YOUKALI, 1 página 86 una no-polémicaposibilidad de <strong>el</strong>udir los mod<strong>el</strong>os estéticos, ideológicos, políticos y sociales que nos han conformado comotales seres sociales, incluido <strong>el</strong> aparentemente clausurado R.W.El productor de discursos “autosuficiente (Gracia, 2001:79)”, y desgraciadamente para los que quieranjugar a “malditos”, no existe. Es más, creo que sólo de personas que no han traspasado <strong>el</strong> estadio psicomentalde la adolescencia se puede esperarreflexiones de tal calado y madurez.Sigamos, pues, pues aún hemos de poner enevidencia que es en <strong>el</strong> malditismo –estadiosuperior d<strong>el</strong> individualismo– donde la r<strong>el</strong>acióncon lo real se recubre de un juego distintopara ocultar la misma fantasmagoría, paracontinuar aceptando <strong>el</strong> estado de las cosas, <strong>el</strong>consenso dentro de los intereses y parámetrosque configuran <strong>el</strong> orden social dado. ¿Seguircada uno nuestro propio camino no esacaso <strong>el</strong> mensaje por exc<strong>el</strong>encia de la ideologíacapitalista? ¿Existen los propios caminos?En <strong>el</strong> mejor de los casos no haríamos sinoseguir uno de los pocos caminos asequibles a nuestra condición social y material. Los propios caminosson la consigna d<strong>el</strong> Capital para des<strong>ver</strong>tebrar <strong>el</strong> ridículo cuerpo social que va quedando. Cada uno alo suyo, cada uno a su redil, su camino, su trabajo, su agujero, nada de asociarse, de sindicarse... nada dereflexionar sobre <strong>el</strong> ser social que, pese a todos los intentos de maquillaje d<strong>el</strong> Capital, somos. Nada mejorque <strong>el</strong> propio camino: <strong>el</strong> aislamiento como estrategia burguesa.Neguemos pues la posibilidad de la búsqueda (y hallazgo) de <strong>ver</strong>dades personales, tanto que unas y otrastambién serían, en última instancia, un fruto social. Es absurdo pensar que yo tengo mi <strong>ver</strong>dad, y tú otray <strong>el</strong> vecino otra y así: eso es basura neokantiana, ejercicios de distracción sobre <strong>el</strong> pensar. La política d<strong>el</strong>a identidad trabaja <strong>el</strong> consenso sobre lo simbólico inocuo al Capital y <strong>el</strong> Estado vendiendo proyectos fijos,estables, individuales (sé tú mismo) y colectivos (regionalistas, patrioteristas, raciales, r<strong>el</strong>igiosos, caritativos,sexuales, de género, etc.), pero que previamente ya han sido d<strong>el</strong>ineados, trazados y fijados por él. Lointeresante de esas configuraciones sociales, de esas mentiras, es saber reconocerlas, romper su encanto,levantar sobre <strong>el</strong>las –y contra <strong>el</strong>las– <strong>el</strong> mapa de nuestra denuncia, nuestra firme voluntad de liquidarlas.Tampoco nos interesa <strong>el</strong> consolador “ahora no pero luego, en <strong>el</strong> futuro, ya <strong>ver</strong>éis cómo mi obra sí quesí...” Hay que insistir en <strong>el</strong>lo en la medida en que –en base a ese consu<strong>el</strong>o en la posteridad– se muere envida, se pierde <strong>el</strong> gesto creador allí donde únicamente nos debe interesar, en <strong>el</strong> presente amenazado, enla reflexión sobre <strong>el</strong> hoy, en <strong>el</strong> ahora que es acto y presencia en <strong>el</strong> mundo, porque ningún día nos esperaen <strong>el</strong> porvenir (Orihu<strong>el</strong>a, 2004).Tenemos que partir d<strong>el</strong> análisis de la contradicción básica de nuestra Historia, la existencia de poseedoresy desposeídos, la lucha de clases, que se prolonga también en “la escritura en tanto que lucha ideológicaen <strong>el</strong> interior de la propia ideología hegemónica (Rodríguez, 2001:51)”.Quienes, como Villena (1997:13; 1999), llaman “ácrata” a R.W., sinceramente, –y, créanme, se lo dicequien lleva ligado al movimiento libertario toda su vida– ofenden a R.W. y ofenden a los anarquistas que,afortunadamente, tienen mejores cosas en qué pensar y trabajar que en contestar a gente como LuisAntonio de Villena.