YOUKALI, 1 página 38 Filosofía y políticaca: hay conflicto, posicionamiento e intervención. Entodo procedimiento hay filosofía: nominación «de todoslos <strong>el</strong>ementos de la situación objetiva a partir d<strong>el</strong>proceso de <strong>ver</strong>dad» 17 . En todo procedimiento hayeconomía: la <strong>ver</strong>dad se produce y se produce en rupturacontinua con la situación. Hay amor: hay fid<strong>el</strong>idadal acontecimiento; y hay ciencia: se generan nuevosconocimientos.Como he dicho, sin embargo, toda la filosofía de Badiouestá orientada a introducir la disyunción platónicaentre la episteme y la doxa en una ontología de lomúltiple. La caracterización, por tanto, que pueda extraersede <strong>el</strong>la para conceptualizar los seis hilos y losseis nudos de los que estoy tratando es, por ahora, meramenteaproximativa. Convendría, entonces, marcarla distancia con la filosofía de Badiou, exponiendo <strong>el</strong>concepto de antagonismo o de política, que servirá, almismo tiempo, para definir en que sentido conciboque toda práctica es política y que la política no es sólopolítica, sino también las otras cinco prácticas.El antagonismo socialLa desigualdad social no es una maldición d<strong>el</strong> destinoo de la providencia, ni una fatalidad eternamente necesaria,mancha ind<strong>el</strong>eble de la naturaleza o la sociedadhumanas, no es un efecto colateral, por utilizar <strong>el</strong>eufemismo al uso, de propósitos justos en <strong>el</strong> fondo, niun fenómeno parcial, accidental o parasitario d<strong>el</strong> queuna buena ingeniería social podría hacerse cargo sinmayor problema. La desigualdad social es, en <strong>el</strong> capitalismo,un principio de organización de las prácticassociales. No hay capitalismo sin la división entre losque poseen <strong>el</strong> capital y los que sólo poseen su fuerza detrabajo. Es más, capitalismo no significa otra cosa queeso: distribución d<strong>el</strong> capital entre unos que lo poseen yISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comotros que no. Capitalismo no es sino <strong>el</strong> nombre de unaestructura determinada de desigualdad social.Es a Marx a quien debemos esa teorización de la desigualdadsocial, la única que, por decirlo con palabrasde Rousseau, no se aviene a ser debatida entre esclavosen presencia de sus amos. También de Marx provien<strong>el</strong>a distinción entre la propiedad jurídica que da derechoal uso y abuso de una cosa en general y aqu<strong>el</strong>lo enlo que consiste poseer <strong>el</strong> capital. La posesión de capitales una posesión compleja que poco tiene que <strong>ver</strong> conposeer un piso o un coche. Poseer capital significa disponerde medios que permiten decidir sobre las actividadesde otras personas, imponer esas decisiones yproteger esa exclusividad en la decisión y en su imposición.Sin olvidar, se entiende, que toda decisión deese tipo consiste esencialmente en optar por seguirdecidiendo.En efecto, la tercera gran cuestión respecto a la desigualdadsocial que no podemos dejar de reconocer comoaportación de Marx es la cuestión de la reproducción.La desigualdad social sólo existe si se reproduce.Y son los mismos dominados los que la reproducen, altiempo que <strong>el</strong>los son reproducidos como dominadospor la desigualdad social. Entre desigualdad social ydominados hay una circularidad necesaria. De hecho,lo que viene a decir Marx es que la desigualdad sociales, fundamentalmente, un problema de los propiosdominados, de cómo son producidos no por los dominantes,sino por la dominación, por la estructura en laque se insertan sus prácticas, y de cómo producen esamisma estructura y, por tanto, también la posición d<strong>el</strong>os dominantes. Esta circularidad reproductiva de ladominación y d<strong>el</strong> dominado tiene <strong>el</strong> nombre de explotación.No hay desigualdad social sin explotación, sinque los dominados reproduzcan <strong>el</strong> mecanismo <strong>completo</strong>que, a su vez, va a reproducir su propia posición dedominados y la posición de los dominantes. Además,como dispositivo añadido, los dominados se encuentransiempre al límite de la exclusión (física o social).Por último, no es la menos importante de las enseñanzasque creo imprescindible recoger de Marx su descubrimientode que no existe la desigualdad social en general,sino estructuras sociales singulares de dominación,dinámicas y complejas, que es in<strong>el</strong>udible estudiarsobre <strong>el</strong> terreno