Inquieta 9.pdf
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Soy bailarina y enseño danza contemporánea.<br />
Hace quince años comencé a bailar, tenía<br />
veintiuno, no vengo de una formación clásica,<br />
hice la carrera de Expresión Corporal en el profesorado<br />
de danzas Isabel Taboga y a partir de<br />
ahí me formé en talleres, cursos y seminarios de<br />
distintas técnicas de danza contemporánea.<br />
Me acerqué al lenguaje del teatro hace unos<br />
cinco años, comencé a tomar talleres y seminarios;<br />
a leer de forma desordenada teoría teatral<br />
y a asistir a muchas obras . Mi punto de vista y<br />
mi opinión se ubican más cómodamente como<br />
bailarina, que como actriz, ya que es el lenguaje<br />
de la danza el que me atraviesa desde la formación<br />
y la práctica.<br />
En estas líneas quisiera compartir algunas preguntas<br />
y reflexiones inacabadas, basadas en<br />
mis propias experiencias y observaciones, sobre<br />
algo más o menos específico pero a la vez vasto:<br />
El rostro. El rostro y el cuerpo en la danza y<br />
el rostro y el cuerpo en el teatro, esto es<br />
muy amplio.<br />
Pareciera una forma dicotómica<br />
y dialéctica, hablar del cuerpo<br />
y el rostro como dos entidades<br />
separadas, pero sin entrar de<br />
lleno en este tema, la danza y<br />
el teatro en Occidente heredaron<br />
el dualismo cartesiano<br />
mente/cuerpo. Sólo lo traigo<br />
para establecer alguna idea<br />
de cuerpo en la sociedad que<br />
porta un rostro, como un lugar<br />
de importancia respecto del resto<br />
del cuerpo y entender esta idea<br />
de cuerpo en escena identificable o no<br />
por un público.<br />
Tanto la danza como el teatro son artes donde<br />
el cuerpo está presente por encima de cualquier<br />
otro elemento en escena, es el que se despliega<br />
en función de todas las conexiones, procedimientos<br />
y relatos posibles, pero abordado de<br />
modos diferentes respecto del rostro.<br />
La danza contemporánea concibe al cuerpo a<br />
partir de una desjerarquización de sus partes, no<br />
tiene un interés en trabajar la expresión del rostro<br />
independientemente del resto, no hay en el entrenamiento<br />
ni en la técnica de la danza un lugar<br />
donde se trabaje específicamente el rostro.<br />
Sí la expresión, las emociones, los sentimientos,<br />
las imágenes; estados, en una integridad y continuidad<br />
de la afectación en todo el cuerpo, el<br />
rostro continúa esa afectación sin tener más importancia<br />
que cualquier otra parte del cuerpo.<br />
Este cuerpo desarrolla un trabajo minucioso, de<br />
gran detalle en la atención consciente de todos<br />
los movimientos, en sus recorridos espaciales, en<br />
La danza contemporánea<br />
concibe<br />
al cuerpo a partir de una<br />
desjerarquización de sus partes,<br />
no tiene un interés en trabajar<br />
la expresión del rostro independientemente<br />
del resto, no hay en<br />
el entrenamiento ni en la técnica<br />
de la danza un lugar donde se<br />
trabaje específicamente<br />
el rostro.<br />
su intención; gracias al entrenamiento exhaustivo<br />
que tiene esta disciplina es que consiguen<br />
estos cuerpos llegar a estados de gran conexión<br />
interna y externa. En el teatro el rostro tiene otra<br />
importancia, gestos muy sutiles como levantar<br />
una ceja o mover lentamente la comisura de<br />
los labios hasta esbozar una sonrisa, pueden<br />
desarrollar todo un relato. Por supuesto que el<br />
cuerpo está indispensablemente presente y puede<br />
configurarse del mismo modo minucioso que<br />
el rostro, producir relato y continuidad pero se<br />
despliega en otra dimensión e importancia.<br />
El cuerpo en el teatro (considerando un registro<br />
realista) se aproxima más a un cuerpo cotidiano,<br />
reconocible. Las afectaciones, situaciones,<br />
acciones, vínculos y relatos de estos cuerpos<br />
están más relacionados al orden de lo posible,<br />
por mas ilógica o absurda que sea la situación<br />
que se presente, el público puede asumir una<br />
identificación con ese cuerpo.<br />
En la danza creo que esto es más difícil, el<br />
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público puede conectarse, conmoverse,<br />
emocionarse, sorprenderse,<br />
o aburrirse, pero el cuerpo del<br />
bailarín, gracias a su intenso<br />
trabajo, se despliega como<br />
un cuerpo extraordinario, irreconocible,<br />
desconfigurado<br />
de lo cotidiano, difícilmente<br />
identificable a un cuerpo ordinario.<br />
Hay algo más: la voz.<br />
Y brotan las preguntas.<br />
¿El desinterés del rostro (en la<br />
danza) o su importancia (en el teatro)<br />
como medio expresivo, estará ligado<br />
con la importancia o insignificancia de<br />
otro elemento, que ya no es cuerpo en sentido<br />
estricto, sino un artefacto lábil y efímero: la voz<br />
articulada, la palabra, el texto?<br />
Si en la danza el cuerpo es más importante que<br />
el rostro y que la palabra, y si en el teatro el rostro<br />
y la voz son más importantes que el cuerpo,<br />
¿qué lugar podría ocupar el rostro, el cuerpo y<br />
la voz en la danza-teatro?<br />
¿Qué es la danza-teatro? ¿O el teatro-danza?<br />
¿Una hibridación, una mezcla y combinación<br />
entre la danza y el teatro? ¿O estamos hablando<br />
de otra disciplina?<br />
¿Por qué hay necesidad de clasificar toda arte<br />
escénica?<br />
Hay interesantes ideas, trabajos y entrenamientos<br />
sobre la hibridación entre la danza y el teatro,<br />
combinación que no puede olvidar diferencias,<br />
similitudes, posibilidades y conflictos al abordar<br />
un encuentro. Un encuentro que puede llegar<br />
a una colisión potente, explosiva y poderosa.<br />
Soledad Verdún es bailarina, actriz y docente. Dicta clases en el Instituto Superior de Danza Isabel<br />
Taboga de Expresión Corporal. Además, es docente de la Cátedra de Movimiento y Cuerpo en<br />
institutos superiores de formación docente y da clases de danza desde 2005 en numerosos espacios.