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YOUKALI, 1 página 40 Filosofía y políticacuando esto ocurre, se convierte en una identidad quegenera nuevos excluidos. Ocurre así, por recurrir alejemplo clásico d<strong>el</strong> que se sirve Rancière, con <strong>el</strong> demosgriego. Si la democracia clásica ateniense inscribe a todoslos varones libres mayores de edad atenienses, incluidoslos que no pertenecen a las familias nobles, lohace sin preocuparse de que esclavos, mujeres y extranjerospermanezcan por siempre incontados. Inclusose puede establecer, como hace Perry Anderson,una conexión si no directa, al menos indirecta, entre«la institución sistemática de la esclavitud» y lasinstituciones democráticas que hallaron hueco en lapolis clásica: «La línea esencial de demarcación -escribeAnderson- no pasaba por la ciudadanía constituyentede la polis, por más que ésta estuviera organizaday estratificada, sino que separaba a los ciudadadanos-ya fuesen los 8000 espartanos o los 45000 atenienses-de los no ciudadanos y de los no libres. Lacomunidad de la polis clásica, independientemente desus divisiones de clase internas, estaba erigida sobreuna mano de obra esclavizada de la que recibía toda suforma y toda su sustancia» 23 .Entiendo, entonces, <strong>el</strong> antagonismo social como conflictoentre dos principios de organización de las practicassociales a los que he llamado desigualdad e igualdadsociales. En este conflicto de lo que se trata es deorganizar las prácticas sociales de acuerdo con un monopolio,por parte de unos, de los medios que permitendecidir sobre las actividades de los otros, imponeresa decisión y proteger <strong>el</strong> monopolio, o de organizarlasde acuerdo con una exclusión de la exclusividad, condecisiones conjuntas sobre prácticas conjuntas, realizadasconjuntamente. Este conflicto está, siempre ynecesariamente, redoblado por <strong>el</strong> conflicto entre la<strong>el</strong>usión y la exposición de la contingencia que inoculaen <strong>el</strong> orden social <strong>el</strong> que a los dominados sólo les ate supropia actividad dominada. Que se halle redobladosignifica que, frente a la identidad colectiva que fantaseauna línea de demarcación entre los incluidos y losexcluidos d<strong>el</strong> orden, toda lucha por la liberación enarbolauna forma u otra de exhibición de la contingenciao, por decirlo, con palabras de Rancière, produce «escenariospolémicos» donde se hace patente la tensiónentre la desigualdad y la igualdad sociales.Y, en efecto, ambos conflictos son insuperables. Nohay igualdad social si no es contra la desigualdad socialy la identidad colectiva, si no es exclusión de la exclusividady, por tanto, a la vez, ostentación de la contingenciay divulgación constante de la tensión. Esto así,diremos que <strong>el</strong> empeño por que la igualdad social seaprincipio de organización de la sociedad, se encuentreal niv<strong>el</strong> que se encuentre, es, al mismo tiempo y de maneraequivalente, esfuerzo por que sea reconocido que<strong>el</strong> principio que estructura las prácticas sociales sea laISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comtensión entre igualdad y desigualdad sociales. Digo,entonces, que la lucha por la igualdad social y la luchapor la desigualdad social no sólo se enfrentan comodos posiciones opuestas, siendo la una la negación d<strong>el</strong>a otra, sino además como dos visiones opuestas acercade la oposición, d<strong>el</strong> conflicto entre ambas: una qu<strong>el</strong>o niega o se esfuerza en negarlo y otra que lo afirma yse esfuerza por que sea reconocido 24 .Intentar demostrar por los hechos que los dominadospara nada necesitan la dominación, esto es la política.O, más bien, ésta es la política de liberación porque lapolítica es, sí, introducir la tensión, hacerla presente;pero, es, también, <strong>el</strong> poner todos los medios para queesa tensión sea desatendida. Con respecto a Ranciére,decir que lo que él llama policía, <strong>el</strong> orden social, tambiénes política (aunque no sólo política, como queremosdefender). No hay desigualdad social sin la igualdadsocial que la acecha constantemente. El funcionamiento«normal» imposible d<strong>el</strong> orden de la desigualdades política en la misma medida que la «interrupción»ininterrumpida de la demostración de su contingencia.Se articula, en primer, y fundamental, lugar,contra esa demostración y despliega una (re)construcciónincesante de la identidad que empaña la exhibiciónpública siempre al caer, si no ha caído ya, de latensión entre la desigualdad y la igualdad sociales.Ahora bien, como decimos, sólo desde <strong>el</strong> compromisopor la igualdad social se puede exhibir la tensión entre<strong>el</strong>la y la desigualdad. Las dos luchas no son, por tanto,paral<strong>el</strong>as. Una se afana por sacar a ci<strong>el</strong>o abierto <strong>el</strong> conflicto,otra por distraerlo de la mirada. Eso significa,entonces, que la igualdad social no es sólo <strong>el</strong> empeñopor la exclusión de la exclusividad como principio deorganización, sino, al tiempo, una cosa no va sin laotra, por que la propia tensión entre igualdad y desigualdadsea reconocida como <strong>el</strong> principio de estructuraciónde las prácticas sociales.El hilo políticoEl antagonismo social es la tensión entre desigualdade igualdad sociales y la política es la lucha a favor de unoo de otro principio de organización de las prácticas sociales,teniendo en cuenta que inclinarse por la igualdadsocial como principio de organización equivale areconocer en <strong>el</strong> mismo gesto la tensión como ese idénticoprincipio. Estas luchas se concretan, por un lado,en <strong>el</strong> esfuerzo por demostrar que los