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comPrecisamente porque los textos de R.W., más allá de los textos de un “hijo de su tiempo (Wolfe,2002:81)”, son los textos d<strong>el</strong> tiempo de la ideología burguesa en su facción neoliberal ultraconservadora,nosotros no encontramos en <strong>el</strong>los “reivindicación política de signo alguno o la creencia en la posibilidadde poder infligir al menor golpe a las estructuras sociales.. (López Merino, 2006:7)”. Por <strong>el</strong> contrario,sí detectamos en <strong>el</strong>los que sí está presente (y de forma machacona) <strong>el</strong> empeño en mostrar la ideaabsurda de que la vida de la gente bajo <strong>el</strong> régimen actual está hecha únicamente de pasividad ante lamanipulación y <strong>el</strong> engaño capitalistas. “la obra de Wolfe... no se debe en ningún caso a un afán... de cambiar<strong>el</strong> estado de las cosas (López Merino, 2006:7)”. No es baladí que R.W. se defina como antidemócrata(López Merino, 2006:7), puesto que ésta es la naturaleza de los parámetros político-sociales instauradoscomo hegemónicos. De ahí que sea consustancial –a quienes suscriben, aunque sea inocentemente,la ideología d<strong>el</strong> neoliberalismo triunfante en nuestros días– ser antidemócrata o apolítico, porque alfin y al cabo ser antidemócrata es lo que <strong>el</strong> neoliberalismo nos solicita cada día a cada uno de nosotrospara que nada interfiera en sus planes suicidas.Es <strong>ver</strong>dad que entre la poesía de la experiencia y la d<strong>el</strong> R.W. no hay ruptura sino radicalización d<strong>el</strong> discursoneoliberal. Si la poesía de la experiencia entronca con la <strong>ver</strong>sión blanda d<strong>el</strong> neoliberalismo en sufacción socialdemócrata (Fortes, 2004), la poesía de R.W. se escora desde <strong>el</strong>la hacia posiciones ultraconservadoras.No es que aquéllos sean literariamente conservadores (que también), es que toda la producciónliteraria hecha desde uno u otro bando está destinada a sancionar <strong>el</strong> imaginario neoliberal: desdeninguno de los dos bandos se nos presenta proyecto colectivo alguno de democracia radical, de restituciónd<strong>el</strong> dominio y gestión sobre nuestra propia vida, de transformación de las actuales condiciones deproducción, etc. Son literaturas conservadoras, a secas. De ahí que <strong>el</strong> éxito individual y grupal de la cuadrade Polanco no desmerezca al éxito individual y grupal de quienes han radicalizado <strong>el</strong> discurso neoliberal,más allá de que la ultraderecha siempre haya andado peor de cuadros dentro d<strong>el</strong> funcionariadoideológico de clase.A pesar de esto, no deja de ser cierto que en los años noventa se produjo en <strong>el</strong> campo literario español unfenómeno curioso con <strong>el</strong> surgimiento de grupos y personalidades más o menos conectadas que trataronde combatir al discurso neoliberal en todas sus facciones. Grupos, personalidades, revistas, fanzines ypequeñas editoriales autogestionadas que siguen siendo sistemáticamente ninguneadas, silenciadas yrechazadas por las distintas facciones neoliberales en liza por la hegemonía cultural.No es menos cierto que estos proyectos iniciales,lejos de desaparecer, se han ido afianzandoy depurando. Hoy, con la perspectiva deestos últimos quince años, es fácil comprobarlo lejos que están de eso que los “estudiosos”vienen a llamar realismo sucio los que sobrevivierona aqu<strong>el</strong> progrom, ahondando empecinadamenteen no hacer desaparecer tambiénde la literatura la lucha de clases.Para quienes estaban por hacer de la conscienciacrítica una práctica también simbólica,la estrategia de encuadramiento que proponía<strong>el</strong> fenómeno de la forma-mercancía llamadarealismo sucio no obtuvo ningún éxito, pues nada resultaba más complicado que tratar de conseguirla apropiación y neutralización de un movimiento semiclandestino (desarrollado en los márgenesde la institución Arte) que incidiría con fuerza sobre y desde unas realidades de clase también, dotándo-ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comYOUKALI, 1 página 87 una no-polémica
YOUKALI, 1 página 88 una no-polémicase además de cierta producción de textos críticos que no hacen sino acompañar al que vivimos como unproyecto social de liberación frente al capitalismo.A pesar de <strong>el</strong>lo –y para combatir también desde <strong>el</strong> campo literario los proyectos radicales de transformaciónsocial–, entra en la escena d<strong>el</strong> mercado <strong>el</strong> realismo sucio que habría de aparecer, orquestado por lasestrategias de márketing editorial, para trazar un plan bien distinto, un plan donde las clases subalternasson, en consonancia con la lógica d<strong>el</strong> neoliberalismo ultraconservador, “despojadas de sus valores civilesy culturales... (Fernández Porta, 2004:10-11)” y presentadas como violentas, mezquinas y abyectas(sencillamente porque son así), desde la conformación de discursos de carácter denigratorio que constituyenfinalmente una forma de exclusión de los sujetos. Únicamente la ideología neoliberal estaría dispuestaa consentir su manifestación, con<strong>ver</strong>tida entonces en un mero “decorado... más que como objetode una crítica ideológica sustantiva (Fernández Porta, 2004:10-11)”. Siguiendo esta est<strong>el</strong>a representacional(que –insistimos– es la única que consiente la ideología burguesa en su facción ultraconservadoraa la hora de hacer aparecer a las clases subalternas como sujeto histórico), es lógico que <strong>el</strong> realismosucio plantee y justifique los problemas de la clase trabajadora desde la psicologización de los mismos ydesde estrategias lineales de r<strong>el</strong>ativización(o, en <strong>el</strong> mejor de los casos, desde cierto intentoingenuo de descripción aséptica de lossíntomas que, así expuestos, legitimarían lasr<strong>el</strong>aciones de opresión, explotación y desigualdadque se viven bajo <strong>el</strong> capitalismo).“La recepción d<strong>el</strong> dirty realism lo configurócomo un exitoso y rentable simulacro derealidad...<strong>ver</strong>sión estetizada de las tensionesy desigualdades contemporáneas... unaliteratura que, aun aparentando ser <strong>el</strong> testimoniojevi de la puta calle, sirva de corolarioa las políticas conservadoras (FernándezPorta, 2004:10-11)”.Si, como creen López Merino y otros, R.W. “es <strong>el</strong> más destacado representante de esta línea poética(Ingenschay (2002:46-48)” no seré yo quien les lleve la contraria. Ahora bien, intentar hacer <strong>ver</strong> queJorge Riechmann, Fernando B<strong>el</strong>trán, Enrique Falcón, Eladio Orta, David González, Manu<strong>el</strong> Vilas o yomismo estamos implicados en esa monstruosidad, me parece que tendría que demostrarse más allá d<strong>el</strong>as confusas apreciaciones que de unos y otros hace <strong>el</strong> citado crítico. Jorge Riechmann, Enrique Falcón,Eladio Orta, Antonio Méndez Rubio, David González o yo mismo, que aceptamos estar en <strong>el</strong> totum revolotumque supuso Feroces y en alguna otra antología no menos caótica, no por