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Claes
Oldenburg y Pat
Muschinski, en la
Judson Memorial
Church, New York
City 1960
rrolló nuevas indagaciones entre las relaciones
del movimiento danzado con el espacio tiempo,
acabó limitándolas al cerrarlas en sistemas
codificados.
Sobre finales de la década de 1950, la bailarina
estadounidense Ann Halprin (luego de haber
estudiado con Doris Humphrey en Nueva
York) comenzó a desarrollar un taller para la
investigación del movimiento ubicado en las
proximidades de la ciudad de San Francisco.
Este incipiente laboratorio se convertiría, con el
tiempo, en uno de los factores principales que
produjeron un punto de inflexión en la historia de
la danza en Occidente. En el mismo, confluyeron
bailarines que, habiendo tenido previamente
un recorrido dentro del ámbito más formal,
luego de haber trabajado con John Cage y
Merce Cunningham, comenzaron a interesarse
por el intercambio de ideas y sensibilidades con
artistas de diversas áreas que se formulaban
nuevas preguntas acerca de las múltiples formas
de vivir el arte.
Por esos días, Ann Halprin trabajó en colaboración
con bailarines de la compañía de Cunningham
(entre los se encontraban Simone Forti,
Yvonne Rainer, Trisha Brown y Steve Paxton),
conjuntamente con artistas provenientes de
diversas áreas, como pintores, escultores, músicos,
arquitectos e, incluso, con personas no
formadas en ningún lenguaje particular del arte.
La labor se enfocó hacia la danza, partiendo
de una búsqueda personal de expresión dentro
de una experiencia colectiva. Influenciados
por movimientos artísticos como el Fluxus y los
Happenings, orientaron su trabajo rechazando
la separación entre el arte y la vida cotidiana,
utilizando la improvisación con la intensión de
descubrir qué era capaz de hacer un cuerpo.
Otro hito decisorio en el quiebre de las bases
fundacionales de la danza fueron las formulaciones
realizadas por el músico y compositor
Robert Dunn (alumno de Jhon Cage y esposo
de la bailarina Judith Dunn) quien en el año 1960
organizó un taller experimental en el estudio de
Merce Cunningham, en Nueva York. Al mismo
también asistieron Simone Forti, Steve Paxton,
Yvonne Rainier y Trisha Brown, quienes traían
consigo la intensa búsqueda coordinada por
Halprin. Leonetta Bentivoglio, en su publicación
“La Danza Contemporánea” relata aquel suce-
1Bentivoglio, Leonetta. “La Danza Contemporánea”, página 54. Milano, 1985. Traducción: Susana Tambutti.