dominados paranada precisan de la dominación y, por <strong>el</strong> otro, en <strong>el</strong> esfuerzocontrario por frustrar tal demostración. Lo quetiene, a su vez, su aspecto ideológico, orientado, por partede unos, a hacer manifiesta la tensión o la contingenciade la desigualdad social y, por parte de otros, a desviarla atención de esa contingencia generando fantas-mas de identidad (particular o uni<strong>ver</strong>sal) invulnerable.Hemos dicho, sin embargo, que todo es político, que lapolítica es un hilo que recorre todos los otros nudosprácticos. ¿De qué manera, entonces, se entr<strong>el</strong>aza estehilo en los nudos restantes?Digamos, en principio, que todos los nudos prácticosse r<strong>el</strong>acionan socialmente con <strong>el</strong> conflicto político de laigualdad y la desigualdad social de una manera u otraque históricamente hay que determinar. En estos momentos,por ejemplo, podríamos señalar desde la r<strong>el</strong>aciónentre la igualdad o desigualdad de género y lasformas de amor que una u otra estructura posibilita,hasta las consecuencias que sobre los habitantes pobresd<strong>el</strong> planeta conlleva <strong>el</strong> hecho de que la investigaciónmédica esté a cargo de compañías capitalistas. Estasr<strong>el</strong>aciones las llamaré sociales porque son resultadode la circunstancia efectiva en la que las distintasprácticas conviven, co-existen, se intersectan, superponen,confunden o combinan de muy di<strong>ver</strong>sas maneras,dando forma a las sociedades humanas con todasu complejidad y variedad histórica.No obstante, considero que, además de por medio deestas r<strong>el</strong>aciones histórico-sociales, se pueden concebirlas distintas prácticas que estoy enumerando como interr<strong>el</strong>acionadasconstitutivamente, como seis hilos queforman seis nudos, creándose cada nudo al enlazaruno de los hilos a los restantes. Siendo así, pues, lo quedefiendo es que en todas las demás prácticas existe unantagonismo, un conflicto, una tensión, un desajustecomparable, equiparable a la tensión que define a lapolítica. Esa tensión o desajuste es lo político en la filosofía,en <strong>el</strong> amor, en la ciencia, en <strong>el</strong> arte o en la economía.Daré algunas someras aproximaciones a lo políticoque habita en cada nudo, y sólo a lo político, sin pretenderdescribir completamente cada nudo, al que lefaltarían cinco hilos más, y haciendo escasísima mencióna alguna circunstancia histórico-social, aunqueentienda que están siempre y enteramente de fondo.El conflicto presente en la filosofía lo hemos apuntadoya. La filosofía se debate, desde su surgimiento en Grecia,entre dos posiciones antagónicas que llamamos,siguiendo en este planteamiento a Althusser, materialismoe idealismo. La proclamación de la tierra (conminúscula) como sola residencia frente a la fundaciónde reinos que no son de este mundo es <strong>el</strong> esquema másbásico de la tensión filosófica. Pero, un lugar especialmenteinteresante donde situarla es en las concepcionesacerca de la misma filosofía que ambas corrientesfilosóficas sostienen. La contienda se emprende entre,por un lado, <strong>el</strong> idealismo de la perfecta pureza d<strong>el</strong> pensamientofilosófico, recogido sobre sí mismo en unaidentidad inmarcesible, absu<strong>el</strong>to de toda traza de contactocon la corrupción d<strong>el</strong> barro, la basura y <strong>el</strong> miedo,y, por otro, <strong>el</strong> materialismo de una filosofía entre filosofías,de un pensamiento entre pensamientos, de unapráctica entre prácticas, una práctica diferente de símisma, siempre expuesta a la cambiante, manchada,<strong>ver</strong>tiginosa exterioridad, un pensamiento en pugna oaliado con otros pensamientos, en pugna o anudadocon un exterior que ni domina ni puede dominar, en <strong>el</strong>que se tiene que abrir paso, expulsando o abrazando,dando patadas o asilo a su propio afuera: a la sangre, alhumo y al frío d<strong>el</strong> invierno.Desde las filosofías donde domina la tendencia idealista,los planteamientos materialistas se percibirán comoescaramuzas de extraviados o como espejos rotos.Desde las filosofías materialistas, la tendencia idealistase concibe como trabajo de sustracción imaginaria asu condición material, a su condición de práctica entreprácticas. Esta sustracción, para los materialista, genera<strong>el</strong> efecto de una auto-presentación como espacio separadode unidad desde donde, supuestamente, se haceposible juzgar toda heterogeneidad, con <strong>el</strong> consiguienteduplicado teórico, y, por tanto, reforzamiento,de las ideologías de la armonía y <strong>el</strong> orden social que estoconlleva. Las filosofías, entonces, donde domina latendencia materialista son filosofías críticas en cuantotrabajan por demostrar que la unidad idealista no sesostiene sobre su propio pedestal metafísico, sino sobr<strong>el</strong>a tensión de las prácticas que son su exterior. Peroson siempre y constitutivamente críticas, están siemprebuscando cómo generar crisis en los espacios separadosde unidad, intentando abrir fisuras que haganasomarse la trama de la que está hecha la supuesta autonomíafilosófica. Si <strong>el</strong> imposible, entonces, d<strong>el</strong> idealismoes <strong>ver</strong>se intacto de mundo, <strong>el</strong> imposible d<strong>el</strong> materialismoes <strong>ver</strong>se intacto de idealismo.La descripción breve d<strong>el</strong> conflicto que recorre toda investigacióncientífica sitúa éste en la tensión entre evidenciay demostración. La ciencia, además de rutina-ISSN:1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comYOUKALI, 1 página 41 Filosofía y política

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