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YOUKALI, 1 página 6 Filosofía y políticad<strong>el</strong> derecho, sino en La fenomenología d<strong>el</strong> espíritu, en<strong>el</strong> punto en <strong>el</strong> que la razón comprende que su esenciano puede existir en la observación exclusivamente, sinosólo en su propia realización. Heg<strong>el</strong> argumenta qu<strong>el</strong>a realización por sí misma de la razón adopta necesariament<strong>el</strong>a forma de una comunidad (Gemeinschaft),la comunidad uni<strong>ver</strong>sal, no como un ideal, ni en sentidoformal, jurídico, sino como una realidad producidapor individuos concretos. Tiene cuidado, sin embargo,ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comen señalar que <strong>el</strong> uni<strong>ver</strong>sal es producido por individuosque no sólo no trabajan con <strong>el</strong> objetivo de producirla comunidad uni<strong>ver</strong>sal, sino que, por <strong>el</strong> contrario,buscan únicamente satisfacer sus propias necesidades,incluso a expensas de los otros. Es en este punto exactoen <strong>el</strong> que Heg<strong>el</strong> invoca a Smith, especialmente <strong>el</strong>concepto de mercado de Smith, como la forma concretad<strong>el</strong> uni<strong>ver</strong>sal: «El trabajo d<strong>el</strong> individuo para satisfacersus necesidades es tanto una satisfacción de lasnecesidades de los otros como de las suyas propias, ysólo alcanza la satisfacción de sus propias necesidadespor <strong>el</strong> trabajo de los otros. Así como <strong>el</strong> individuo llevaya a cabo en su trabajo individual, inconscientemente,un trabajo uni<strong>ver</strong>sal, produce, a su vez, <strong>el</strong> uni<strong>ver</strong>sal comosu objeto consciente; <strong>el</strong> todo se convierte en obrasuya como un todo por <strong>el</strong> que se sacrifica, y precisamenteasí ese todo le entrega de vu<strong>el</strong>ta su ser propio» 3 .La referencia a Smith aquí es clara. Como argumentaen La riqueza de las naciones, un individuo «en unasociedad civilizada … se hallará constantemente necesitadode la cooperación y ayuda de grandes multitudes»4 . Y, a pesar de la aparente matización introducidapor la expresión «en una sociedad civilizada», unaslíneas más abajo Smith postula la cooperación como lacondición necesaria de la existencia humana per se,llegando a adscribirla a la condición natural de la especie.El miembro individual de «todas las demás especies»es «completamente independiente y en su estadonatural no necesita la asistencia de ninguna otracriatura viviente», mientras que <strong>el</strong> individuo humanose mantiene dependiente y, para su mera supervivencia,«está permanentemente necesitado de la ayuda desus semejantes» 5 . Leído desde la perspectiva deHeg<strong>el</strong>, entonces, la sociedad o la comunidad, no esnecesaria simplemente para <strong>el</strong> progreso y desarrollode la humanidad, es necesaria desde <strong>el</strong> punto de vistade la vida humana misma. La especie no puede reproducirseo sobrevivir si falta la cooperación. La vida d<strong>el</strong>individuo, para Heg<strong>el</strong>, depende de «la vida de un pueblo»(dem Leben eines Volks) que proporciona «<strong>el</strong> mediosustentante uni<strong>ver</strong>sal» necesario para la vida humana6 . Así, es únicamente <strong>el</strong> «poder de todo <strong>el</strong> pueblo»(die Macht des ganzen Volks) 7 <strong>el</strong> que dota al individuocon <strong>el</strong> poder suficiente para existir. En lo uni<strong>ver</strong>salhay vida; en lo particular, sólo muerte. El término«pueblo» debería entenderse aquí como una entidadbiológica, la forma concreta d<strong>el</strong> uni<strong>ver</strong>sal que surge en<strong>el</strong> curso de la historia natural de la humanidad y <strong>el</strong>fundamento irreductible de la vida, la vida humanamisma.Pero si la cooperación necesaria para <strong>el</strong> mantenimientode la vida misma caracteriza la vida y <strong>el</strong> poder de unpueblo, esta misma cooperación debe ser explicada, yfue precisamente al explicar esta cooperación que lafilosofía europea de los siglos XVII y XVIII se dividióen dos bandos opuestos. Smith alude a esta división altiempo que desarrolla su análisis de la forma óptimade cooperación. En particular, se ve forzado a examinar<strong>el</strong> argumento de que existe en <strong>el</strong> individuo humanoun instinto social tan poderoso como <strong>el</strong> interés personalque conduce a los individuos a ayudar a otros enla satisfacción de sus necesidades con la misma fuerzacon que les impulsa a satisfacer las suyas propias. Aquí,la discusión que realiza Smith de la filosofía moral deHutcheson en La teoría de los sentimientos moraleses particularmente interesante. Ya que Hutchenson,siguiendo a Shaftesbury y Butler, postula la existenciade lo que Smith llama una «buena voluntad instintiva»8 , lo que le lleva a devaluar aqu<strong>el</strong>las acciones quetienen su origen en otros motivos, especialmente motivosde interés personal, de modo que, independientementede los efectos de tales acciones, <strong>el</strong> que su origense encuentre en <strong>el</strong> interés personal priva a tales accionesde ser consideradas de ninguna manera como benevolentes.Esto último se convierte, efectivamente, en<strong>el</strong> principio en r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> que incluso <strong>el</strong> mero intentode asegurar la propia supervivencia, esto es, <strong>el</strong>principio de auto-conservación, está expuesto a condenamoral. Significativamente, Smith ve