YOUKALI, 1 página 98 una no-polémicaque los convierte en escaparates idóneos para las mercancías artísticas, los neov<strong>el</strong>locinos de plástico. Elarte ya no inspira al mercado, a la publicidad, al cine, a las artes menores, sino que ahora son éstas laque imponen los estilos, la maniera. Son las necesidades de la venta de nuevos productos y la urgenciade fabricar nuevos acontecimientos, las musas que dictan al oído d<strong>el</strong> creador <strong>el</strong> camino a seguir.Enterrado para siempre <strong>el</strong> Mecenas, <strong>el</strong> sponsor, nuevo patrocinador, diseña sus propias campañas deautopromoción. Los museos de arte contemporáneo, absurdos hace apenas 50 años, proliferan comohongos en cualquier centro urbano d<strong>el</strong> “mundo desarrollado”. Atrayendo a un gran número de públicocon su publicidad d<strong>el</strong> retablo de las maravillas recubierto de cristales, escaleras mecánicas, formascaprichosas, cafeterías de lujo y merchandising de pap<strong>el</strong>ería con <strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo “yo ya he estado aquí”. El arteal servicio d<strong>el</strong> poder no es nuevo. Lo que si podríamos <strong>ver</strong> como algo novedoso es <strong>el</strong> discurso artísticoque este nuevo propietario, <strong>el</strong> capitalismo posmoderno, demanda. Así la oferta artística se convierte enoferta de opiniones para todos los gustos. Da igual una fotográfica representación kitsch de cuatrometros por cuatro de un coito, que una minuciosa maqueta de los horrores de los campos de exterminionazis; da igual un lienzo expresionista colgado al revés que un par de fluorescentes encendidos. Todocabe, todo vale. Tú <strong>el</strong>iges. Todo lo que un reducido grupo de expertos haya decidido calificar como Arte,todo lo que se preste al frenético cambiode las modas y las etiquetas, estálisto para ser venerado: Neo-concretismo-tecnológico,hiper-constructivismo-dadaísta-conceptual,Nuevo-mitologísmo-individual-cosificante,ultraneo-pop-figurativo,super-funky-coolintimista…Hay que epatar al puebloporque <strong>el</strong> pueblo quiere circo y quieresangre. Eso sí, siempre nuevo, r<strong>el</strong>uciente,grande, bien empaquetado ycatalogado en su correspondienteestante d<strong>el</strong> hipermercado artístico.La provocación vacua vanguardista dispuestaa ocupar los altares de la nueva r<strong>el</strong>igiónmercado.El malditismo como forma estandarizada de reb<strong>el</strong>día posmoderna.Convencidos, tristemente convencidos, no falta quien exhiba la desesperación como única forma de esperanza.La aceptación maldiciente como una reb<strong>el</strong>ión irónica d<strong>el</strong> que, mirando por encima d<strong>el</strong> hombro nosasegura estar de vu<strong>el</strong>ta de un lugar al que jamás se ha ido. La reb<strong>el</strong>día mercantilizada y maldita es unamuestra más d<strong>el</strong> infantilismo imperante d<strong>el</strong> consumidor; <strong>el</strong> maldito siempre es enfant terrible, porquees sobre todo enfant: <strong>el</strong> eterno consumidor aferrándose con uñas y dientes a una adolescencia inagotable,hipertrofia de un Yo que afirma haber salido d<strong>el</strong> rebaño; yo soy él único genuino, sólo yo he alcanzadolas simas de la desesperación, sólo yo conozco los abismos de la inmundicia, solo yo soy Yo solo: ¡Soyinfinitamente peor que vosotros y eso me hace ser genuinamente humano, auténticamente individual!Esta mercancía puramente adolescente tiene reservado un lugar preferente en las estanterías d<strong>el</strong> supermercadoglobal de estilos de vida. La Hidra sabe que la mejor forma de asumir toda disensión es con<strong>ver</strong>tirlaen pose nihilista. El maldito, en su d<strong>el</strong>irio autoreferencial, es neutralizado ya que se vu<strong>el</strong>ve incapazde cualquier problematización de la realidad, de cualquier manifestación de las contradicciones, decualquier posibilidad de cambio, de la más mínima creatividad. Creatividad como la capacidad de ofrecerresistencia al entorno, de manipular lo ya dado en busca de nuevos caminos, de vivir una vida plenamentehumana. El maldito, convencido de ser <strong>el</strong> superhombre nietzscheano, no es más que ese últimoISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comhombre al servicio d<strong>el</strong> nuevo Dios