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grande y, para el día siguiente, Janet y yo hemos invitado a cien amigos a nuestra casa para
una fiesta de despedida a los Noland.
QUITO
28 DICIEMBRE 1962
Los Noland se fueron y el nuevo Jefe de Estación, Warren Deán, no ha perdido ni un momento
mostrándonos como trabaja. El otro día, incluso, cuando Noland estaba aquí, Ray Ladd y yo
fuimos a pasar la tarde con un grupo de amigos, la mayoría de negocios turísticos, a un bar y
salón de reputación cuestionable, llamado El Mirador (tiene una vista a toda la ciudad). Al día
siguiente Deán nos dio un sermón en una reunión del personal, advirtiéndonos, sin que
quedara duda alguna, que él quería saber donde estábamos en cada momento.
Después de esto Noland me dio otra de sus sesiones amistosas de consejos, advirtiéndome
que mis costumbres extravagantes a lo mejor no le caían bien a Deán que sería mejor que
fuese más discreto. Francamente pienso que este nuevo Jefe está utilizando la vieja técnica de
temor militar -una intimidación suave para establecer la autoridad.
Con todas las horas extraordinarias trabajadas de noche y en fines de semana, una tarde libre
está, seguro, justificada.
El nuevo Jefe es un hombre alto, que mide alrededor de 6 pies y 4 pulgadas, con un peso
sobre lo normal. Tiene ya, obviamente, dificultades con la altura a pesar que viene desde
México. Todas, las tardes, después del almuerzo, se sienta detrás de su escritorio
esforzándose por mantener los ojos abiertos. Hasta ahora, los cambios más importantes por él
indicados son una acción mayor en contra de la extrema izquierda, en orden de recolectar
información mediante operaciones técnicas y reclutamiento de nuevos agentes.
El desea también, que aumente mi trabajo con el Mayor Pacífico de los Reyes, ex-Jefe de
Inteligencia de la Policía, recién egresado del entrenamiento del FBI en la Academia de
Virginia, donde recibió cursos intensivos de inteligencia clandestina. Acaba de ser nombrado
Jefe de Investigaciones Criminales de Pichincha pero continuará controlando el departamento
de inteligencia.
José María Egas, el dirigente juvenil social-cristiano, también está de regreso de su viaje al
Departamento de Estado y de nuestro programa especial de entrenamiento.
Deán quiere también que intensifique el uso de este agente, porque la jefatura esta poniéndose
en términos de que una insurgencia seria pueda ser inminente.
Los programas tales como Lista de Observación y Control Subversivo están siendo
enfatuados, y los equipos de Egas son decisivos para este esfuerzo. De ahora en adelante le
pagaré el equivalente de 200 dólares mensuales, que es bastante alto para el standard
ecuatoriano pero consecuente con las instrucciones de Deán.
QUITO
12 ENERO 1963