YOUKALI, 1 página 42 Filosofía y políticaria y necesaria transmisión y conservación de lo ya sabido,es una continua puesta a prueba de lo asertado.Al continuado poner a prueba de hipótesis y teorías, alponerlas a prueba en la observación y en la experimentación,en <strong>el</strong> examen lógico y en la argumentación teórica,incluso en <strong>el</strong> acuerdo o desacuerdo con <strong>el</strong> (des)equilibrioideológico reinante y a la superación, siempreprovisional de esas pruebas, es a lo que llamo demostración.Y la investigación no es algo diferente de la demostración.La ciencia no investiga tanto la realidadcomo la capacidad que un aserto o teoría tiene de superartodas las pruebas que, en un momento dado,puedan idearse contra <strong>el</strong>la.La demostración, la puesta a prueba y superación provisionalde lo asertado, no puede dejar de ir acompañadode un esfuerzo continuado por deshacerse de lasevidencias. Todo lo que se presente como evidente, todolo que, por la razón que sea, vaya de suyo, todo loque conspire para librarse de ser puesto a prueba, vengade donde venga, es un obstáculo interno a la propiainvestigación, contra <strong>el</strong> que ésta tiene que alzarse encolerizadasi no quiere asfixiarse en la memez. La luchade la ciencia, por tanto, nada más que por esta primeralucha contra las evidencias, es ya una lucha intestinacontra lo que, dentro de la propia ciencia, bloqueasu actividad.La demostración, en su ponerse pruebas y superarlasy en su luchar contra las evidencias, va construyendosu objeto, aqu<strong>el</strong>lo con lo que irá conociendo una parc<strong>el</strong>ad<strong>el</strong> mundo. Construir su objeto, no obstante, escomo construir una fortaleza de demostraciones. Planchasde pruebas superadas y otros materiales recogidosde aquí y de allá para poder superar las pruebas sevan articulando unos con otros hasta formar una máquinade conocimiento. Y, entonces, la evidencia dejade ser algo con lo que la demostración se encontraba ypasa a ser algo que la propia demostración produce. SeISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comcrean, así, todas las condiciones para una lucha intestinamás feroz todavía. Son los mismos esfuerzos pormantener abierta la tensión entre la demostración y laevidencia que constituye la práctica científica desde suexpresión más básica, pero ahora <strong>el</strong>evados a un niv<strong>el</strong>más alto. El esfuerzo por que la tensión entre demostracióny evidencia siga a ci<strong>el</strong>o abierto, condición indispensablepara que haya ciencia, lleva a construir máquinasde conocimiento capaces de ponerse a pruebacon otras máquinas de conocimiento.La política en la ciencia se presenta, entonces, como <strong>el</strong>conflicto entre, por un lado, la obnubilación ante la potenciaexplicativa de una máquina de conocimiento y,por otro, <strong>el</strong> imperativo de la demostración. La obnubilacióngenera evidencias de segundo grado la principalde las cuales podría ser la impresión de haber concluidoya toda investigación, esto es, creer conocer perfectamenteuna parc<strong>el</strong>a de la realidad. Esta impresión,paradójicamente, es <strong>el</strong> certificado de defunción de laciencia. Si no hay investigación, tampoco hay ciencia.Por su parte, la demostración no puede desarrollarse sino hay evidencias que poner a prueba, al tiempo quesu desarrollo no puede dejar de generar nuevas evidencias.Por <strong>el</strong>lo, la demostración, además de ser lapuesta a prueba de toda aserción, es la manifestaciónd<strong>el</strong> conflicto, la declaración de que no hay ni puede haberacuerdo final ni con <strong>el</strong> mundo ni entre científicos,la defensa de que la ciencia es una tarea interminable.El arte también está desajustado, está desajustado respectoa la vida. En un doble sentido, <strong>el</strong> arte pertenecea la vida y la vida pertenece al arte. El antagonismosurge d<strong>el</strong> choque entre <strong>el</strong> esfuerzo