histórico en cada caso. Cada desigualdadsocial es un complejo distinto, que reúne <strong>el</strong>ementosdistintos, articulados de distinta manera y en losque las practicas reproductivas de la dominación, laexplotación, se ejercen de modo diferente. Cada régimende desigualdad social tiene su propia historia, supropio desarrollo o involución, su propia manera de«convivir» con otras estructuras sociales, de sobredeterminarlaso de ser subsumida por <strong>el</strong>las.Así pues, la desigualdad social es un principio de orga-nización de prácticas sociales, que sólo se encuentrahistóricamente de modo singular, por <strong>el</strong> que una partemantiene una exclusividad sobre ciertos medios queposibilitan decidir sobre las actividades de otros, deimponer esas decisiones y proteger la exclusividad.Son los excluidos de la exclusividad, los dominados,quienes producen y reproducen la estructura de desigualdadsocial al tiempo que ésta los reproduce a <strong>el</strong>losen tanto que dominados.Y si esto es la desigualdad social, la igualdad social sólopuede ser algo que pueda confrontarse con <strong>el</strong>la. Esdecir, la igualdad social será un principio de organizaciónde prácticas sociales que consistirá en excluir ladisposición en exclusividad de los medios que posibilitandecidir sobre las actuaciones de otros, que será sostenidoy reproducido por las prácticas de todos los participantesy que se realiza de modo singular en una coyunturahistórica irrepetible.En definitiva lo que está, en principio, en juego en <strong>el</strong>conflicto entre igualdad y desigualdad sociales es <strong>el</strong>modo cómo se organizan las prácticas sociales, si es laigualdad o la desigualdad o una desigualdad u otra (oincluso, quizás, una igualdad u otra) o alguna combinaciónparticular de equilibrio inestable entre unas yotras. Y ese conflicto es permanente.Ahora bien, a esto hay que añadir una dificultad en absolutodesdeñable. Que la desigualdad social se presentecomo principio de estructuración de prácticassociales (estructuración producida por la actuación d<strong>el</strong>os dominados a los que, circularmente, a su vez, <strong>el</strong>laproduce como tales) significa hacer público que los dominadosno necesitan en absoluto vivir bajo la dominaciónde otros. Así se rev<strong>el</strong>a que ninguna necesidadestá sujetando a la existencia esa manera de organizarla sociedad. Se hace manifiesto que <strong>el</strong> orden social, <strong>el</strong>orden de la desigualdad social, es, por entero, contingente.Esto es, la desigualdad social expuesta al desnudosólo muestra la necesidad de ser transformada. Comoun foco de teatro, la presencia nuda de la desigualdady su contingencia, hace lucir cargadas de valor atodas aqu<strong>el</strong>las acciones que se realizan con <strong>el</strong> empeñode transformar ese orden contingente de la desigualdaden una forma de vida igualitaria. Muestra comoplenamente justificada la negación de lo que hay (locual, dicho entre paréntesis, sólo puede ser vivido porlos dominantes como desolador).La contradicción real 18 d<strong>el</strong> orden social es que es puracontingencia. Y es pura contingencia porque nada ataa los dominados a su posición de dominados exceptosu propia actividad, articulada colectivamente, y cambiaresa actividad supone que <strong>el</strong> orden se resquebrajecomo un castillo de cristal.De manera diferente, Jacques Rancière en El desacuerdohace recaer la contingencia d<strong>el</strong> orden social entorno a la oposición entre la desigual distribución de lapalabra en un régimen de desigualdad social y «la capacidadigual de los seres parlantes en general» 19 .«Hay orden en la sociedad porque unos mandan yotros obedecen. Pero para obedecer una orden serequieren al menos dos cosas: hay que comprenderlay hay que comprender que hay que obedecerla.Y para hacer eso, ya es preciso ser igual a quiennos manda. Es esta igualdad la que carcome todoorden natural… Lo que queda es que <strong>el</strong> orden sociales devu<strong>el</strong>to por <strong>el</strong>lo a su contingencia última. En últimainstancia, la desigualdad sólo es posible por laigualdad.» 