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Veinte minutos antes de llegar cambié la conversación, hablando del caso concreto de él, Me<br />

contó que iría a La Paz y luego de unos pocos días su iría a Santiago de Chile. Estaba<br />

preocupado de su .familia y no sabía que iba hacer en el exilio.<br />

En ese momento tuve que hacerle mi proposición, discretamente, pero lo suficientemente clara<br />

para que Roura entendiera. Le dije que en Lima me encontraría con algunos amigos<br />

periodistas y que, seguramente, estarían interesados en conversar con él también, diciéndole<br />

que seguramente los le ofrecerían pagarlo por la entrevista, porque representaban una<br />

empresa bastante grande.<br />

Estaba interesado, pero me dijo que sólo tenía permiso para quedarse en el aeropuerto,<br />

haciendo escala. Le dije que mis amigos tal vez conseguirían permiso de las autoridades<br />

peruanas para que se quedara unos días y que él debería preguntar a inmigración si podía<br />

quedarse por lo menos un día. Le pregunté si tenía algún tipo de ayuda en Santiago para su<br />

familia, dándole a entender que eso podía arreglarse, y comencé a sentir que él me entendía.<br />

Cuándo apareció la luz de "abrocharse los cinturones", saqué un papel con mi nombre falso y<br />

el número de mi casilla postal en Washington. Le dije que estaría 'en Lima en el Hotel Crillón y<br />

que, si lograba quedarse un par de días, él podría llamarme para seguir conversando. No me<br />

dijo si le pediría permiso a inmigración para quedarse en Lima pero tampoco me dijo que no<br />

preguntaría. Pensé que decidía quedarse. Al despedirme, lo llamé por Pepito que es como lo<br />

llaman sus camaradas del partido, pensando que se daría cuenta que soy agente de la CÍA.<br />

Cuando llegué al aeropuerto, me encontré con un agente de la Estación de Lima que tenía todo<br />

arreglado para conseguirle permiso a Roura en caso que quisiera quedarse. Roura apareció,<br />

pero rápidamente, se regresó al avión, porque habían 10 policías uniformados. El agente de la<br />

Estación de Lima fue a la policía y a inmigración para saber qué había pasado, y partí a la<br />

Embajada a esperar noticias sobre el aeropuerto. Si Roura se queda, me iré al Hotel Crillón a<br />

esperar su llamada. Si se fue a La Paz, tomaré el vuelo de Avianca a Quito.<br />

Cuando llegué a la Embajada habían malas noticias. Roura se asustó con los policías y pensó<br />

que podía pasar algo muy terrible. Se negó a bajar del avión en un principio y cuando estaba<br />

en el edificio del aeropuerto, muy nervioso, sólo le interesaba saber cuándo partiría el avión.<br />

El Jefe de la Estación de Lima, Bob Dávis, le pidió disculpas por la actitud que habían tenido<br />

los policías explicándole que sólo querían ofrecerle permiso para que se quedara. Estoy<br />

convencido que Roura se hubiera que dado sino hubiese sido por el error que cometió la<br />

Estación de Lima. Por otra parte, Deán piensa visitarle una vez que llegue a Santiago.<br />

En la Estación de Lima consulté acerca de la infiltración del MIR que conseguimos en<br />

Guayaquil con Enrique Amaya Quintana. El Jefe de la Estación Clark Simmons, uno de los<br />

antiguos instructores de Camp Peary está a cargo del caso, y me dijo que la información de<br />

Amaya era oro puro. Tienen en la Estación una carpeta con mapas, nombres y direcciones de<br />

todo lo más importante del MIR, junto con las fotografías, y la Estación considera que el MIR es<br />

la mayor amenaza de insurgencia del Perú La carpeta está en español y se pone al día cada<br />

momento, de manera de entregársela a los militares, cuando sea necesario.

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