10.07.2015 Views

ver el número completo - Youkali

ver el número completo - Youkali

ver el número completo - Youkali

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

YOUKALI, 1 página 24 Filosofía y políticaCarlos Fernández-Liria: Eso de que yo sí me manifiesto…me manifiesto exactamente igual que tú: enningún sitio y para nadie. Ni tú ni yo tenemos acceso alespacio público. Se dice a veces que los int<strong>el</strong>ectualesguardan silencio sobre esas cuestiones políticamentetan graves, pero no es cierto. Lo que pasa es que losque lo hacen no tienen acceso a los medios masivos deexpresión. Ahora tenemos acceso a Internet… peroclaro… las páginas de Internet tienen <strong>el</strong> problema quetodos sabemos, y es que acaban leyéndolas nuestrosamigos. Como tenemos 500 o 1500 amigos, pues siemprenos leen 1500 personas. Pero de alguna forma siempresomos los mismos leyéndonos justamente a nosotrosmismos.Mientras tanto, los que pueden hablar en los periódicosy la t<strong>el</strong>evisión, no es que se hayan puesto misteriosamentede acuerdo en callar, es que se les contratóprecisamente porque callaban. O sea: Rosa Montero,por ejemplo, ¿qué méritos ha hecho para escribir unacolumna todos los días en El País… a excepción de sersiempre la voz de su amo? Pero ¡hay tantas RosasMontero en este mundo!Dicen que no hay censura en los medios de comunicación…pero es que nadie necesita que la haya. No hacefalta la censura en la t<strong>el</strong>evisión o los periódicos. O eresla voz de tu amo, o te despiden. Realmente, la <strong>ver</strong>daderacensura d<strong>el</strong> mundo periodístico es <strong>el</strong> paro: todos losperiodistas que están en paro, <strong>el</strong>los representan lo auténticamentecensurado. Y la <strong>ver</strong>dadera censura de losint<strong>el</strong>ectuales es la falta de medios para hacer llegar suvoz al espacio público. En un mundo en <strong>el</strong> que para hacerteoír hace falta tener un millón de euros, realmenteno hace falta censura de ningún tipo.Claro que hay millares y millares de int<strong>el</strong>ectuales clamandoal ci<strong>el</strong>o. Y hay millares y millares de científicosestudiando muy bien lo que tienen que estudiar: economistasde izquierdas, historiadores de izquierdas,ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.commarxistas, los hay y muy buenos. Lo que pasa es queno se oye hablar de <strong>el</strong>los. Están, claro, publicando suscosas en Internet para que sus amigos los lean ¿no?Aún así, más o menos se consigue montar una red alternativaen la que, cada vez más, vamos leyéndonosmás unos a otros. A eso es a lo que podemos aspirar.Lo que no ocurre, lo que no su<strong>el</strong>e ocurrir, son imprevistosmilagrosos como <strong>el</strong> de Vattimo, por ejemplo,una persona que está consagrada mediáticamente yque de pronto sale por peteneras y se pone a defendera Chávez... o un milagro como <strong>el</strong> de Chomsky o Saramago...gente a la que por su prestigio no se les puedecerrar la boca.Hay un tema muy interesante en lo que planteas, unasunto que debería servir para acusar con <strong>el</strong> dedo a todoslos catedráticos de ética de este planeta, a todos losRorty, a todos los Fernando Savater, a todos los Habermas,a todos los que han escrito alguna línea de éticasin haber reparado en su gravedad. El fenómenomás inquietante d<strong>el</strong> siglo XX , desde Auschwitz al díade hoy, es la tranquilidad de conciencia occidental.Se trata de un <strong>ver</strong>dadero enigma ético, cómo es posiblevivir en un mundo como éste con la concienciatranquila. Es lo que Hannah Arendt llamó <strong>el</strong> colapsomoral de Alemania. Toda Alemania sabía que existíancampos de concentración y sin embargo toda Alemanialo consideró pura rutina. Todo un pueblo había colapsadomoralmente. Desde entonces vivimos en <strong>el</strong> colapsomoral de los int<strong>el</strong>ectuales