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YOUKALI, 1 página 100 una no-polémicaHuir de Jauja.Esperanza, ¡que la hay!: frente al “aquí dentro” y “ahí afuera” que engloba la totalidadcapitalista, construir un “aquí afuera”, un “ahí adentro”.Un lugar de encuentro, desrentabilizado y comunitario. Una zona desmilitarizada, donde sentarnos arecuperar la calma y encontrar, de nuevo, lo común. Aprovechar las fisuras, las grietas, para que <strong>el</strong> deseo,escapándose por <strong>el</strong>las, se libere de la frustración constante que le imponen las vías predeterminadas d<strong>el</strong>consumo constante.El capital, y más <strong>el</strong> capital posmoderno, se apoya en un per<strong>ver</strong>so mecanismo; la homogeinización de todolo di<strong>ver</strong>so. La r<strong>el</strong>igión d<strong>el</strong> intercambio, que convierte toda posible manifestación humana en mercancía,es un poderoso agente de abstracción: para que todo sea equiparable y conmensurable es preciso vaciarlode su contenido material, de su especificidad diferencial. Para que cualquier cosa sea expresión de unvalor, valor de cambio, hay que vol<strong>ver</strong>se ciegos a las peculiaridades materiales en las que se apoyan susvalores de uso. Las cualidades concretas de las tareas se transforman en la vacuidad d<strong>el</strong> trabajo reguladopor horarios y salarios; las capacidades específicas de los alumnos en nota numérica que permite situarlesen un ranking. Al capital sólo le interesan las formas, desprecia las materias: de tal modo, sí puedensumarse peras y manzanas, cadá<strong>ver</strong>es y beneficios, anh<strong>el</strong>os y cachivaches. La pesadilla totalitaria es unpermanente balance empresarial donde nada queda sin registrarse, donde toda realidad, debidamenteprivada de su contenido, ocupa su lugar en la columna d<strong>el</strong> debe o <strong>el</strong> haber. Esta es la genuina realidad d<strong>el</strong>a alienación, de la enajenación. ¿Qué hacer entonces?Recuperar la cordura y despertar. No perder de vista la diferencia intrínseca de cada cosa y potenciar lacapacidad transformadora de cada cual, la animalidad humanizante. Vol<strong>ver</strong> a la tarea, desechar los resultadospreconcebidos y <strong>ver</strong> a dónde nos llevan los procesos. Olvidar las necesidades creadas, publicitadas,y crear para satisfacción de nuestras necesidades. Abandonar la carrera, dejar de correr en círculo, y detenersea caminar hombro con hombro charlando con <strong>el</strong> de al lado. Reconocer los límites, explorarlos, acatarlos.No medirnos: abandonar <strong>el</strong> torneo, la contienda, para empezar de <strong>ver</strong>as a librar la lucha. Recobrarnuestras manos para mod<strong>el</strong>ar, acariciar o abofetear la insulsa y babosa cara de Narciso. Olvidar <strong>el</strong> sabererudicióny emprender <strong>el</strong> conocimiento búsqueda. Entre lo uno y lo otro buscar siempre <strong>el</strong> tercero(supuestamente) excluido. En definitiva vivir, convivir; no ser vividos.V.Entre <strong>el</strong> dormir y <strong>el</strong> soñarhay una tercera cosa.Adivínala.XXXV.Ya maduró un nuevo cero,que tendrá su devoción:un ente de acción tan huerocomo un ente de razón.LIII.Tras <strong>el</strong> vivir y <strong>el</strong> soñar,está lo que más importa:despertar.Los tres poemas finales son de A. Machado.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comLITERATURA Y POLÍTICABAJO EL CAPITALISMO*Describiremos <strong>el</strong> contexto en que hoy ha de abrirse paso un texto sobre literatura y política que no pidaperdón, que no acuda a generalidades tales como <strong>el</strong> principal compromiso d<strong>el</strong> escritor es con su propiaobra, que quiera para sí un mayor margen de precisión y <strong>el</strong>ija ser llamado: literatura y política bajo <strong>el</strong>capitalismo.En su libro Entre la pluma y <strong>el</strong> fusil, que lleva por subtítulo “Debates y dilemas d<strong>el</strong> escritor revolucionarioen América Latina”, Claudia Gilman afirma en r<strong>el</strong>ación a la cultura militante y revolucionaria de losaños 60-70: “Esta época constituye la gran expectativa frustrada, <strong>el</strong> canto de cisne de la cultura letradaen América latina y en <strong>el</strong> mundo. Conocemos los hechos: la revolución mundial no tuvo lugar. Esa comunidadde izquierda, tan potente en su producción de discursos y tan convincente respecto de los cambiosque anunciaba; y ese período, en <strong>el</strong> cual grandes masas se movilizaron como pocas veces antes, ¿fue resultadode una ilusión sin fundamento?”. Desde una pequeña revista argentina, Lucha de clases, alguienllamado Demián Paredes escribe a su vez sobre <strong>el</strong> libro de Gilman y juzga que la autora sólo entiende enun sentido romántico o superficial “la pérdida d<strong>el</strong> Che y <strong>el</strong> aborto d<strong>el</strong> proceso chileno y toda la reacciónque se instala en los setenta –y aún antes, ¡Brasil!- con las dictaduras militares en <strong>el</strong> Cono Sur”. La autora,en un gesto int<strong>el</strong>ectual poco frecuente hoydía, se toma <strong>el</strong> trabajo de contestar a la pequeñarevista señalando que en <strong>el</strong> primer capítulod<strong>el</strong> libro <strong>el</strong>la misma se ha preguntadosi no es posible pensar que “la sucesión degolpes militares y represiones brutales fueuna respuesta imbuida de la misma convicciónde que la revolución estaba por llegar (yque por lo tanto era necesario combatirla); seha preguntado y cita: “¿Estaban errados losdiagnósticos o las r<strong>el</strong>aciones de fuerza se modificaroncon <strong>el</strong> propósito de sofocar pulsionesrevolucionarias existentes?”. A lo que DemiánParedes responde: “Efectivamente fueasí, como señala en último término”. Esto es:efectivamente las r<strong>el</strong>aciones de fuerza se modificaroncon <strong>el</strong> propósito de sofocar pulsiones revolucionarias existentes. Nos interesa señalar <strong>el</strong> procesopor <strong>el</strong> cual una afirmación como la anterior que muchos aún hoy juzgamos evidente, pierde <strong>el</strong> derechoa existir y debe por <strong>el</strong> contrario ser formulada en términos interrogativos. Lo que está en juego es ladiferencia entre <strong>el</strong> fracaso y la derrota, entendiendo por fracaso <strong>el</strong> hecho de no dar una cosa <strong>el</strong> resultadoperseguido con <strong>el</strong>la por multitud de factores que pueden ser inherentes a la cosa misma, mientras que laderrota ha de ser infligida por otro. La diferencia es grave porque a través de <strong>el</strong>la se dirime <strong>el</strong> rumbo, la* este artículo se publicó originariamente en <strong>el</strong> número 21 de la revista Guaraguaopor B<strong>el</strong>én GopeguiISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comYOUKALI, 1 página 101 una no-polémica

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