de la práctica artísticapor separarse de la vida y <strong>el</strong> esfuerzo contrario porentregarse enteramente a <strong>el</strong>la.Es posible plantear la tensión también con otros conceptos,los conceptos de expresión e invención. Hayexpresión artística cuando una realidad cualquiera estrasladada desde <strong>el</strong> ámbito propio de una de las prácticashumanas hasta un espacio de desinterés dondesólo cuenta <strong>el</strong> ofrecerse desnudo de esa realidad. Hayinvención artística cuando se hacen proliferar las realidadeso los puntos de vista sobre las realidades, losmundos o las experiencias que pueblan los ámbitos d<strong>el</strong>as prácticas humanas. Cuando en la práctica artísticadomina la expresión, la preocupación reinante consisteen la fid<strong>el</strong>idad a lo expresado y al modo de expresión,al contenido y a la forma. Cuando, por <strong>el</strong> contrario,consigue prevalecer la invención, la práctica artísticase guía por la infid<strong>el</strong>idad, la deslealtad a lo que hay,a la realidad que domina, y al modo en que existe y domina.La invención introduce siempre <strong>el</strong> conflicto, lopresenta a la vista de todos, o, más bien, presenta laduplicidad entre lo que había y lo que no había, entr<strong>el</strong>o que se veía y lo que no se veía, entre lo que se decíay lo que no se decía.La expresión llevada al extremo consistiría en expresar<strong>el</strong> propio espacio de desinterés donde aquélla se manifiesta.Se cumpliría así <strong>el</strong> sueño imposible de un artepuro, de un arte reconcentrado sobre sí mismo, librede cualquier intrusión contaminada de interés. La invenciónllevada hasta sus últimas consecuencias conducea la transformación completa de la vida. O mejor,conduce a hacer de la vida lo que ésta quiere significarplenamente: una proliferación de mundos y experienciasen cuya corriente podamos realmente inventarnosa nosotros mismos. Este segundo extremo es, como <strong>el</strong>primero, imposible. Imposible porque la invención, <strong>el</strong>añadir a «lo que hay» «lo que no hay», sólo puede desarrollarsecomo práctica sobre ese fondo que para <strong>el</strong>laes «lo que hay». Por eso, la invención consiste principalmenteen destacar <strong>el</strong> conflicto, sin poder borrarlo,ya que si lo borra, se borra a sí misma. Sin olvidar, porlo demás, <strong>el</strong> servicio (ambivalente) que <strong>el</strong> espacio dedesinterés presta a la invención. En ese espacio puedenaflorar mundos, que en cualquier otro ámbito, exceptoen coyunturas de reb<strong>el</strong>ión, serían rápidamenteabortados.Así entonces, la invención no puede prescindir ni de loque hay ni, en nuestras condiciones, de la expresión.Aunque tampoco la expresión puede prescindir de lainvención, pues toda traslación al espacio de desinteréspresenta a la realidad trasladada dentro de una lógicainédita para <strong>el</strong>la, por mucho que <strong>el</strong> esfuerzo por laexpresión pura intente obviarlo. Por último, dirigiéndosea una conjunción de la práctica artística con lasrestantes prácticas, la apertura que <strong>el</strong> máximo esfuerzode invención enseña induce también a un enlazamientode entusiasmos.El antagonismo que recorre <strong>el</strong> amor enfrenta la identificacióny la entrega. Dentro d<strong>el</strong> ámbito práctico quedenomino «amor» incluyo desde la pasión d<strong>el</strong> enamoramientoo <strong>el</strong> cariño filial o la amistad hasta las prácticasde carácter r<strong>el</strong>igioso. El amor está implicado en todaslas actividades donde <strong>el</strong> individuo se juega la imagenque da, a sí mismo o a otros, donde lo que está encuestión es su persona, en <strong>el</strong> sentido original de la palabra.Es <strong>el</strong> espacio de las r<strong>el</strong>aciones personales y, portanto, también de la ética. El amor es <strong>el</strong> ámbito específicode la ideología.El amor es <strong>el</strong> trabajo de