a Mandeville,por otro lado su predecesor en tantos sentidos, comotendiendo simplemente a in<strong>ver</strong>tir la filosofía de la benevolencia.El «sentimiento fraternal» o inclinaciónbenevolente que debería reinar sobre nuestros sentimientoses redefinido como una pasión básica, casi animalque siente incluso <strong>el</strong> más endurecido de los criminales;dado su carácter involuntario, instintivo no puededescribirse como un sentimiento virtuoso más de loque podría hacerse con las pasiones supuestamenteegoístas de la codicia y la lujuria. Es más, la codicia deberíajuzgarse por sus efectos antes que por sus motivos,y los efectos que producen la mayoría de los individuosactuando a instancias de la pasión de la codiciason superiores en muy alto grado comparados con losefectos de la abnegación y la benevolencia. Por lo tanto,la lujuria y la codicia, aunque no sean virtuosas ensí mismas, conducen a la producción no sólo de unmundo próspero, sino de un mundo que puede ser consideradocomo virtuoso en tanto que aliviará los sufrimientosde los pobres con mayor efectividad y enmucho mayor grado que cualquier sistema de caridadque descanse en la abnegación o <strong>el</strong> ascetismo. ParaSmith, <strong>el</strong> problema es que Mandeville se refiere a todaslas acciones guiadas por <strong>el</strong> interés personal como vicios(incluso si «los vicios privados son beneficios públicos»),una reducción que le impide distinguir entre <strong>el</strong>interés personal racional y laudable de un comercianteque busca que su in<strong>ver</strong>sión regrese a él máximamenteacrecentada y <strong>el</strong> comportamiento vicioso de unladrón corriente que busca transferir mi propiedad asu dominio. Smith no considera que «las doctrinas ascéticaspopulares» 9 , respecto a las que <strong>el</strong> sistema deMandeville, tal como él lo lee, supone una respuesta,sean una amenaza seria para la prosperidad de la sociedad.Las pasiones sociales que agrupa bajo <strong>el</strong> nombrede benevolencia no son ni siquiera suficientementecomunes como para interferir con <strong>el</strong> grado de interéspersonal necesario para <strong>el</strong> progreso. La cooperaciónque constituye la existencia necesariamente uni<strong>ver</strong>salde los individuos humanos deriva de que cadauno busque su propia mejora a costa de los otros. Precisamenteporque cada individuo cree que sus accionesredundarán en su provecho, todos actúan de talmanera que llegarán a producir la misma uni<strong>ver</strong>salidadque parecen negar. Para Smith, este «v<strong>el</strong>o de ignorancia»que impide que los individuos conozcan lasconsecuencias benevolentes de sus acciones guiadaspor <strong>el</strong> interés personal es necesario para <strong>el</strong> diseño de latotalidad 10 . Tal como lo expone Séneca en <strong>el</strong> De providentia,un texto crucial para Smith, <strong>el</strong> problema d<strong>el</strong>mal en un mundo gobernado por la providencia es unproblema de conocimiento: «lo que parecen ser malesno lo son realmente» 11 . Así, los individuos son gobernadospor su interés personal con <strong>el</strong> fin de que puedanservir mejor a sus semejantes produciendo e intercambiandotanto como puedan. En un famoso pasaje de Lateoría de los sentimientos morales, Smith remarcaque los ricos, «a pesar de su natural egoísmo y de suavaricia, aunque sólo buscan su propia conveniencia,aunque <strong>el</strong> único fin al que dirigen las labores de las milesde personas que emplean sea la gratificación de suspropios deseos, vanos e insaciables, dividen con los pobres<strong>el</strong> fruto de todas sus propiedades. Una mano invisibl<strong>el</strong>es conduce a realizar casi la misma distribuciónde las cosas necesarias para la vida que habría tenidolugar si la tierra hubiera sido dividida en porcionesiguales entre todos sus habitantes, y así, sin pretenderlo,sin saberlo, promueven <strong>el</strong> interés de la sociedad yaportan medios para la multiplicación de la especie»12 .Es aquí, en r<strong>el</strong>ación con un pasaje que proporcionaciertamente uno de los puntos que sirven de referenciaen mayor grado a la lectura que Heg<strong>el</strong> realiza de Smithen la Fenomenología, donde se clarifican los efectosprecisos de esta lectura. Primero, en la obra de Smith,la discrepancia entre las intenciones y <strong>el</strong> conocimientode los actores individuales y sus acciones, por un lado,y las consecuencias de estas acciones, por <strong>el</strong> otro, es,como hemos visto, un rasgo permanente y necesariode la sociedad. Es, de hecho, como dice claramente <strong>el</strong>propio Smith en las líneas que siguen al pasaje de Lateoría de los sentimientos morales antes citado, <strong>el</strong> designioprovidencial de una sociedad que es <strong>el</strong>la mismaparte de una Providencia uni<strong>ver</strong>sal, ni una teodiceasecular ni una teología económica, sino una continuaciónen <strong>el</strong> mundo humano de la Providencia que gobiernatodas las cosas. De manera interesante, Heg<strong>el</strong>,que no rechaza <strong>el</strong> pensamiento providencial (inclusosi, al historizarlo, termina postulando un fin que sólopuede ser perpetuamente diferido), no puede permitirque <strong>el</strong> desajuste entre conciencia y acción, entre intencióny consecuencia convierta a éstas en funciones deun sistema estable, en los principios mismos de unequilibrio social. Por <strong>el</strong> contrario, este desajuste señalaISSN:1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comYOUKALI, 1 página 7 Filosofía y política

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