posmoderno, cínico, insolente y narcisista. Su peculiar forma desituarse más allá d<strong>el</strong> bien y d<strong>el</strong> mal es <strong>el</strong> mejor tributo a los altares de la posmodernidad, que todo loiguala. Por eso <strong>el</strong> maldito se revu<strong>el</strong>ca por <strong>el</strong> fango de la inmundicia, como prueba soberana de que sóloél es capaz de asumir la inevitable suciedad de la realidad: la acepta y se regodea en <strong>el</strong>la y, de esa forma,la reafirma y anula toda posibilidad creativa de escape. En poesía, escultura, pintura, periodismo, t<strong>el</strong>evisióno cine, <strong>el</strong> maldito construye un discurso pretendidamente sucio y realista. Sin embargo, susregü<strong>el</strong>dos, pedos, palabrotas, heterodoxia y ferocidad nada cambian, a nadie ofenden ni escandalizan.Este resultado es insubsanable, pues, dados los principios desde que se origina, su obra se entrega voluntariamente,con las manos en alto, como una más, a la confusión posmoderna triunfante.Más que cam<strong>el</strong>lo, león o niño, <strong>el</strong> estadio de transformación d<strong>el</strong> espíritu d<strong>el</strong> maldito posmoderno es <strong>el</strong>cerdo: animal, por cierto, d<strong>el</strong> que todo se aprovecha y se vende.Aunque <strong>el</strong> lenguaje sea gran parte de la trampa, no es toda la solución.Desterrados al sector servicios, cada vez más manos no tocan más que bits e ideas. Miles, tal vez millones,de personas experimentamos una cotidianidad que produce nada y dinero.El horror y la b<strong>el</strong>leza que nos alcanzan es multimedia; la comunicación, a distancia e interactiva; loshechos, ajenos e informativos. Solo aceptamos tener problemas inmateriales. Hay innumerables convencidosde que para nuestra desgracia o f<strong>el</strong>icidad se muestra irr<strong>el</strong>evante la calidad d<strong>el</strong> aire, la fealdad d<strong>el</strong>entorno, la monstruosa vacuidad de nuestros trabajos, la explotación laboral a que somos sometidos, lainsipidez de los alimentos y los amores o la guerra total de nuestras ciudades. Los problemas se llamanautoestima, int<strong>el</strong>igencia emocional, equilibrio afectivo o capacidad de liderazgo.Todo transcurre en <strong>el</strong> interior de cada uno, mientras que <strong>el</strong> exterior se convierte en un espacio para laespeculación, la información o la in<strong>ver</strong>sión: <strong>el</strong> mundo es sustituido por <strong>el</strong> lenguaje. Lo simbólico, ese flujocomún, propio y extraño, pliegue de múltiples dimensiones que nos conforma y nos enajena, instrumentoque nos capacita y nos limita, se hincha e hipertrofia, con afán totalitario. El mundo es un texto. Larealidad un problema sintáctico. La hermenéutica y la pragmática d<strong>el</strong> texto imponen sus presupuestosepistemológicos a cualquier forma de conocimiento que suponga que junto a, por debajo de, a través d<strong>el</strong>lenguaje, se da algo no-simbólico. Exclusivamente desde <strong>el</strong> símbolo construimos <strong>el</strong> mundo, lo descontextualizamos,lo impugnamos y lo reconstruimos; pero ni lo habitamos, ni nos habita. Abrumados por unestructura de poder económico que nos sobreinforma, construye nuestros placeres, fomenta nuestronarcisismo, nos sienta en las galeras d<strong>el</strong> consumo y <strong>el</strong> trabajo, mientras que también mata a tiros, ahambre, a prisas, a tristeza y a desesperación, nos proponemos llegar al fondo desfondado d<strong>el</strong> problema(al que nadie llegó) antes de cualquier una solución. Permanecemos permanentemente hambrientosde una teoría que no nos alimenta: la primera pregunta que tantea buscando una salida inicia untiovivo narcisista de interrogaciones semovientes que se muerden la cola. La teoría posmoderna teorizasobre una teoría que teoriza sobre si misma sin fin. Sin conclusión posible, parar resulta difícil: es lademostración de la capacidad int<strong>el</strong>ectual propia y la identidad lo único que deja en pie este vendaval.En cualquier caso, la cadena de razonamientos enlazados es tan larga, que se muestra imposible deremontar. Si finalmente lo conseguimos, cuando, por fin hemos conseguido regresar a casa, alguien laha derruido y <strong>el</strong> desierto la ha tomado.El lenguaje totalizado nos vu<strong>el</strong>ve inoperantes: ciegos que realizan confusas prácticas en un int<strong>el</strong>ectualcampo de tiro.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comYOUKALI, 1 página 99 una no-polémica