Sísifo por la edificación de unar<strong>el</strong>ación, la r<strong>el</strong>ación entre <strong>el</strong> amante y <strong>el</strong> amado. Elamante es un individuo que pone en juego su imagen.El amado puede ser otro individuo o varios o una figuraimaginaria y puede o no poner en juego, a su vez, suimagen, esto es, puede ser o no, al mismo tiempo,amante.En la r<strong>el</strong>ación amorosa se presentan dos extremos. Unextremo es la identificación. Por <strong>el</strong>la, <strong>el</strong> amante seidentifica con <strong>el</strong> amado. El amante <strong>el</strong>abora, a partir d<strong>el</strong>a imagen que posee de sí mismo, una imagen d<strong>el</strong>amado con la que, después, moldeará una imagen propiacomo reflejo, en una circularidad interminable. Laidentificación consiste en no poder reconocerse sinoen la imagen propia que proyecta <strong>el</strong> amado. Es la garantíade la identidad personal: yo soy yo porque miamado me reconoce, soy como él, y mi amado me reconoceporque yo lo reconozco, porque es como yo. Laidentificación, <strong>el</strong> narcisismo sueña con llegar hasta lafusión o absorción en la que la r<strong>el</strong>ación amante yamado se devoraría a sí misma, desaparecería, convirtiéndos<strong>el</strong>os dos en uno.En <strong>el</strong> otro extremo, se halla la entrega. La entrega consisteen dejar la propia imagen en manos de la r<strong>el</strong>ación.De ese modo la propia imagen se convierte en algo impropio,en algo que no te pertenece sino parcialmente,tu imagen está abierta al devenir de la propia r<strong>el</strong>ación,a las múltiples contingencias que puedan surgir, a lasvariaciones en <strong>el</strong> humor o en la atención tanto de unocomo de otro en la r<strong>el</strong>ación. La entrega es un exponerla propia imagen a la intemperie de la vida. Jugar a losdisfraces y las máscaras en <strong>el</strong> mar de la existencia conla seriedad con que juegan los niños. Querer ser tusdisfraces y tus máscaras, que ya no son disfraces nimáscaras sino tú mismo, en tu fragilidad y en tu fuerza.La entrega es un lanzar al viento la propia imagensin <strong>el</strong> que no hay auto-conocimiento posible. Es undarse, sobre todo, sin garantías, sin pedir ni esperarnada a cambio porque ninguna «identidad» reconociblepuede asegurar que algo de esa entrega vaya a regresara ti. La entrega es una carta que no espera respuesta25 . Y la máxima entrega, la entrega imposible, laentrega sin miedo, la entrega sin identificación, es laf<strong>el</strong>icidad.Desde la identificación, la entrega es una desidentificación,un no ser uno mismo, un no ser, una nada. Desd<strong>el</strong>a entrega, la identificación es <strong>el</strong> lugar al que se vearrastrada por <strong>el</strong> miedo. La entrega es <strong>el</strong>la misma unalucha por no dejarse dominar por ese miedo, es una luchacontra la identificación que promete aliviarlo. Pero,una y otra también se suponen. La identificaciónsupone la entrega como punto de comienzo d<strong>el</strong> círculode reconocimientos. El comienzo sólo puede ser unaentrega, una imagen de uno mismo lanzada al aire,que es asumida como la <strong>ver</strong>dadera porque alguna tieneque serlo. La seguridad de la identificación descansasobre la contingencia de una entrega. La entrega,por su parte, supone la identificación, primero, comoaqu<strong>el</strong>lo con lo que rompe para exponerse al azar de lar<strong>el</strong>ación mundana y, segundo, como lo que continuament<strong>el</strong>e va a intentar encandilar con un lugar de des-ISSN:1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comYOUKALI, 1 página 43 Filosofía y política