eso hemos dejado dedenunciar, como aquí queda patente, todo lo que nos aleja de una formulación blanda d<strong>el</strong> hecho literario,la escualidez experiencial trivializada, conformista con <strong>el</strong> estado de cosas y absolutamente ajena(cuando no los mira con desprecio supino) a los movimientos sociales de base y a sus prácticas de transformaciónde la realidad.No es que únicamente nos distancie d<strong>el</strong> realismo sucio nuestros postulados ideológicos, es que son <strong>el</strong>losla pieza fundamental que establece <strong>el</strong> abismo desde <strong>el</strong> que observamos <strong>el</strong> proyecto posmoderno encuadradoen cualquiera de sus ismos literarios. Todos nosotros estamos bien lejos de ajustarnos al mod<strong>el</strong>oingenuista que defiende, como bien anclado referente en <strong>el</strong> positivismo burgués, “una perspectiva neutray objetiva (López Mérino, 2006:20)”, eterno ideal nunca alcanzado a menos que las propuestas coincidancon la neutralidad y la objetividad de las expresiones culturales de las clases dominantes.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comOtra idea no menos inocente (y esta vez extraída de la crítica fenomenológica) es pensar que existe unlector tan fuera d<strong>el</strong> mundo como los mismos escritores d<strong>el</strong> realismo sucio, dueños de un lenguaje expresiónde su yo interior. Lectores, por desgracia, sólo hay en tanto atravesados por las condiciones, circunstanciasy determinaciones de clase. Pensar en la existencia d<strong>el</strong> lector o d<strong>el</strong> consumidor, así en abstracto(idealizado y descarnado), está muy bien para quienes tienen que lidiar con <strong>el</strong> mercado (pues son construccionessuyas), pero es inadmisible para los que consideran la producción de textos como una actividadmás de la lucha de clases y como una forma otra de nuestro compromiso práctico en los movimientossociales emancipatorios en los que trabajamos.“El mundo no es un objeto ubicado allá afuera para ser racionalmente analizado, sobre <strong>el</strong> fondo deun sujeto contemplativo; no es nunca algo de lo cual podamos salir para colocarnos enfrente de él.Emergemos como sujetos d<strong>el</strong> interior de una realidad que nunca podemos objetivar completamente,que abarca al sujeto y al objeto (Eagleton, 1988:82)”.Más allá de toda esa basura neokantiana de la percepción subjetiva individualista, de un ejercicio de autodefensasaldado en vanidad, narcisismo, malditismo u otras formas de conducta insolidaria (reiteradasy hasta sorprendentemente invocadas por <strong>el</strong> realismo sucio), la práctica que aquí nos interesa es la queencarna la deconstrucción d<strong>el</strong> sujeto a imagen de la ideología dominante y su construcción como conscienciaemancipadora, práctica de oposición al orden existente y desafío a lo establecido a través de lamanifestación de lo no permitido. Una práctica que convierta la contradicción en regla, que trabaje –enla medida de lo posible– sobre una dimensión colectivista, cooperativa, en intercambio permanente con<strong>el</strong> resto de las prácticas de la resistencia.Así que, frente a estériles debates, y frente a fatuas maledicencias que pretenden encuadrar determinadasprácticas literarias hoy dentro d<strong>el</strong> realismo sucio (y mañana dentro de cualquier otro istmo salido dealguna calenturienta cabeza de algún oscuro funcionario ideológico de clase), sepan todos que, lejos deescu<strong>el</strong>as, en lo que algunos siempre hemos creído es en los compañeros de viaje: gente real, tangible,movilizable, solidaria, trabajadores también d<strong>el</strong> campo simbólico que siguen estando por generar “unnuevo uni<strong>ver</strong>so simbólico, un modo de mirar