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CONSUMO, CULTURA E IDENTIDAD - Cholonautas

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http://www.cholonautas.edu.pe - Biblioteca Virtual<br />

dominio del cuerpo. En la medida que la música se vuelve más fuerte, también lo hace<br />

el griterío de los jóvenes. El distanciamiento de lo cotidiano se incrementa, vigorizado<br />

por la cerveza o la sangría. A veces se interpone también la violencia y se arman<br />

broncas, aunque son rápidamente suprimidas por los encargados de seguridad.<br />

En la fiesta se alteran parte de los valores que dominan en la vida social, está<br />

permitida la expresión de los impulsos reprimidos en el espacio formal, a beber,<br />

emborracharse, fumar, bailar y divertirse hasta agotar las fuerzas. Terminada la fiesta,<br />

el orden se restaura y las normas vuelven a dominar. El antropólogo Max Gluckman<br />

llamaba estas esporádicas perturbaciones del orden “rituales de rebelión”.<br />

Como menciona Lury (1996: 197), las subculturas juveniles son lugares de<br />

lucha por el control de significados en una cultura de consumo que se<br />

desarrolla rápidamente, y las luchas se expresan en la ropa, la conducta, la<br />

música y en el lenguaje. Sus “rituales de consumo” (McCracken 1988)<br />

convierten a los jóvenes en “miembros de una de las culturas transnacionales<br />

incipientes” (Breidenbach y Zukrigl 1998:15) que pelean por la diversificación<br />

de sus mundos de vida.<br />

*<br />

Comida, fisicoculturismo, ropa, música, diversión, y hubiéramos podido ampliar<br />

la gama con otros casos como, por ejemplo, la arquitectura (Colloredo-<br />

Mansfeld 1994); todos son ejemplos que demuestran que el escenario urbano<br />

en Huamanga ha cambiado. “En todos estos años se ha consolidado un<br />

proceso de diferenciación interna” dice Grompone en su estudio sobre Lima<br />

(1999a: 205). Las ciudades de provincia, evidentemente, no se libran de esta<br />

tendencia.<br />

Huamanga, hoy por hoy, es una multiplicidad de tribus efímeras que en forma<br />

muy rápida ha pasado de un estilo de vida tradicional a un estilo de vida mixto,<br />

donde va creciendo una cultura de consumo dominado por el mercado, pero a<br />

la vez se mantienen rasgos tradicionales, si tomamos como referencia por<br />

ejemplo las características clientelistas del poder en la cultura política; el<br />

predominio de las familias extensas, clánicas, en las que la autoridad está<br />

todavía fuertemente concentrada en la figura paterna; el fervor religioso en<br />

Semana Santa; o muchas costumbres traídas del campo por los migrantes.<br />

Es conocido que la racionalidad que supuestamente acompaña a la modernidad tiene<br />

sus límites. Desgracias como desastres naturales, enfermedades o la muerte llaman la<br />

atención al hombre sobre lo finito y efímero que es, y en su desesperación peregrina a<br />

pedir un milagro a la Virgen de Guadalupe, al Taytacha Qoyllur Rit’i o a la Santa<br />

Bernadette en Lourdes.<br />

En los alrededores de Huamanga hay una serie de grutas que sirven como “casilla”<br />

para hacerles pedidos al Señor de la Picota, al Señor de Luren o al “Doctor San Jorge”<br />

del cerro Acuchimay. Hombres y mujeres de los sectores populares, pero también<br />

gente de saco y corbata y estudiantes universitarios – los mismos que los sábados<br />

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