20Según Ranciére, lo que define a la política es precisament<strong>el</strong>a exposición de esta distorsión que se hace presentecuando los excluidos de la palabra la toman y lahacen valer. A este planteamiento de Ranciére, yo añadiríaalgo a lo que <strong>el</strong> filósofo francés sólo alude de pasadaen un texto posterior 21 . Le añadiría <strong>el</strong> carácter activo,productivo de la desigualdad respecto a la latencia de lacontradicción. Frente a la exposición que realiza la política,la latencia de la contradicción real es constantemente<strong>el</strong>aborada por medio de la construcción y reconstrucciónde una identidad colectiva imaginaria como líneade demarcación entre los incluidos y los excluidos. Laidentidad colectiva es la solución imaginaria de la contradicciónreal (la contingencia última de que sean lospropios dominados los que reproduzcan la dominación)que está implicada en la desigualdad social.Así, <strong>el</strong> concepto que Rancière opone al de política, <strong>el</strong> depolicía como «lógica que cuenta las partes de las meraspartes, que distribuye los cuerpos en <strong>el</strong> espacio de suvisibilidad o su invisibilidad y pone en concordancialos modos d<strong>el</strong> ser, los modos d<strong>el</strong> hacer y los modos d<strong>el</strong>decir que conviene a cada uno» 22 , hay que entenderlocomo la descripción d<strong>el</strong> pleno funcionamiento de la estructurasocial que organiza la desigualdad social históricamentesituada más <strong>el</strong> modo en <strong>el</strong> que se instituy<strong>el</strong>a identidad colectiva que opera como línea de demarcaciónentre incluidos y excluidos y entre incluidosy excluidos en di<strong>ver</strong>so grado. Esta institución consisteen establecer qué es «lo mismo» que homogeneiza, apartir de lo cual poder desplegar la distribución d<strong>el</strong> todoen partes, y en estipular, en <strong>el</strong> mismo gesto, qué es«lo diferente» que heterogeiniza, quienes quedan fuerade la distribución, fuera de la cuenta (y a qué searriesgan aqu<strong>el</strong>los que incluidos en un principio en <strong>el</strong>todo no se atienen a «lo mismo»).No podemos dejar de lado aquí que inscribir en <strong>el</strong>mundo común la parte de los sin parte no garantiza, nien la política antigua ni en la moderna, que todos losexcluidos sean computados. «Los sin parte», <strong>el</strong> pueblo,ISSN:1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comYOUKALI, 1 página 39 Filosofía y política
YOUKALI, 1 página 40 Filosofía y políticacuando esto ocurre, se convierte en una identidad quegenera nuevos excluidos. Ocurre así, por recurrir alejemplo clásico d<strong>el</strong> que se sirve Rancière, con <strong>el</strong> demosgriego. Si la democracia clásica ateniense inscribe a todoslos varones libres mayores de edad atenienses, incluidoslos que no pertenecen a las familias nobles, lohace sin preocuparse de que esclavos, mujeres y extranjerospermanezcan por siempre incontados. Inclusose puede establecer, como hace Perry Anderson,una conexión si no directa, al menos indirecta, entre«la institución sistemática de la esclavitud» y lasinstituciones democráticas que hallaron hueco en lapolis clásica: «La línea esencial de demarcación -escribeAnderson- no pasaba por la ciudadanía constituyentede la polis, por más que ésta estuviera organizaday estratificada, sino que separaba a los ciudadadanos-ya fuesen los 8000 espartanos o los 45000 atenienses-de los no ciudadanos y de los no libres. Lacomunidad de la polis clásica, independientemente desus divisiones de clase internas, estaba erigida sobreuna mano de obra esclavizada de la que recibía toda suforma y toda su sustancia» 23 .Entiendo, entonces, <strong>el</strong> antagonismo social como conflictoentre dos principios de organización de las practicassociales a los que he llamado desigualdad e igualdadsociales. En este conflicto de lo que se trata es deorganizar las prácticas sociales de acuerdo con un monopolio,por parte de unos, de los medios que permitendecidir sobre las actividades de los otros, imponeresa decisión y proteger <strong>el</strong> monopolio, o de organizarlasde acuerdo con una exclusión de la exclusividad, condecisiones conjuntas sobre prácticas conjuntas, realizadasconjuntamente. Este conflicto está, siempre ynecesariamente, redoblado por <strong>el</strong> conflicto entre la<strong>el</strong>usión y la exposición de la contingencia que inoculaen <strong>el</strong> orden social <strong>el</strong> que a los dominados sólo les ate supropia actividad dominada. Que se halle redobladosignifica que, frente a la identidad colectiva que fantaseauna línea de demarcación entre los incluidos y losexcluidos d<strong>el</strong> orden, toda lucha por la liberación enarbolauna forma u otra de exhibición de la contingenciao, por decirlo, con palabras de Rancière, produce «escenariospolémicos» donde