br />
Se puede escuchar, en vivo y en directo, música para todos los gustos en<br />
Huamanga ahora, aunque lo más difícil es quizás encontrar un intérprete de la<br />
música ayacuchana tradicional. O se han retirado del escenario como los<br />
Hermanos García Zárate, o viven en otros lugares y sólo esporádicamente<br />
visitan Ayacucho como Kiko Revatta. Otros íconos de la música ayacuchana<br />
como Manuelcha Prado o los Hermanos Gaitán Castro han, hace tiempo ya y<br />
para el terror de los puristas, incluido elementos del rock o jazz en sus<br />
grabaciones. Lo que más se escucha ahora es música “latinoamericana“<br />
variada: salsa, merengue y cumbia en las peñas; la chicha que goza de gran<br />
popularidad entre los jóvenes de sectores populares y la inevitable<br />
tecnocumbia que ha captado todas las capas sociales.<br />
Pero también hay un pequeño círculo que cultiva el rock subterráneo. Los<br />
orígenes se remontan a mediados de la década de los ochenta cuando, en<br />
plena violencia, se formaron bandas que se agruparon en el llamado<br />
movimiento Chapla Rock. El “subte” ya se había probado como medio de<br />
protesta en Europa y Estados Unidos y fue apropiado por un grupo de jóvenes<br />
que no quería callarse frente a lo que pasaba sin involucrarse en la insania<br />
senderista. En principio, era más que nada una creación de canales propios a<br />
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