y decir, desarrollado desde (y para) <strong>el</strong> proyecto de construiruna sociedad liberada y una cooperación consciente para la vida, que excluya toda forma deexplotación y dominación (García d<strong>el</strong> Campo, 2001:13)”, cooperando, avanzando en propuestas,aumentando tanto en capacidad como en la organización de nuestros colectivos y asociaciones y favoreciendosu articulación antagónica y alternativa a las instituciones d<strong>el</strong> Capital.Será necesario recordarles a los antidemocrátas y los apolíticos d<strong>el</strong> realismo sucio que no hay necesidadde llevar la política a la literatura, porque siempre ha estado ahí. Toda poesía se vu<strong>el</strong>ve política sencillamenteporque toda poesía es política, nos posiciona. Si no hay posicionamiento, si no hay ideología quesustente nuestros discursos, estamos echando mano de la ideología burguesa dominante, y de formainconsciente estamos informando nuestro discurso de aqu<strong>el</strong>lo que decimos rechazar. Aceptemos quetodos hacemos poesía política, como política es la naturaleza de la crítica con<strong>ver</strong>tida en “<strong>el</strong> discurso quereglamenta, legitima o normativiza <strong>el</strong> discurso de la ideología burguesa (Rodríguez, 2001:23)”.Defendemos aquí, hoy como hace quince años, una práctica de la poesía con<strong>ver</strong>tida en práctica de indagación,de rev<strong>el</strong>ación, de desv<strong>el</strong>amiento, reconociendo que toda esa práctica se hace desde un lugar, <strong>el</strong>d<strong>el</strong> poeta, y por un ser concreto, un ciudadano; sobre unas determinadas circunstancias, que no son poéticas,ni funcionan como tales hasta que no intervenimos con nuestro trabajo sobre <strong>el</strong>las, y que lo hacemosdesde una configuración de lo real que es a lo que, desde aquí, ap<strong>el</strong>amos como ideológica.Cuanto más presente la contradicción, más valor tendrá la poesía y, sobre todo, más libre será <strong>el</strong> sujetoISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comYOUKALI, 1 página 89 una no-polémica
- Page 2 and 3: Youkali: revista crítica de las ar
- Page 4 and 5: YOUKALI, 1 página 6 Filosofía y p
- Page 6 and 7: YOUKALI, 1 página 10 Filosofía y
- Page 8 and 9: YOUKALI, 1 página 14 Filosofía y
- Page 10 and 11: YOUKALI, 1 página 18 Filosofía y
- Page 12 and 13: YOUKALI, 1 página 22 Filosofía y
- Page 14 and 15: YOUKALI, 1 página 26 Filosofía y
- Page 16 and 17: YOUKALI, 1 página 30 Filosofía y
- Page 18 and 19: YOUKALI, 1 página 34 Filosofía y
- Page 20 and 21: YOUKALI, 1 página 38 Filosofía y
- Page 22 and 23: YOUKALI, 1 página 42 Filosofía y
- Page 24 and 25: YOUKALI, 1 página 46 Filosofía y
- Page 26 and 27: YOUKALI, 1 página 50 Filosofía (y
- Page 28 and 29: YOUKALI, 1 página 54 Filosofía (y
- Page 30 and 31: YOUKALI, 1 página 58 Filosofía (y
- Page 32 and 33: YOUKALI, 1 página 62 Filosofía (y
- Page 34 and 35: YOUKALI, 1 página 66 Elementos de
- Page 36 and 37: YOUKALI, 1 página 70 Elementos de
- Page 38 and 39: YOUKALI, 1 página 74 Elementos de
- Page 40 and 41: YOUKALI, 1 página 78 Elementos de
- Page 42 and 43: YOUKALI, 1 página 82 una no-polém
- Page 46 and 47: YOUKALI, 1 página 90 una no-polém
- Page 48 and 49: YOUKALI, 1 página 94 una no-polém
- Page 50 and 51: YOUKALI, 1 página 98 una no-polém
- Page 52 and 53: YOUKALI, 1 página 102 una no-polé
- Page 54 and 55: YOUKALI, 1 página 106 una no-polé
- Page 56 and 57: YOUKALI, 1 página 110 una no-polé
- Page 58 and 59: YOUKALI, 1 página 114 una no-polé
- Page 60 and 61: YOUKALI, 1 página 118 Análisis de
- Page 62 and 63: YOUKALI, 1 página 122 Análisis de
- Page 64 and 65: YOUKALI, 1 página 126 Análisis de
- Page 66 and 67: YOUKALI, 1 página 130 Análisis de
- Page 68: YOUKALI, 1 página 134 Un clásico,