se hace patente la tensiónentre la desigualdad y la igualdad sociales.Y, en efecto, ambos conflictos son insuperables. Nohay igualdad social si no es contra la desigualdad socialy la identidad colectiva, si no es exclusión de la exclusividady, por tanto, a la vez, ostentación de la contingenciay divulgación constante de la tensión. Esto así,diremos que <strong>el</strong> empeño por que la igualdad social seaprincipio de organización de la sociedad, se encuentreal niv<strong>el</strong> que se encuentre, es, al mismo tiempo y de maneraequivalente, esfuerzo por que sea reconocido que<strong>el</strong> principio que estructura las prácticas sociales sea laISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comtensión entre igualdad y desigualdad sociales. Digo,entonces, que la lucha por la igualdad social y la luchapor la desigualdad social no sólo se enfrentan comodos posiciones opuestas, siendo la una la negación d<strong>el</strong>a otra, sino además como dos visiones opuestas acercade la oposición, d<strong>el</strong> conflicto entre ambas: una qu<strong>el</strong>o niega o se esfuerza en negarlo y otra que lo afirma yse esfuerza por que sea reconocido 24 .Intentar demostrar por los hechos que los dominadospara nada necesitan la dominación, esto es la política.O, más bien, ésta es la política de liberación porque lapolítica es, sí, introducir la tensión, hacerla presente;pero, es, también, <strong>el</strong> poner todos los medios para queesa tensión sea desatendida. Con respecto a Ranciére,decir que lo que él llama policía, <strong>el</strong> orden social, tambiénes política (aunque no sólo política, como queremosdefender). No hay desigualdad social sin la igualdadsocial que la acecha constantemente. El funcionamiento«normal» imposible d<strong>el</strong> orden de la desigualdades política en la misma medida que la «interrupción»ininterrumpida de la demostración de su contingencia.Se articula, en primer, y fundamental, lugar,contra esa demostración y despliega una (re)construcciónincesante de la identidad que empaña la exhibiciónpública siempre al caer, si no ha caído ya, de latensión entre la desigualdad y la igualdad sociales.Ahora bien, como decimos, sólo desde <strong>el</strong> compromisopor la igualdad social se puede exhibir la tensión entre<strong>el</strong>la y la desigualdad. Las dos luchas no son, por tanto,paral<strong>el</strong>as. Una se afana por sacar a ci<strong>el</strong>o abierto <strong>el</strong> conflicto,otra por distraerlo de la mirada. Eso significa,entonces, que la igualdad social no es sólo <strong>el</strong> empeñopor la exclusión de la exclusividad como principio deorganización, sino, al tiempo, una cosa no va sin laotra, por que la propia tensión entre igualdad y desigualdadsea reconocida como <strong>el</strong> principio de estructuraciónde las prácticas sociales.El hilo políticoEl antagonismo social es la tensión entre desigualdade igualdad sociales y la política es la lucha a favor de unoo de otro principio de organización de las prácticas sociales,teniendo en cuenta que inclinarse por la igualdadsocial como principio de organización equivale areconocer en <strong>el</strong> mismo gesto la tensión como ese idénticoprincipio. Estas luchas se concretan, por un lado,en <strong>el</strong> esfuerzo por demostrar que los dominados paranada precisan de la dominación y, por <strong>el</strong> otro, en <strong>el</strong> esfuerzocontrario por frustrar tal demostración. Lo quetiene, a su vez, su aspecto ideológico, orientado, por partede unos, a hacer manifiesta la tensión o la contingenciade la desigualdad social y, por parte de otros, a desviarla atención de esa contingencia generando fantas-mas de identidad (particular o uni<strong>ver</strong>sal) invulnerable.Hemos dicho, sin embargo, que todo es político, que lapolítica es un hilo que recorre todos los otros nudosprácticos. ¿De qué manera, entonces, se entr<strong>el</strong>aza estehilo en los nudos restantes?Digamos, en principio, que todos los nudos prácticosse r<strong>el</strong>acionan socialmente con <strong>el</strong> conflicto político de laigualdad y la desigualdad social de una manera u otraque históricamente hay que determinar. En estos momentos,por ejemplo, podríamos señalar desde la r<strong>el</strong>aciónentre la igualdad o desigualdad de género y lasformas de amor que una u otra estructura posibilita,hasta las consecuencias que sobre los habitantes pobresd<strong>el</strong> planeta conlleva <strong>el</strong> hecho de que la investigaciónmédica esté