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Denevi, Marco - Ceremonia secreta

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<strong>Marco</strong> <strong>Denevi</strong>40<strong>Ceremonia</strong> <strong>secreta</strong>atractiva, y eso siempre despierta envidias y habladurías. Y disculpe, no lo digo porGuirlanda, que en paz descanse, pero de Belena se ha hablado mucho, se han contadohorrores, pero a mí no me consta. Usted la hubiera visto aquella noche. La besó aCecilia, nos besó a nosotras dos, miró un largo rato a la finada, varias veces se llevó elpañuelo a los ojos. Si fuese la mujer que dicen, no hubiera derramado una lágrimapor Guirlanda.—Anabelí: ¿Y desde entonces no la han vuelto a ver?—Encarnación: Pero, ¿cómo? ¿No sabe?—Mercedes: ¿No sabe?—Anabelí: No. ¿Qué?—Encarnación: ¿Cecilia no le ha contado?—Anabelí: Nada.—Encarnación: - Pues verá. Como Cecilia se había quedado sola, y como Belenatambién estaba sola, porque enviudó hace unos años...—Anabelí: Como yo.—Encarnación: Como usted. Es la ley de la vida. Y como al fin y al cabo, y a pesarde las rencillas, Cecilia y Belena eran primas carnales, y como Belena tampoco esrencorosa...—Anabelí: Como yo.—Encarnación: Como usted. Pues Belena se quedó a vivir con Cecilia.—Anabelí: ¿Ah sí? ¿Belena? ¿Belena se quedó a vivir con Cecilia, allá, en lacasa de Suipacha? Pero ya no vive más.—Encarnación: No. Ya no.—Anabelí: ¿Qué pasó? ¿Se pelearon?—Encarnación: Usted pregunta qué pasó.—Mercedes: ¡Dios mío!—Anabelí: Vaya, ustedes me asustan.—Encarnación: Es que ciertas cosas no son fáciles de contar, señora.—Anabelí: Querida, yo soy de la familia. Y ustedes, como si lo fueran. Ustedesson más que parientas.—Encarnación: Entonces, con su permiso. Nosotras, después de la muerte deGuirlanda, íbamos frecuentemente a visitarlas. Belena nos recibía amablemente.—Mercedes: En cambio Cecilia...—Encarnación: ¡Mercedes!—Anabelí: Diga. ¿Cecilia, qué?—Encarnación: Esta quiere decir que Cecilia no hablaba jamás, no abría la bocani para preguntarnos cómo andábamos de salud, o cómo estaba mamá. Porque ustedsabe que tenemos a mamá paralítica.—Anabelí: ¡Ah, qué pecado!—Encarnación: Nunca. Ni una palabra.—Mercedes: Sale al padre. Usted lo habrá conocido a Jan. Nosotras le teníamosuna rabia.—Encarnación: ¡Mercedes!—Anabelí: Pero Belena...—Encarnación: A eso iba. Nosotras la notábamos preocupada a Belena. Unatarde nos acompañó hasta la esquina y nos contó rápidamente algunas cosas. Primerola tacañería de Cecilia. Fíjese que le controlaba hasta el último centavo. En eso tienerazón Mercedes. Sale a Jan. Pero lo más grave era lo otro. Sí, las salidas de Cecilia.

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