europeos, <strong>el</strong> colapsomoral de los int<strong>el</strong>ectuales occidentales o mundiales,como quieras llamarlos. Es auténticamente insólitoque en un mundo como éste los int<strong>el</strong>ectuales no se rasguenconstantemente las vestiduras. Incluso extrañaque no se quemen a lo bonzo en la plaza pública parallamar la atención. Porque no se entiende esta situación.No se entiende que nueve millones de votantesd<strong>el</strong> PP, por ejemplo, hayan votado a un partido queapoyó invadir Irak porque tenía armas de destrucciónmasiva y que, ahora que se sabe que no las tenía y queademás se sabe que siempre se supo que no las tenía yque, por lo tanto, se mintió, esos nueve millones de votantesvayan a seguir votando al PP. Esa guerra ha causadomás de 100.000 muertes civiles. Todo por unpretexto que ahora se sabe que era un pretexto. ¿Quéjustificación tiene eso? ¿Cómo es posible que los votantesd<strong>el</strong> PP vayan a seguir votando al PP? ¿Cómo esposible que la gente no se rasgue todos los días las vestidurasante la ignominia que está ocurriendo en Irak,si no es menor que la que ocurrió en Auschwitz… Figúrateque actualmente es incluso un d<strong>el</strong>ito <strong>el</strong> negacionismod<strong>el</strong> holocausto, es un d<strong>el</strong>ito no rasgarte las vestidurascon lo que entonces ocurrió. Y realmente lo queocurrió fue atroz, pero <strong>el</strong> caso es que está ocurriendotodos los días a nuestro alrededor.Hace un par de años salió una noticia en El País. Undomingo por la mañana. Era en El País de los colorines,me parece –lo digo porque es significativo que lagente debió de leerlo mientras lavaba su coche, con sufamilia, una mañana cualquiera de domingo. Quizássintieron que su conciencia caía en un abismo ético... oquizás no sintieron nada. No era un panfleto de extremaizquierda, de esos que se leen con escepticismo.Era El País, un reportaje por cierto que muy bueno, deesos que se cu<strong>el</strong>an de vez en cuando en los medios. Eltitular de la noticia decía algo así como que “El comerciod<strong>el</strong> coltán, un mineral vital para la t<strong>el</strong>efonía móvil,es la principal causa de la guerra civil en <strong>el</strong> Congo, unaguerra en la que han muerto ya un millón de personas”.La escasez de ese mineral había provocado tambiénun efecto dramático: la videoconsola Nintendo 2o no sé qué puñetas tendría que salir al mercado conun año de retraso. Es insólito que eso salga un día enEl País y al día siguiente todo siga igual. Es inclusoenigmático. Actualmente han muerto cuatro millonesde personas se decía, también en El País, <strong>el</strong> otro día.Cuatro millones han muerto ya en la guerra de ElCongo. Cuatro millones. Tiene eso que <strong>ver</strong> con <strong>el</strong> tráficode armas, tiene eso que <strong>ver</strong> con <strong>el</strong> tráfico de diamantes,tiene eso que <strong>ver</strong> con <strong>el</strong> tráfico de Coltán. Estamosmetidos hasta las cejas en <strong>el</strong> entramado estructuralque genera esas guerras. Tenemos las manos manchadasde sangre cuando llamamos por <strong>el</strong> móvil, cuandonuestro hijo juega con la videoconsola.Con todo, llamar por <strong>el</strong> móvil es llamar por <strong>el</strong> móvil, yno matar a nadie. Aquí habría que inventar algún buenconcepto que aclarara la cuestión de nuestra responsabilidad.Me has preguntado ¿qué se podría esperar d<strong>el</strong>os int<strong>el</strong>ectuales? Yo diría… bueno, lo de menos es quese pronuncien en contra… porque no se les va a dejarpronunciarse en contra en los grandes medios. Entonces,¿qué se puede esperar de los int<strong>el</strong>ectuales? Pues,joder, que ejerzan su profesión, que piensen bien losconceptos, que piensen bien lo que hay que pensar,que reflexionen sobre cuáles son las causas de la tranquilidadde conciencia contemporánea… sobre cómoes posible