YOUKALI, 1 página 44 Filosofía y políticacanso o de refugio en <strong>el</strong> que protegerse d<strong>el</strong> dolor de laexistencia.ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comEl último nudo práctico donde <strong>el</strong> hilo político entra aformar parte es la economía. La economía engloba todasaqu<strong>el</strong>las actividades implicadas en la producciónsocial de la existencia. En la economía, <strong>el</strong> conflicto seorganiza en torno a la contraposición entre trabajo yjuego. No se organiza entre supervivencia o muerte.Esta es una dicotomía propia d<strong>el</strong> trabajo. La divisiónentre los que sobreviven y los que mueren viene regidapor <strong>el</strong> sistema de trabajo imperante.El trabajo, en su forma más extrema, dirige la actividadproductiva a un resultado según la norma (imposible)de que la actividad no es nada y <strong>el</strong> resultado lo estodo. Es <strong>el</strong> resultado, su mayor o menor adecuación alfin buscado, lo que mide la actividad. Para <strong>el</strong> trabajo,la actividad en sí misma no tiene ningún valor; su valorestá fuera de <strong>el</strong>la, en su fin. Ella es, sin más, un medio,todo en <strong>el</strong>la está supeditado al resultado.El juego, por <strong>el</strong> contrario, supone guiar la actividadproductiva por <strong>el</strong> principio (imposible en <strong>el</strong> capitalismo)de que ésta es tan importante como <strong>el</strong> resultado.Para <strong>el</strong> juego, la actividad es un fin en sí misma y no dalo mismo realizar una actividad de una manera querealizarla de otra, aunque los resultados fueran idénticos.En <strong>el</strong> juego cuenta la satisfacción de los participantes,la alegría o la tristeza que les produce realizarsu actividad. El imposible de la economía se encuentracon <strong>el</strong> imposible d<strong>el</strong> arte. Que esto sea así responde ala historicidad en la que ambos particularmente seencuentran. El arte como invención de la vida coincidecon la actividad plenamente satisfactoria por sí misma.Ni una ni otra son posibles en <strong>el</strong> capitalismo.Además de esta referencia a una actividad que se buscapor sí misma, la idea de juego remite a la de articulacióno a la «disposición con que están unidas doscosas, de suerte que sin separarse puedan tener movimiento»26 . El juego consiste, entonces, en articular <strong>el</strong>presente y <strong>el</strong> futuro de manera que ambos puedantener movimiento, esto es, de modo que <strong>el</strong> movimientod<strong>el</strong> futuro no comporte condenar <strong>el</strong> presente a lainmovilidad, ni vice<strong>ver</strong>sa. El juego es, por <strong>el</strong>lo, unalucha por que la actividad productiva esté cada vezmenos supeditada al resultado y por que, en consecuencia,la actividad sea tenida en cuenta por símisma. El juego es una lucha contra <strong>el</strong> trabajo.Al igual que ocurría en los otros nudos prácticos, laoposición entre trabajo y juego es doble. Se oponen porquebracean hacia extremos contrapuestos, pero tambiénporque <strong>el</strong> conflicto se ve de distinta manera desdecada uno de <strong>el</strong>los. Desde <strong>el</strong> trabajo, <strong>el</strong> juego se ve comoimproductividad: si hay juego entonces no hay productividady si hay productividad no hay juego; <strong>el</strong> juegoes recreativo, entretenido pero no productivo. En laesfera productiva, por tanto, <strong>el</strong> juego es un estorbo. Eltrabajo no puede, sin embargo, ocultar completamentesu dependencia d<strong>el</strong> juego. Sin <strong>el</strong> juego ninguna ejercitacióneficaz sería posible.Desde <strong>el</strong> juego, <strong>el</strong> trabajo es aqu<strong>el</strong>lo a lo que le arrastrala norma de la supervivencia y de la muerte que instituyenlos sistemas de trabajo. Por <strong>el</strong>lo, <strong>el</strong> juego es tambiénuna lucha contra esas normas, esto es, una luchacontra la muerte como norma.La contextura generalIdealismo <strong>ver</strong>sus materialismo, evidencia <strong>ver</strong>sus demostración,expresión <strong>ver</strong>sus invención, identificación<strong>ver</strong>sus entrega, trabajo <strong>ver</strong>sus juego, junto con desigualdad<strong>ver</strong>sus