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YOUKALI, 1 página 34 Filosofía y políticasión, dibujar una ruta en la inmensidad de las olas, obien dejarse tragar por la furia de las corrientes sindueño. En esta decisión forzada, primero, hay que <strong>el</strong>egirentre ahogarse o no ahogarse y, después, implantaruna demarcación.Ideas, discursos, gestos, lógicas, experiencias vividas yestructuradas, amalgama de nombres, posturas, fantasíasy afectos, <strong>el</strong> mar tempestuoso de la ideología es unmar de <strong>el</strong>ementos y sistemas nunca completamentedeterminable. De este mar sólo se puede hablar desd<strong>el</strong>a tormenta, desde la polémica. Desde la superficiemóvil de la disputa y los accidentes d<strong>el</strong> terreno, su realidady sus límites son borrosos, más indefinidos cuantomás en general se habla. En la dificultad de nombrarla ideología, en las ambigüedades y paradojas que portay que genera <strong>ver</strong>emos la prueba de que algo realmenteimportante está en juego. Hablar de ideologíaes introducir ya la discordia, pero introducirla igualmenteen cada uno de los que intentamos concebirlaminuciosamente.La filosofía, ese discurso que no puede dejar de hablarde la ideología, a favor o en contra, entendida de unamanera o de otra, traducida o matizada, es un discursotan fragmentario y escurridizo, tan discordante,como la propia ideología. En la filosofía se lucha por lomismo que se lucha en la ideología: por lo que ha de visibilizarsey por lo que ha de invisibilizarse, por lo queha de <strong>ver</strong>balizarse y lo que ha de callarse, por lo que hade entenderse y lo que ha de incomprenderse. Y en lafilosofía hay que intervenir de manera tan insosteniblecomo en <strong>el</strong> propio hervidero de la ideología. En definitiva,la teoría de la ideología no puede ser una teoríaneutral respecto al conflicto ideológico, sino ese mismoconflicto tratado conceptualmente, tratamiento quefuerza a que los conceptos que se utilizan se posicionen.De esa manera surge la filosofía como conceptualizaciónposicionada d<strong>el</strong> conflicto ideológico.Lo primero que tiene que determinar ese posicionamientoes si hay salida de la ideología o si no la hay y,después, si todas las diferencias, tanto las que borboteanen la ideología como las que constituyen otras realidades,son iguales o no lo son.Desvincular la política de la disyunción <strong>ver</strong>dad/opinión,sin renunciar por <strong>el</strong>lo a la investigación científica,implica sostener que, si por 'salida' de la ideologíaentendemos un límite a partir d<strong>el</strong> cual hay otra cosa(que no podrá ser sino la <strong>ver</strong>dad), entonces, de la ideologíano hay salida. Diré que hay otras prácticas, comopor ejemplo, la ciencia, como por ejemplo la filosofía,como por ejemplo la política, <strong>el</strong> arte y la economía. Portodas discurre la ideología, pero ninguna limita con<strong>el</strong>la, ninguna nos «salva» de <strong>el</strong>la ni, por otra parte,hace falta que lo haga. La ideología en general no esuna condena, aunque sí puede ser una condena tal oISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comcual ideología. La ideología es nuestra vivencia y, comotal, hay que c<strong>el</strong>ebrarla o condenarla. Todas las demásprácticas sólo las podemos vivir ideológicamente.Todo es también ideológico y lo ideológico es tambiénde todo, es política, es filosofía, es arte, es ciencia y eseconomía.Para que mi planteamiento, sin embargo, no se abismeen la noche de la multiplicidad indiferente y en la nostalgiade un tiempo mítico en <strong>el</strong> que los pilares eran firmes,me veo forzado a considerar, además, que todaslas diferencias no son iguales. Admito y defiendo queno hay nada que de forma absoluta valga más que nada.Pero, al mismo tiempo, afirmo que todas las cosasno dan lo mismo, no promueven las mismas realidades,no generan las mismas