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Después de discutir las posibilidades, Deán me sugirió que hiciera el mismo vuelo de Roura,<br />
Guayaquil-Lima, y que probara suerte en el avión. Hemos arreglado el caso con ECBLÍSS-1,<br />
Gerente de Braniff en Guayaquil, americano y agente de la base, para que me proporcionara<br />
un asiento al lado de Roura. La aprobación de la Sede llegó enseguida y la Estación de Lima<br />
hará que la policía permita a Roura quedarse unos pocos días si así lo deseara, puesto que el<br />
tiene solamente unas dos horas aproximadamente entre su llegada de Guayaquil y su partida<br />
hacia La Paz. Para nuestros propósitos, cualquier acción posible, posterior al vuelo, debería<br />
realizarse en Lima antes que en La Paz. Cuando yo hable con él lo invitaré a permanecer en<br />
Lima a expensas mías. Después de todos estos meses en una de las prisiones más lóbregas<br />
del mundo, el podría aceptar. En cualquier caso, vale la pena el riesgo de una escena en el<br />
avión, (Roura es conocido como persona extremadamente voluble) ya que necesitamos infiltrar<br />
la comunidad en exilio que se encuentra en Santiago de Chile y Roura resultaría una magnífica<br />
fuente de información si regresara por casualidad.<br />
QUITO<br />
13 NOVIEMBRE 1963<br />
El reclutamiento de Roura no fue perfecto pero tampoco fue un desastre. Tomé el mismo vuelo<br />
pero Roura estaba bajo protección policial antes de embarcarse. Los arreglos con el gerente de<br />
Braniff resultaron como estaba programado. Me estaba esperando el gerente a las 3 de la<br />
mañana en el aeropuerto y me dio el asiento del Saád de Roura.<br />
Cuando entré al avión me impresionó ver que sólo habían alrededor de diez pasajeros.<br />
La auxiliar de vuelo me llevo al asiento y Roura ya estaba ahí. Traté de iniciar la<br />
Conversación lo más discretamente posible, como si fuera una cuestión natural entre dos<br />
pasajeros anónimos. Yo pedí el asiento al lado de Roura, por si el avión estaba repleto, para<br />
que no se sentara nadie más con él. Después de sentarme a su lado, siguió un silencio<br />
interminable. Trataba de pensar cómo comenzar la conversación pero otra persona tenía que<br />
empezarla pues era claro que yo estaba con un propósito bien claro. De repente, llegó la<br />
auxiliar de vuelo y me dijo si quería cambiarme a otro asiento a dormir. Me cambié de asiento<br />
para pensar más tranquilamente, pero comencé a deprimirme.<br />
De alguna manera dominé mi nerviosismo y volví al asiento al lado de Roura, pero después de<br />
haber pensado un montón de justificaciones para sacarme el caso de encima. Pensé en alegar<br />
que no había seguridad suficiente, pero finalmente me decidí a seguir adelante.<br />
Me presenté a Roura con un nombre falso y estuvo de acuerdo en conversar conmigo. Me<br />
senté y comencé a contarle quien era yo. Le dije que era un periodista Americano que estuvo<br />
en Ecuador estudiando el problema de analfabetismo las últimas semanas. Además, estudié el<br />
problema de la pobreza y salud para escribir varios artículos. Le dije que sabia que su<br />
detención a comienzos de año y le di a entender que estaba sorprendido con las medidas<br />
arbitrarias e injustas que sucedían. Antes de embarcarme, no sabía si a él le importaría discutir<br />
desde un punto de vista comunista los problemas ecuatorianos.<br />
Durante el viaje, pasamos discutiendo acerca de Ecuador mientras tomábamos café. Roura<br />
habló en forma abierta y relajada y parecía que desarrollamos cierta simpatía.