igualdad social, son la contextura d<strong>el</strong>hilo político que teje la práctica humana. Los nudos d<strong>el</strong>a práctica humana se hallan todos <strong>el</strong>los dislocados,son nudos agrietados, nudos que, desde siempre, amenazanruina. Planteado en general, en <strong>el</strong>los disputan lasimplicidad y la complejidad. La simplicidad implica launidad de lo homogéneo. La complejidad, la unión d<strong>el</strong>o heterogéneo. La simplicidad resulta d<strong>el</strong> anh<strong>el</strong>o depureza. La complejidad, d<strong>el</strong> amor por <strong>el</strong> carácter híbridode la realidad. La simplicidad sueña con recogersesobre sí misma, a salvo de los embates d<strong>el</strong> mar. Lacomplejidad quiere salir de sí, ser más, ser tambiénotras cosas, afrontar la tempestad, hacerse tempestad.La simplicidad es la ilusión de los límites estrictos, d<strong>el</strong>caparazón que determina con exactitud dónde empiezoyo y donde acaba <strong>el</strong> mundo, qué soy yo y qué no soy,qué es filosofía y qué no es, qué es política y qué esarte... La complejidad es la disposición hacia los encuentros,<strong>el</strong> esfuerzo por incorporar todas las luchas ala propia de cada práctica, por dar voz a todos los hilosque tejen cada nudo, a las re<strong>ver</strong>beraciones que recorrentodos los afanes y todas las emociones.Y en este sentido nada más lejos de la igualdad socialque la homogeneización de las conductas y la vida. Laigualdad social requiere la heterogeneidad de dispositivosy disposiciones de exclusión de la exclusividadsingularizados en cada coyuntura y capaces de recubrir<strong>el</strong> despliegue de la desigualdad social siempre,igualmente, singular. La igualdad social no hace eco en<strong>el</strong> nudo amoroso con la identificación homogeneizadorade las personas sino con su entrega, con su estarabiertas a las circunstancias variables, a los giros insospechadosy a las necesidades particulares que cada circunstanciavaya haciendo surgir. Y, sobre todo, la igualdadsocial es una lucha contra la identidad colectiva(que modula de manera determinante la identidadpersonal) porque ésta es la fantasmagoría que resu<strong>el</strong>veimaginariamente <strong>el</strong> conflicto entre la igualdad y ladesigualdad sociales. La igualdad social es la defensade la heterogeneidad como principio: de la heterogeneidadde las circunstancias en las que, en cada caso,hay que actuar, y de la manifestación de la heterogeneidadde los principios antagónicos que se disputan laestructuración de las prácticas sociales. La igualdadsocial es la potencia de la multitud, no la soberanía d<strong>el</strong>pueblo 27 .La simplicidad y la complejidad, y esto es importantetenerlo en cuenta, son inseparables. En ambas habita<strong>el</strong> mismo deseo imposible: separarse perfectamente launa de la otra. Sin embargo, su separación es, al mismotiempo, lo que las une. No hay simplicidad sin unacomplejidad de origen a la que continuamente hay queborrar d<strong>el</strong> rostro las arrugas. No hay complejidad sinuna ruptura interminable con la simplicidad. La complejidades lo contrapuesto a la simplicidad y su condiciónde posibilidad. La simplicidad es lo contrapuestoa la complejidad y su condición de posibilidad.En <strong>el</strong> terreno propiamente político, esto no quiere decir,por supuesto, que siempre tenga que haber desigualdadsocial. La igualdad social se puede conseguiren su máximo grado. Pero, si eso se consiguiera, no por<strong>el</strong>lo la desigualdad social dejaría de ser una sombra alacecho contra la que habría que luchar continuamente.Lo que es imposible es que la igualdad social <strong>el</strong>imin<strong>el</strong>a desigualdad hasta <strong>el</strong> punto de que ésta sea incapazde acosar con su regreso. La igualdad social no esla paz d<strong>el</strong> paraíso. El comunismo no es un lugar de <strong>ver</strong>aneo,no es un sitio de descanso, no es <strong>el</strong> fin absolutod<strong>el</strong> conflicto social. Al contrario, <strong>el</strong> comunismo significaque <strong>el</strong> conflicto social se reconoce como <strong>el</strong> principioque organiza la sociedad. O, lo que sería lo mismo, <strong>el</strong>comunismo es <strong>el</strong> reconocimiento social de que la sociedad,como orden, como armonía, como totalidad simple,como ausencia de contradicción o antagonismo, esimposible. El comunismo reconoce, por tanto, que laigualdad tiene que construirse y reconstruirse materialmentecada día y la desigualdad tiene que excluirsee imposibilitarse en la manera que organizamos nuestrasvidas continuamente; y actúa en consecuencia.Los antagonismos que componen <strong>el</strong> hilo político de lasprácticas humanas son al mismo tiempo desacuerdos28 . Lo que está en pugna no es sólo una manera dehacer sino, al mismo tiempo, qué es en cada caso <strong>el</strong> hacer.Lo que está en juego es qué es la filosofía, qué es laciencia, qué es <strong>el</strong> arte, qué es <strong>el</strong> amor, qué es la economíao qué es la política. Son desacuerdos porque, entodos los nudos prácticos, definir <strong>el</strong> nudo es ya definirse,es ya tomar partido, por una u otra opción. El desacuerdogeneral, esto es, las dos opciones generalesque se dan en cada campo, son: a) <strong>el</strong> conflicto es algointrínseco e in<strong>el</strong>udible; b) <strong>el</strong> conflicto, si lo hay, provienede algo exterior que rompe la armonía ilegítimamente.Ahora bien, plantear la cuestión de esta maneraes ya tomar posición. Plantear la cuestión de estamanera tal como yo lo estoy haciendo aquí ahora implicadecidirse por <strong>el</strong> carácter intrínseco d<strong>el</strong> conflicto y,por tanto, en cada caso por la posición donde <strong>el</strong> conflictoes concebido como intrínseco. Es decidirse a favorde la complejidad, d<strong>el</strong> materialismo, de la demostración,de la invención, de la entrega, d<strong>el</strong> juego y de laigualdad social.Y ésta es la razón, en definitiva, que me lleva a defenderque la política no se puede conceptualizar desde ladicotomía <strong>ver</strong>dad/opinión. La dicotomía <strong>ver</strong>dad / opiniónde raigambre platónica se sitúa abiertamente enla posición contraria a la que yo estoy adoptando aquí.Se sitúa d<strong>el</strong> lado de la simplicidad, de la unidad purasólo alterada por intromisiones. La <strong>ver</strong>dad no es otracosa sino ese lugar, supuestamente, invulnerable desdedonde es posible medir todas las vulneraciones, esdecir, todas la opiniones.Badiou, a pesar de intentar traer la tradición idealistaal campo d<strong>el</strong> materialismo, al campo de las singularidades,utiliza un esquema, central en su filosofía, qu<strong>el</strong>e conduce a aliarse con la simplicidad. Y es que no esposible enlazar la «<strong>ver</strong>dad» con la posición que luchapor mantener abierta la fisura d<strong>el</strong> conflicto si no es cerrando,al mismo tiempo, <strong>el</strong> conflicto que esta posiciónmantiene consigo misma. La posición que proclama <strong>el</strong>conflicto como principio de articulación de la prácticahumana mantiene consigo misma un conflicto en tantoque, lo quiera o no, no deja de ser una posición, en tantoque, lo quiera o no, no se sostiene en <strong>el</strong> mar de fuerzasde la ideología sino sobre una decisión que <strong>el</strong>la adoptapor su cuenta y riesgo, o, lo que vienen a ser lo mismo,por una decisión de la que se parte como principio.Considero, entonces, que <strong>el</strong> problema en Badiou se encuentraen no haber dado a la filosofía <strong>el</strong> mismo carácterde apertura d<strong>el</strong> conflicto que ha dado a los procedimientosgenéricos. Esto es, todo parece jugarse en es-ISSN:1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comYOUKALI, 1 página 45 Filosofía y política
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