situaciones, no se derivande <strong>el</strong>las las mismas consecuencias, no producen, endefinitiva, los mismo efectos. No da lo mismo sostenersesobre las olas que ahogarse. Esta es la primeradiferencia entre las diferencias. La segunda es que noda lo mismo defender que no hay salida de la ideologíaque defender que sí la hay. Defender que no hay salida,por ejemplo, implica asumir que no podemos escapara la discordia.Desde la filosofía que asume que no hay salida y queno todo da lo mismo, la política se aborda, entre otrasformas, como la discordia en lo vivido. Y esto no es casual,la manera en que la filosofía de la no-salida abordala política es <strong>el</strong> modo en que lo político habita en lafilosofía: la experiencia de la eterna discordia entre filosofías,<strong>el</strong> hecho de que no hay filosofía sino filosofías.Estableceré, entonces, dos demarcaciones inaugurales:una la que dibuja la ruta en <strong>el</strong> espacio abisal de laideología política y otra la que la diseña en la filosofía.La demarcación en la ideología política separa identidadcolectiva y deseo de igualdad social. En la filosofía,idealismo y materialismo. Pero, fi<strong>el</strong> al carácter tempestuosode la idea como cuerpo y fuerza, como gesto ypotencia, entenderé que <strong>el</strong> deseo de igualdad social y <strong>el</strong>materialismo no se libran de la discordia. Primero,porque no hay ni espero que haya unanimidad respectoa aqu<strong>el</strong>lo en lo que puedan consistir la igualdad socialy <strong>el</strong> materialismo (si hay una corriente materialista,es una corriente de aguas turbulentas; si hay unatradición materialista, seguramente será una tradicióntraidora 2 ). Y segundo, porque no hay igualdad socialsino frente a la desigualdad social; ni materialismo sinoen disputa con <strong>el</strong> idealismo.Entiendo, además, que <strong>el</strong> entusiasmo por la igualdadsocial va indisolublemente entr<strong>el</strong>azado, por un lado,con <strong>el</strong> pensamiento materialista, por otro, con la investigación(no necesariamente académica) en torno aldevenir social y, aun por otro, con la inventiva prácticay la insistencia diaria. En términos althusserianos sepodría decir que entusiasmo por la igualdad social,materialismo, investigación social, inventiva práctica ylabor diaria se articulan para formar un todo complejosobredeterminado por <strong>el</strong> conflicto entre la igualdad yla desigualdad sociales. En efecto, la política es de todo,es amor, es filosofía, es investigación, es invención y estarea continua.Por su parte, llamo materialista a toda filosofía que deuna manera u otra proclama que si algo existe, es vulnerable,incluida esta afirmación. Definición tan ampliada cabida a muchas opciones. Para mi argumentación,sin embargo, a favor de la igualdad social es suficiente.Ya que defiendo que la igualdad social es <strong>el</strong> únicomodo de vida social acorde con <strong>el</strong> hecho que se derivad<strong>el</strong> materialismo así definido: <strong>el</strong> hecho de que lasidentidades colectivas son vulnerables 3 . Si las identidadescolectivas, desde la más particular a la más uni<strong>ver</strong>sal,son vulnerables, la línea de separación que trazanentre un adentro y un afuera, entre los incluidos ylos excluidos, no puede dejarse fuera d<strong>el</strong> conflicto. Perosi es así, entonces, ¿cómo definir <strong>el</strong> conflicto? Es decir,si la disputa <strong>ver</strong>sa no sólo sobre quién tiene que estardentro y quién tiene que estar fuera, quién es españoly quién es extranjero, quién es varón y quién esmujer, quién es humano y quién es in-humano, sinosobre todo sobre por qué han de ser esas las líneas dedemarcación entre <strong>el</strong> ser y <strong>el</strong> no ser, entonces, ¿adónderecurrir para dirimir cuál es <strong>el</strong> conflicto entre líneasde demarcación? La decisión a favor de la