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Bolentín 264 - Diócesis de San Juan de los Lagos

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LINEAMENTAristía medicina <strong>de</strong> la inmortalidad <strong>de</strong>l hombre einvitaba a alimentarse <strong>de</strong> ella hasta el retorno <strong>de</strong>lSeñor en la gloria, cuando, según la promesa (cf.Jn 6, 54), se cumplirá el último efecto <strong>de</strong> la Eucaristía:la resurrección <strong>de</strong> la carne. [227]La Eucaristía es el banquete para vencer la muerte[228] y con ella “se asimila, por <strong>de</strong>cirlo así, el ‘secreto’<strong>de</strong> la resurrección” [229] para vivir eternamente.La vida eterna no es una vida larga, ni simplementeun tiempo sin fin, sino otro nivel <strong>de</strong> existencia.<strong>San</strong> <strong>Juan</strong> distingue entre bios, como vida transitoria<strong>de</strong> este mundo, y zoé, como verda<strong>de</strong>ra vidaque entra en nosotros al encontrarnos con el Señor.Éste es el sentido <strong>de</strong> su promesa: “el que escuchami Palabra y cree en el que me ha enviado, tienevida eterna.....ha pasado <strong>de</strong> la muerte a la vida” (Jn5, 24), “Yo soy la resurrección y la vida; el que creeen mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive ycree en mí no morirá jamás” (Jn 11,25). En virtud<strong>de</strong> este significado escatológico <strong>de</strong> la Eucaristíaesperamos la resurrección <strong>de</strong>finitiva, cuando Diosserá todo en todo (cf. 1 Co 15, 28).69. El cristianismo no promete sólo la inmortalidad<strong>de</strong>l alma, sino la resurrección <strong>de</strong> la carne, es<strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> todo el ser humano. La graciatransformadora <strong>de</strong> la Eucaristía compenetra todoámbito antropológico, extien<strong>de</strong> su influencia a <strong>los</strong>aspectos existenciales <strong>de</strong> cada hombre, como la libertad,el sentido <strong>de</strong> la vida, <strong>de</strong>l sufrimiento y <strong>de</strong> lamuerte. Si no respondiera a estas preguntas fundamentales<strong>de</strong>l hombre, sería muy difícil confiar eneste sacramento como instrumento <strong>de</strong> salvación y<strong>de</strong> transformación <strong>de</strong>l hombre en Cristo.El significado social <strong>de</strong> la Eucaristía70. Alimentándose <strong>de</strong> la Eucaristía, <strong>los</strong> cristianosnutren la propia alma y se transforman el<strong>los</strong>mismos en alma que sostiene el mundo, [230] dandoasí a la vita el sentido cristiano, [231] que es un sentidosacramental. Es <strong>de</strong>l sacramento que surge el don<strong>de</strong> la caridad y <strong>de</strong> la solidaridad, porque el sacramento<strong>de</strong>l altar no se pue<strong>de</strong> separar <strong>de</strong>l mandamientonuevo <strong>de</strong>l amor recíproco.La Eucaristía es la fuerza que nos transforma [232]y nos hace fuertes en las virtu<strong>de</strong>s. Ella “da impulsoa nuestro camino histórico, poniendo una semillaBol-<strong>264</strong><strong>de</strong> viva esperanza en la <strong>de</strong>dicación cotidiana <strong>de</strong> cadauno a sus propias tareas”, [233] en la familia, en eltrabajo, en el compromiso político. La misión <strong>de</strong>cada uno en la Iglesia recibe fuerza y confianza <strong>de</strong>esta connotación social <strong>de</strong> la Eucaristía.71. Ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el comienzo <strong>de</strong>l siglo II, <strong>San</strong> Ignacio<strong>de</strong> Antioquía <strong>de</strong>finía a <strong>los</strong> cristianos como aquel<strong>los</strong>que “viven según el domingo”, [234] en la fe <strong>de</strong>la resurrección <strong>de</strong>l Señor y <strong>de</strong> su presencia en lacelebración eucarística. [235] <strong>San</strong> Justino, en cambio,ponía <strong>de</strong> manifiesto la urgencia ética al terminar laEucaristía dominical: “Aquel<strong>los</strong> que están en laabundancia, y <strong>de</strong>sean dar, dan a discreción lo quecada uno quiere, y cuanto se recoge es <strong>de</strong>positadoante el que presi<strong>de</strong>; y él mismo socorre a <strong>los</strong> huérfanosy a las viudas, y a quienes están <strong>de</strong>scuidadosa raíz <strong>de</strong> una enfermedad o <strong>de</strong> otra causa, y a <strong>los</strong>que están en la cárcel, y a <strong>los</strong> que viven como extranjeros:en pocas palabras, [él] provee a todos <strong>los</strong>que se encuentran en la necesidad”. [236]La Eucaristía fundamenta y perfecciona la missioad gentes. [237] De la Eucaristía nace el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> cadacristiano <strong>de</strong> cooperar al crecimiento <strong>de</strong>l Cuerpoeclesial. [238] La actividad misionera, en efecto, “porla palabra <strong>de</strong> la predicación y por la celebración <strong>de</strong><strong>los</strong> sacramentos, cuyo centro y cima es la santísimaEucaristía, ... hace presente a Cristo, autor <strong>de</strong> lasalvación”. [239] El mandato misionero, que ha implicadono pocas veces el martirio, sufrido aún ennuestros días por pastores y fieles precisamentedurante la celebración <strong>de</strong> la Eucaristía, tien<strong>de</strong> a hacerllegar a la multitud <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres la salvaciónofrecida en el sacramento <strong>de</strong>l pan y <strong>de</strong>l vino.Por lo tanto, la santa comunión ofrece todos susfrutos: nos hace crecer en nuestra unión con Cristo,nos separa <strong>de</strong>l pecado, consolida la comunióneclesial, nos compromete en relación a <strong>los</strong> pobres,aumenta la gracia y da la prenda <strong>de</strong> la vida eterna.[240]CONCLUSIÓN72. El Señor Jesús ha instituido la Eucaristíacomo sacramento <strong>de</strong> comunión y <strong>de</strong> revelación <strong>de</strong>lPadre. A este método ha adherido, en primer lugar,la Virgen María: “En cierto sentido, María ha practicadosu fe eucarística antes incluso <strong>de</strong> que éstapág.71

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