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El interrogador me dijo que íbamos a pasar otra vez por las preguntas y que las dos primeras<br />

veces no había ido muy bien, añadió que no había forma de que me emplearan sin haber<br />

pasado con éxito el examen. ¿Que si había algo que yo quería decir o clarificar? -No. Yo<br />

estaba diciendo la verdad, quien sabe la máquina estaba fallando. Eso le dolió. Su tono se<br />

volvió frío. Volvió a conectarme a la máquina e hicimos otro examen al fin del cual me dijo que<br />

obviamente estaba teniendo dificultades. Con un gesto determinante me desconectó de la<br />

máquina.<br />

En ese momento me asusté y pensé que quizás no me iban a emplear. Justo cuando iba a<br />

confesar, el me dijo que me dejaría solo para pensar algunas cosas unos cinco o diez minutos,<br />

cerró el escritorio y dejó el cuarto llevándose el papel milimetrado. Yo me paré y miré mi reloj<br />

que me había sacado y puesto sobre el escritorio atrás mío. Había estado por más de dos<br />

horas en el edificio trece. El interrogador estuvo fuera del cuarto unos veinte minutos. Durante<br />

ese tiempo decidí decirle la verdad completa. ¿Porqué arriesgar perder el trabajo por un tonto<br />

orgullo o la ilusión de que podía engañar a la máquina? Pero cuando se abrió la puerta y entró<br />

mi interrogador me asusté de repente de haberme decepcionado. Decidí 10 cambiar mis<br />

respuestas. Más aún había escuchado en la sección de espera que las personas que tienen<br />

dificultad con el bolígrafo son llamadas para un segundo o tercer examen. Tendría otra<br />

oportunidad si realmente falló esta vez.<br />

Pasamos por las preguntas dos veces más. Después de ambos exámenes el interrogador<br />

insistió en que establezca teniendo dificultad con las mismas preguntas y yo insistí que no<br />

importaba qué dificultades eran, que yo estaba respondiendo honestamente. Por fin él me dijo<br />

que habíamos terminado. Yo pregunté si había pasado y el respondió cínicamente que no<br />

sabía, que me avisaría después de que la oficina de seguridad haya revisado mi caso y los<br />

resultados de los exámenes. El estaba muy pesimista y cuando salía temí que no me llamarían<br />

para otro examen. Estaba agotado, me fui a casa, tomé un par de tragos y dormí unas doce<br />

horas.<br />

Cuando llamé a Virginia en la mañana y le dije que pensaba haber fallado el examen, me dijo<br />

que no me preocupara, que siempre hacen pensar a la gente que han fallado.<br />

Ella cree que para evitar problemas con aquellos que realmente no van a ser empleados. Las<br />

noticias de Virginia me tranquilizaron temporalmente pero la espera es agonizante, no más<br />

chistes arrogantes sobre el bolígrafo en la sección de espera. Ahora a nadie le gusta discutir su<br />

interrogatorio. Todos están esperando.<br />

WASHINGTON DC<br />

JULIO 1957<br />

Yo no lo podía soportar más. Después de tres días de espera llamé a Ferguson para admitir<br />

que había mentido y para pedirle me tomen el examen de nuevo. Antes de que pudiera hablar<br />

él me dijo que tenía buenas noticias y que pasara por su oficina. El tono de su voz me dio un<br />

gran alivio Sabía que había pasado.<br />

En la oficina JOT, Ferguson me dijo que había empezado el procedimiento para mi<br />

reclutamiento en la Fuerza Aérea pero que si iba a demorar tres o cuatro semanas. En el<br />

ínterin él quiere que tome un curso sobre comunismo internacional y si hay tiempo, un curso

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