igualdad socialplantea una instancia a la cual recurrir si todas laslíneas de inclusión/exclusión son igualmente vulnerables.Plantea que la cuestión no reside en los rasgos visibleso invisibles que puedan atribuírs<strong>el</strong>e a un individuoo a sus acciones para indicar que pertenece o nopertenece al conjunto de los unos o de los otros. Lacuestión reside en las estructuras sociales que los individuosreproducen en su actividad cotidiana. O másprecisamente, la cuestión reside en <strong>el</strong> modo en queesas estructuras distribuyen los medios que permitendecidir, realizar las decisiones y proteger o bien la exclusividaden esa decisión o, en <strong>el</strong> mejor de los casos, laexclusión de toda exclusividad.Es evidente que en este hacer recaer todo <strong>el</strong> peso d<strong>el</strong>conflicto d<strong>el</strong> dentro y <strong>el</strong> afuera identitario sobre las estructurassociales no puede prescindir de las investigacionesque trabajan en <strong>el</strong> conocimiento de las mismas.Pero, igualmente, sería absurdo pensar que las investigacionessociales sean tribunales neutrales donde noestuviera instalado <strong>el</strong> conflicto tan agudamente comoen <strong>el</strong> terreno de las identidades colectivas. A lo que hayque añadir, además, que, en cuanto investigación, lasciencias sociales están siempre en proceso. El recurrir,por tanto, a la investigación social, supone que haya alguienque recurra a <strong>el</strong>la, es decir, que haya grupos deindividuos comprometidos a favor de la igualdad socialque recurran a las investigaciones sociales (y lasrealicen <strong>el</strong>los mismos) y s<strong>el</strong>eccionen lo que en cadaocasión pueda serles de utilidad en su afán por transformarlas estructuras de dominación y explotación enestructuras de exclusión de la exclusividad. Por tanto,parto de que, con mayor o menor capacidad de acciónefectiva, esos grupos existen y uno mi destino al suyo.En definitiva, no hay ningún lugar donde recurrir paradirimir <strong>el</strong> conflicto sino, en cada caso, esfuerzos yasiempre existentes, más o menos efectivos, por reproduciro transformar la realidad social y es en esos esfuerzos,en esos procesos complejos de lucha, donde seintegra la filosofía. Obsérvese, en consecuencia, quecinco de los seis ramales que aquí se trenzan: ideología,filosofía, ciencia, arte, economía y política no recurrenen ningún momento a plantear <strong>el</strong> problema de la<strong>ver</strong>dad frente a la falsedad. Eso ocurrirá, eso se plantearáúnicamente dentro de la ciencia. La disyunción<strong>ver</strong>dad/falsedad es un problema intra-científico, aunque,en efecto, no dejará de repercutir en la presenciaque la ciencia tenga en las demás prácticas. La ideologíacomo tal no es lo falso ni lo <strong>ver</strong>dadero, son las ideascomo fuerzas entre fuerzas, un campo donde tambiéntendrán que bregar los resultados de las investigacionespara hacerse oír. Y ninguna de <strong>el</strong>las ni las ideasfuerzani las ideas-resultado-de-la-investigación tendránrealidad efectiva si no son vividas en la política,en la efectividad de las políticas de dominación o liberación.Y lo mismo exactamente le ocurre a la filosofía.La filosofía se prueba en <strong>el</strong> propio campo filosófico, perotambién en todos los demás.Digo entonces que la filosofía es política en cuanto esuna actividad inmersa en <strong>el</strong> conflicto, en <strong>el</strong> conflicto intra-filosóficoy, al mismo tiempo, en los conflictos presentesen todos las demás prácticas, también en <strong>el</strong> conflictopolítico por la liberación o contra <strong>el</strong>la.La filosofía es política, en efecto. Y no me quedo ahí,defiendo que toda práctica humana es política. Pero, alISSN:1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comYOUKALI, 1 página 35 Filosofía y política

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