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Bolentín 264 - Diócesis de San Juan de los Lagos

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ASAMBLEA DIOCESANApág.40Hemos venido <strong>de</strong>scubriendo con mayor intensidadque Jesús es el Amor <strong>de</strong> <strong>los</strong> amores, es el Panvivo que sacia el hambre <strong>de</strong> todos. El discípulo aquien Jesús amaba, nos dice en su relato <strong>de</strong> lainstitución que, «sabiendo Jesús que había llegadola hora <strong>de</strong> pasar <strong>de</strong> este mundo al Padre, habiendoamado a <strong>los</strong> suyos que estaban en el mundo, <strong>los</strong> amóhasta el extremo». Este amor hasta el extremo lollevó a entregarse por nosotros y a quedársenos enalimento.Hermanas, hermanos, ¿porqué tenemos miedo a veces <strong>de</strong>amar hasta el extremo?Este amor <strong>de</strong> Dios espera<strong>de</strong> nosotros una respuesta amorosa.Quien se mi<strong>de</strong>, quien seconforma con poco, quien semuestra calculador en su correspon<strong>de</strong>ncia,no va a salir <strong>de</strong>la mediocridad, y una Iglesia<strong>de</strong> mediocres, no va a ser la Iglesia <strong>de</strong>l Dios que selo jugó todo y lo dio todo.El amor hasta el extremo que lo llevó a laaceptación libre <strong>de</strong> su pasión y su cruz, ya se notabaa partir <strong>de</strong> su nacimiento y a lo largo <strong>de</strong> su vidapública. Es un extremo su nacimiento en nuestracarne débil, rechazado por <strong>los</strong> hombres y envueltoen pobreza. Es un extremo <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a la pecadorapública y arrebatarla <strong>de</strong> las garras <strong>de</strong> sus acusadores.Es un extremo arriesgarse a las malas interpretacionespor el hecho <strong>de</strong> compartir la mesa con publicanosy pecadores (dime con quien andas…). Es un extremocolocar a la vista <strong>de</strong> todos, en medio <strong>de</strong> todos aaquel hombre <strong>de</strong> la mano paralizada y curarlo ensábado, porque la ley se hizo para el hombre. Es unextremo atreverse a <strong>de</strong>cir: «Bienaventurados <strong>los</strong>que tienen hambre y sed <strong>de</strong> justicia, porque seránsaciados». Es un extremo, en fin, carente <strong>de</strong> todalógica, <strong>de</strong>cir que <strong>de</strong>bemos amar a <strong>los</strong> enemigos.Hay figuras que han sido extremosas en suactuar a imitación <strong>de</strong> Aquel que lo entregó todo pornosotros. <strong>Juan</strong> Bautista, el hombre cuyo nacimientola Iglesia celebra, ¿no mediría las consecuencias <strong>de</strong>la <strong>de</strong>nuncia que tuvo que hacer para que se escuchara,en el palacio <strong>de</strong>l propio rey: «No te es lícito vivircon la mujer <strong>de</strong> tu hermano»?Para evitar complicaciones, si queremos llevaruna vida mediocre, más vale no <strong>de</strong>nunciar situacionesque en nuestras comunida<strong>de</strong>s están siendo causa<strong>de</strong> escándalo o división.Un sacerdote polaco, <strong>San</strong> Maximiliano MaríaKolbe, se ofreció voluntariamente cuando, en aquelcampo <strong>de</strong> concentración nazi en Auschwitz, habiéndosefugado un reo, <strong>los</strong> <strong>de</strong>más no daban razóny por esto, diez tienen que ir al calabozo. Y aquelhombre llamado Francis llora y dice: ‘¿Qué va a ser<strong>de</strong> mi mujer y mis hijos?’ porque él fue <strong>de</strong> <strong>los</strong> diezelegidos. Y era sacerdote el que se ofreceen lugar <strong>de</strong> aquel padre <strong>de</strong> familia. Y es esteel que voluntariamente quiere este extremo<strong>de</strong>l calabozo y acepta al final, ya cuandohan muerto siete <strong>de</strong> <strong>los</strong> reos, la inyecciónletal que lo lleva a la muerte.¿Para qué es la vida, si no es para alabara Dios y para ofrendarla en servicio <strong>de</strong>lprójimo? ¿Por qué cuidamos tanto la vidasi el evangelio nos dice que hay que arriesgarla,porque el que la arriesga la gana ygana la vida <strong>de</strong> otros para la vida eterna?Actuaron <strong>de</strong> manera extremosa nuestros mártires<strong>de</strong> Cristo Rey y <strong>San</strong>ta María <strong>de</strong> Guadalupe.Aquel<strong>los</strong> y estos otros que recientemente han sido<strong>de</strong>clarados próximos a ser beatificados, porque lodieron todo para correspon<strong>de</strong>r al Amor <strong>de</strong> <strong>los</strong>amores. Aquel Sr. Canónigo <strong>de</strong> Guadalajara, donJosé Ruiz Medrano, <strong>de</strong>cía en una pieza oratoriaintitulada Patria <strong>San</strong>ta, refiriéndose a aquel<strong>los</strong> dramáticossucesos en <strong>los</strong> que nuestros mártires dieronsu vida y su sangre por el Amor <strong>de</strong> <strong>los</strong> amores:‘Tierra <strong>de</strong> mártires, gavillas <strong>de</strong> la muerte. Tierraque escuchaste el silbido agudo y exacto <strong>de</strong> la bala.Tierra que fuiste el escenario <strong>de</strong> diálogos <strong>de</strong> hielo y<strong>de</strong> tragedia’.El que comulga el Cuerpo <strong>de</strong> Cristo es enviadoa anunciar con gozo lo que, al calor <strong>de</strong> la amistad <strong>de</strong>Jesús, ve y oye <strong>de</strong> <strong>los</strong> secretos que el Padre eternotiene para sus predilectos, <strong>los</strong> sencil<strong>los</strong>. El quecomulga el Cuerpo <strong>de</strong> Cristo, tiene que ser factor <strong>de</strong>unidad y <strong>de</strong> comunión en medio <strong>de</strong> sus hermanos.No hay que alentar más diálogos <strong>de</strong> hielo y <strong>de</strong>tragedia que abren brechas entre <strong>los</strong> hombres ymujeres que tendríamos que vivir unidos entrenosotros y unidos a Aquel que nos une con suhumanidad y divinidad, al Dios eterno.Qué extremoso nos parece este ocaso que noacaba <strong>de</strong> concluir <strong>de</strong>l pastor <strong>de</strong> la Iglesia universal,<strong>Juan</strong> Pablo II. Pero es que ya parece que no pue<strong>de</strong>andar ni hablar, ni po<strong>de</strong>r dirigir, y sin embargo seBol-<strong>264</strong>

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