YOUKALI, 1 página 100 una no-polémicaHuir de Jauja.Esperanza, ¡que la hay!: frente al “aquí dentro” y “ahí afuera” que engloba la totalidadcapitalista, construir un “aquí afuera”, un “ahí adentro”.Un lugar de encuentro, desrentabilizado y comunitario. Una zona desmilitarizada, donde sentarnos arecuperar la calma y encontrar, de nuevo, lo común. Aprovechar las fisuras, las grietas, para que <strong>el</strong> deseo,escapándose por <strong>el</strong>las, se libere de la frustración constante que le imponen las vías predeterminadas d<strong>el</strong>consumo constante.El capital, y más <strong>el</strong> capital posmoderno, se apoya en un per<strong>ver</strong>so mecanismo; la homogeinización de todolo di<strong>ver</strong>so. La r<strong>el</strong>igión d<strong>el</strong> intercambio, que convierte toda posible manifestación humana en mercancía,es un poderoso agente de abstracción: para que todo sea equiparable y conmensurable es preciso vaciarlode su contenido material, de su especificidad diferencial. Para que cualquier cosa sea expresión de unvalor, valor de cambio, hay que vol<strong>ver</strong>se ciegos a las peculiaridades materiales en las que se apoyan susvalores de uso. Las cualidades concretas de las tareas se transforman en la vacuidad d<strong>el</strong> trabajo reguladopor horarios y salarios; las capacidades específicas de los alumnos en nota numérica que permite situarlesen un ranking. Al capital sólo le interesan las formas, desprecia las materias: de tal modo, sí puedensumarse peras y manzanas, cadá<strong>ver</strong>es y beneficios, anh<strong>el</strong>os y cachivaches. La pesadilla totalitaria es unpermanente balance empresarial donde nada queda sin registrarse, donde toda realidad, debidamenteprivada de su contenido, ocupa su lugar en la columna d<strong>el</strong> debe o <strong>el</strong> haber. Esta es la genuina realidad d<strong>el</strong>a alienación, de la enajenación. ¿Qué hacer entonces?Recuperar la cordura y despertar. No perder de vista la diferencia intrínseca de cada cosa y potenciar lacapacidad transformadora de cada cual, la animalidad humanizante. Vol<strong>ver</strong> a la tarea, desechar los resultadospreconcebidos y <strong>ver</strong> a dónde nos llevan los procesos. Olvidar las necesidades creadas, publicitadas,y crear para satisfacción de nuestras necesidades. Abandonar la carrera, dejar de correr en círculo, y detenersea caminar hombro con hombro charlando con <strong>el</strong> de al lado. Reconocer los límites, explorarlos, acatarlos.No medirnos: abandonar <strong>el</strong> torneo, la contienda, para empezar de <strong>ver</strong>as a librar la lucha. Recobrarnuestras manos para mod<strong>el</strong>ar, acariciar o abofetear la insulsa y babosa cara de Narciso. Olvidar <strong>el</strong> sabererudicióny emprender <strong>el</strong> conocimiento búsqueda. Entre lo uno y lo otro buscar siempre <strong>el</strong> tercero(supuestamente) excluido. En definitiva vivir, convivir; no ser vividos.V.Entre <strong>el</strong> dormir y <strong>el</strong> soñarhay una tercera cosa.Adivínala.XXXV.Ya maduró un nuevo cero,que tendrá su devoción:un ente de acción tan huerocomo un ente de razón.LIII.Tras <strong>el</strong> vivir y <strong>el</strong> soñar,está lo que más importa:despertar.Los tres poemas finales son de A. Machado.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comLITERATURA Y POLÍTICABAJO EL CAPITALISMO*Describiremos <strong>el</strong> contexto en que hoy ha de abrirse paso un texto sobre literatura y política que no pidaperdón, que no acuda a generalidades tales como <strong>el</strong> principal compromiso d<strong>el</strong> escritor es con su propiaobra, que quiera para sí un mayor margen de precisión y <strong>el</strong>ija ser llamado: literatura y política bajo <strong>el</strong>capitalismo.En su libro Entre la pluma y <strong>el</strong> fusil, que lleva por subtítulo “Debates y dilemas d<strong>el</strong> escritor revolucionarioen América Latina”, Claudia Gilman afirma en r<strong>el</strong>ación a la cultura militante y revolucionaria de losaños 60-70: “Esta época constituye la gran expectativa frustrada, <strong>el</strong> canto de cisne de la cultura letradaen América latina y en <strong>el</strong> mundo. Conocemos los hechos: la revolución mundial no tuvo lugar. Esa comunidadde izquierda, tan potente en su producción de discursos y tan convincente respecto de los cambiosque anunciaba; y ese período, en <strong>el</strong> cual grandes masas se movilizaron como pocas veces antes, ¿fue resultadode una ilusión sin fundamento?”