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Denevi, Marco - Ceremonia secreta

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<strong>Marco</strong> <strong>Denevi</strong>3 Bajtín, Mijail: La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. Barcelona, Barral, 1974.7<strong>Ceremonia</strong> <strong>secreta</strong>dico, cuya destrucción finalmente calificará al príncipe-solterona como madrepretendiente,los ostente como su marca. Y, en efecto, Belena, si bien se nos dice muypoco de ella, está caracterizada como una mujer ambiciosa y sexual, cuya desmesuraante la “carne” y el dinero no la hacen retroceder ni ante el asesinato. En cuanto a susmaquinaciones para deshacerse de Cecilia, es llamativo cómo en Belena reaparece eltema de la madrastra asesina de Blancanieves: al igual que ella Belena le ordena a unhombre joven —que aquí es su amante, no el montero tradicional— que mate a lamuchacha, pero éste no cumple. Sólo que para Cecilia no habrá más “enanitos” salvadoresque la intrépida solterona, a quien encuentra en el “bosque” de la locura alque la ha confinado el horror de la violación.Por fin, y como ya lo señalé antes, el ajusticiamiento de la bruja-madrastra constituyela prueba calificatoria final por la cual Leonides —la pretendiente a madre—asumirá de forma radical su papel materno. Sin embargo, y según el contexto significativodel relato, se trata de una madre trágica, una madre/muerte, ya que al haberseexpulsado la sexualidad de forma definitiva, no puede haber bodas ni retoño posible,por lo cual el banquete nupcial de la princesa nubil se transforma en el velorio de lamujer violada y el niño que nunca llegó a nacer.Esta violenta divergencia respecto del festivo universo del cuento maravilloso,sin embargo, no es algo que se produzca inopinadamente en el relato, sino que vaacompañada por un conjunto de elementos de inversión —por llamarlos de algunamanera— que confirman, y a veces anticipan el carácter luctuoso de la aventura en laque se ve embarcada la protagonista.Sí, haciéndole caso a Roland Barthes, nos fijamos en la forma como empieza ycomo termina el relato, advertimos que la oscuridad, el luto, la soledad y la muertecaracterizan la atmósfera de la nouvelle. En efecto, ésta se abre cuando aún no ha comenzadoa clarear, con la solitaria figura de Leonides rigurosamente vestida de negroatravesando las calles vacías, con aspecto de “pope que al abrigo de la noche huíade alguna roja matanza”, y se cierra casi circularmente con su misma figura lúgubreque, en la noche, ahora sí huye de la roja matanza que queda a sus espaldas. Tal sutilcorrelación, en otro sentido, nos da la sensación de que el texto ha trabajado específicamentepara transformar en atributo concreto y real el primer símil ominoso, y convertiren “ceremonia <strong>secreta</strong>” los ritos florales que el “pope” corría a oficiar.Idéntica función alusiva a la inversión que sufren los elementos tradicionales enla nouvelle la cumplen los nombres atribuidos a los personajes femeninos. Porqueocurre que todas las mujeres negativamente caracterizadas en la historia —Belena,Natividad, Encarnación y Mercedes— llevan nombres asociados a la Virgen, mientrasque las valoradas —Leonides, Cecilia, Guirlanda y la ficticia Anabelí— se apartande dicha asociación. Asimismo, las nominadas según la Virgen, en otra vuelta detuerca irónica, no tienen hijos y oscilan entre la prostitución y el crimen, por un lado,y formas menores de la delincuencia —los mezquinos robos de las dos hermanas— yla hipocresía, por el otro, mientras que las demás, aunque sea espiritualmente —como es el caso de Leonides-Anabelí— son madres y representan las diversas formasdel bien en el universo del relato. Como si, desde el puro nivel discursivo, se subrayaraque en este texto nada es lo que parece e impera el principio de la reversión.Un tercer elemento de inversión está representado por el lapso temporal en elque se desarrolla el desenlace del relato: el carnaval. Tal como lo ha señalado MijailBajtin en su conocido estudio sobre el contexto cultural de Francois Rabelais 3 , el car-

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