esto… cómo es posible que exista la guerrade El Congo y todos tengamos un móvil en la mano yno nos hagamos ninguna pregunta… ¿qué entramadoestructural hay entre <strong>el</strong> móvil y la guerra de El Congo,y cuál es nuestra postura respecto de ese entramadoconceptual? Esas son las preguntas que es absolutamentenecesario que los catedráticos de ética –vamosa decirlo así por llamarles de algún modo- respondan.Eso es lo que tendría que responder por ejemplo <strong>el</strong>gran catedrático de ética español, Fernando Savater…pero sobre eso no dice ni mu… porque no puede… porqueno tiene ni idea entre otras cosas. Porque para esohay que saber economía y él no sabe economía. Ahorabien, Savater, mi vecina que votó al PP, yo, todos tenemosla obligación int<strong>el</strong>ectual de aprender economía. Yyo, por ejemplo, que soy negado para la economía,pierdo muchísimo tiempo intentando entender algo deeconomía y es un tiempo precioso que podía estar dedicandoa leer a Platón, que lo entiendo normalmentecon mucha más facilidad. Pero… joder… leo economíaporque sé que es mi obligación, porque sé que es asícomo hay que entender cuál es <strong>el</strong> tinglado estructuralen <strong>el</strong> que estamos todos metidos y por <strong>el</strong> cual muereconstantemente la gente.Es una <strong>ver</strong>güenza para este mundo que los únicos int<strong>el</strong>ectualesque se han tomado en serio <strong>el</strong> problema hayansido curas. Ellos inventaron <strong>el</strong> único concepto quedaba realmente en <strong>el</strong> clavo para entender lo que estápasando en la conciencia ética de occidente desde lasegunda guerra mundial. Los únicos int<strong>el</strong>ectuales quedieron con la clave han sido los curas de la teología d<strong>el</strong>a liberación, porque <strong>el</strong> concepto de “pecado estructural”es <strong>el</strong> concepto más interesante que ha parido <strong>el</strong> sigloXX en <strong>el</strong> terreno de la razón práctica, en <strong>el</strong> terrenode la ética. Otra cosa es que lo hayan pensado bien o lohayan pensado mal, pero, hombre, puestos a hablar deética… en un mundo en que las estructuras matan conmucha más eficacia y de forma mucho más masiva qu<strong>el</strong>as personas, joder, no busques cómo pecan las personas,busca cómo pecan las estructuras. Y piensa, en todocaso, qué responsabilidad tienes en que esas estructurasperduren.Pregunta: A mí me parece percibir –no sé si es algoconsciente, o si realmente es así- que en lo que acabasde decir hay una continuidad pero también una modificaciónrespecto de lo que planteabais Santiago Albay tú en Dejar de pensar y en Vol<strong>ver</strong> a pensar. Al menosla sensación que quedaba después de leer aqu<strong>el</strong>los textosera que los int<strong>el</strong>ectuales han dejado de pensar y,por eso, les decíais que volvieran a pensar. Ahora leañades un matiz: al principio de tu respuesta has dichoque hay muchos que lo hacen… pero resulta queesos no tienen un espacio público en <strong>el</strong> que exponer yexplicitar su posicionamiento. Esta cuestión… ¿suponeun matiz respecto de aqu<strong>el</strong>los textos o no?Carlos Fernández-Liria: Realmente no. Supone unmatiz respecto de la situación en que nos encontrábamosSantiago Alba y yo en aqu<strong>el</strong>la época. Creíamos entoncesque estábamos mucho más solos de lo que lo estábamosporque realmente nuestros únicos referentesint<strong>el</strong>ectuales eran los que salían en la prensa que leíamostodos los días. Es decir, no conocíamos a los millaresde int<strong>el</strong>ectuales que en este momento conocemos…pero resulta que en esa época no existía, por ejemplo,reb<strong>el</strong>ion.org, ni internet, ni existían muchas otras re-ISSN:1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comYOUKALI, 1 página 25 Filosofía y política

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!