a cargo de compañías capitalistas. Estasr<strong>el</strong>aciones las llamaré sociales porque son resultadode la circunstancia efectiva en la que las distintasprácticas conviven, co-existen, se intersectan, superponen,confunden o combinan de muy di<strong>ver</strong>sas maneras,dando forma a las sociedades humanas con todasu complejidad y variedad histórica.No obstante, considero que, además de por medio deestas r<strong>el</strong>aciones histórico-sociales, se pueden concebirlas distintas prácticas que estoy enumerando como interr<strong>el</strong>acionadasconstitutivamente, como seis hilos queforman seis nudos, creándose cada nudo al enlazaruno de los hilos a los restantes. Siendo así, pues, lo quedefiendo es que en todas las demás prácticas existe unantagonismo, un conflicto, una tensión, un desajustecomparable, equiparable a la tensión que define a lapolítica. Esa tensión o desajuste es lo político en la filosofía,en <strong>el</strong> amor, en la ciencia, en <strong>el</strong> arte o en la economía.Daré algunas someras aproximaciones a lo políticoque habita en cada nudo, y sólo a lo político, sin pretenderdescribir completamente cada nudo, al que lefaltarían cinco hilos más, y haciendo escasísima mencióna alguna circunstancia histórico-social, aunqueentienda que están siempre y enteramente de fondo.El conflicto presente en la filosofía lo hemos apuntadoya. La filosofía se debate, desde su surgimiento en Grecia,entre dos posiciones antagónicas que llamamos,siguiendo en este planteamiento a Althusser, materialismoe idealismo. La proclamación de la tierra (conminúscula) como sola residencia frente a la fundaciónde reinos que no son de este mundo es <strong>el</strong> esquema másbásico de la tensión filosófica. Pero, un lugar especialmenteinteresante donde situarla es en las concepcionesacerca de la misma filosofía que ambas corrientesfilosóficas sostienen. La contienda se emprende entre,por un lado, <strong>el</strong> idealismo de la perfecta pureza d<strong>el</strong> pensamientofilosófico, recogido sobre sí mismo en unaidentidad inmarcesible, absu<strong>el</strong>to de toda traza de contactocon la corrupción d<strong>el</strong> barro, la basura y <strong>el</strong> miedo,y, por otro, <strong>el</strong> materialismo de una filosofía entre filosofías,de un pensamiento entre pensamientos, de unapráctica entre prácticas, una práctica diferente de símisma, siempre expuesta a la cambiante, manchada,<strong>ver</strong>tiginosa exterioridad, un pensamiento en pugna oaliado con otros pensamientos, en pugna o anudadocon un exterior que ni domina ni puede dominar, en <strong>el</strong>que se tiene que abrir paso, expulsando o abrazando,dando patadas o asilo a su propio afuera: a la sangre, alhumo y al frío d<strong>el</strong> invierno.Desde las filosofías donde domina la tendencia idealista,los planteamientos materialistas se percibirán comoescaramuzas de extraviados o como espejos rotos.Desde las filosofías materialistas, la tendencia idealistase concibe como trabajo de sustracción imaginaria asu condición material, a su condición de práctica entreprácticas. Esta sustracción, para los materialista, genera<strong>el</strong> efecto de una auto-presentación como espacio separadode unidad desde donde, supuestamente, se haceposible juzgar toda heterogeneidad, con <strong>el</strong> consiguienteduplicado teórico, y, por tanto, reforzamiento,de las ideologías de la armonía y <strong>el</strong> orden social que estoconlleva. Las filosofías, entonces, donde domina latendencia materialista son filosofías críticas en cuantotrabajan por demostrar que la unidad idealista no sesostiene sobre su propio pedestal metafísico, sino sobr<strong>el</strong>a tensión de las prácticas que son su exterior. Peroson siempre y constitutivamente críticas, están siemprebuscando cómo generar crisis en los espacios separadosde unidad, intentando abrir fisuras que haganasomarse la trama de la que está hecha la supuesta autonomíafilosófica. Si <strong>el</strong> imposible, entonces, d<strong>el</strong> idealismoes <strong>ver</strong>se intacto de mundo, <strong>el</strong> imposible d<strong>el</strong> materialismoes <strong>ver</strong>se intacto de idealismo.La descripción breve d<strong>el</strong> conflicto que recorre toda investigacióncientífica sitúa éste en la tensión entre evidenciay demostración. La ciencia, además de rutina-ISSN:1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comYOUKALI, 1 página 41 Filosofía y política
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