. Desde una pequeña revista argentina, Lucha de clases, alguienllamado Demián Paredes escribe a su vez sobre <strong>el</strong> libro de Gilman y juzga que la autora sólo entiende enun sentido romántico o superficial “la pérdida d<strong>el</strong> Che y <strong>el</strong> aborto d<strong>el</strong> proceso chileno y toda la reacciónque se instala en los setenta –y aún antes, ¡Brasil!- con las dictaduras militares en <strong>el</strong> Cono Sur”. La autora,en un gesto int<strong>el</strong>ectual poco frecuente hoydía, se toma <strong>el</strong> trabajo de contestar a la pequeñarevista señalando que en <strong>el</strong> primer capítulod<strong>el</strong> libro <strong>el</strong>la misma se ha preguntadosi no es posible pensar que “la sucesión degolpes militares y represiones brutales fueuna respuesta imbuida de la misma convicciónde que la revolución estaba por llegar (yque por lo tanto era necesario combatirla); seha preguntado y cita: “¿Estaban errados losdiagnósticos o las r<strong>el</strong>aciones de fuerza se modificaroncon <strong>el</strong> propósito de sofocar pulsionesrevolucionarias existentes?”. A lo que DemiánParedes responde: “Efectivamente fueasí, como señala en último término”. Esto es:efectivamente las r<strong>el</strong>aciones de fuerza se modificaroncon <strong>el</strong> propósito de sofocar pulsiones revolucionarias existentes. Nos interesa señalar <strong>el</strong> procesopor <strong>el</strong> cual una afirmación como la anterior que muchos aún hoy juzgamos evidente, pierde <strong>el</strong> derechoa existir y debe por <strong>el</strong> contrario ser formulada en términos interrogativos. Lo que está en juego es ladiferencia entre <strong>el</strong> fracaso y la derrota, entendiendo por fracaso <strong>el</strong> hecho de no dar una cosa <strong>el</strong> resultadoperseguido con <strong>el</strong>la por multitud de factores que pueden ser inherentes a la cosa misma, mientras que laderrota ha de ser infligida por otro. La diferencia es grave porque a través de <strong>el</strong>la se dirime <strong>el</strong> rumbo, la* este artículo se publicó originariamente en <strong>el</strong> número 21 de la revista Guaraguaopor B<strong>el</strong>én GopeguiISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comYOUKALI, 1 página 101 una no-polémica
- Page 2 and 3: Youkali: revista crítica de las ar
- Page 4 and 5: YOUKALI, 1 página 6 Filosofía y p
- Page 6 and 7: YOUKALI, 1 página 10 Filosofía y
- Page 8 and 9: YOUKALI, 1 página 14 Filosofía y
- Page 10 and 11: YOUKALI, 1 página 18 Filosofía y
- Page 12 and 13: YOUKALI, 1 página 22 Filosofía y
- Page 14 and 15: YOUKALI, 1 página 26 Filosofía y
- Page 16 and 17: YOUKALI, 1 página 30 Filosofía y
- Page 18 and 19: YOUKALI, 1 página 34 Filosofía y
- Page 20 and 21: YOUKALI, 1 página 38 Filosofía y
- Page 22 and 23: YOUKALI, 1 página 42 Filosofía y
- Page 24 and 25: YOUKALI, 1 página 46 Filosofía y
- Page 26 and 27: YOUKALI, 1 página 50 Filosofía (y
- Page 28 and 29: YOUKALI, 1 página 54 Filosofía (y
- Page 30 and 31: YOUKALI, 1 página 58 Filosofía (y
- Page 32 and 33: YOUKALI, 1 página 62 Filosofía (y
- Page 34 and 35: YOUKALI, 1 página 66 Elementos de
- Page 36 and 37: YOUKALI, 1 página 70 Elementos de
- Page 38 and 39: YOUKALI, 1 página 74 Elementos de
- Page 40 and 41: YOUKALI, 1 página 78 Elementos de
- Page 42 and 43: YOUKALI, 1 página 82 una no-polém
- Page 44 and 45: YOUKALI, 1 página 86 una no-polém
- Page 46 and 47: YOUKALI, 1 página 90 una no-polém
- Page 48 and 49: YOUKALI, 1 página 94 una no-polém
- Page 52 and 53: YOUKALI, 1 página 102 una no-polé
- Page 54 and 55: YOUKALI, 1 página 106 una no-polé
- Page 56 and 57: YOUKALI, 1 página 110 una no-polé
- Page 58 and 59: YOUKALI, 1 página 114 una no-polé
- Page 60 and 61: YOUKALI, 1 página 118 Análisis de
- Page 62 and 63: YOUKALI, 1 página 122 Análisis de
- Page 64 and 65: YOUKALI, 1 página 126 Análisis de
- Page 66 and 67: YOUKALI, 1 página 130 Análisis de
- Page 68: YOUKALI, 1 página 134 Un clásico,