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Bolentín 264 - Diócesis de San Juan de los Lagos

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LINEAMENTApio”. [15] Por este motivo no pue<strong>de</strong> separarse la muerte<strong>de</strong> Cristo <strong>de</strong> su resurrección (cf. Rm 4, 24-25),con la vida nueva que surge <strong>de</strong> ella y en la cualsomos sumergidos en el bautismo (cf Rm 6,4).8. El evangelio <strong>de</strong> <strong>Juan</strong> se refiere al misterioeucarístico en el capítulo sexto. Según un esquemasimilar al <strong>de</strong> la última Cena, es <strong>de</strong>scripto el milagro<strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> pocos panes distribuidos a una multitudy al mismo tiempo Jesús habla <strong>de</strong>l pan que dala vida, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> su carne y <strong>de</strong> su sangre, que sonel verda<strong>de</strong>ro alimento y la verda<strong>de</strong>ra bebida; quientiene fe en Jesucristo come su carne y logra vivireternamente. Es difícil compren<strong>de</strong>r el discurso sobrela Eucaristía: sólo quien busca a Jesús y no a símismo pue<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rlo (cf. Jn 6,14 s. 26). Talconsciencia se ha manifestado, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Pentecostés,en la participación frecuente <strong>de</strong> <strong>los</strong> bautizados,fieles a las enseñanzas apostólicas, a la comuniónfraterna y a la fractio panis (cf. Hch 2, 42.46;20, 7-11), en la “Cena <strong>de</strong>l Señor” (cf. 1 Co 11,20).Éste es el fundamento <strong>de</strong> la dimensión apostólica<strong>de</strong> la Eucaristía. Las narraciones <strong>de</strong>l Nuevo Testamentosobre la Eucaristía, vivida como acción <strong>de</strong>gracias y memoria sacramental, muestran que alreconocer el cuerpo y la sangre <strong>de</strong>l Señor en la comunión<strong>de</strong>l pan y <strong>de</strong>l vino consagrados, se reconocesu presencia. Al mismo tiempo se retiene grave,una verda<strong>de</strong>ra falta, confundir la ‘Cena <strong>de</strong>l Señor’con cualquier otra comida (cf. 1 Co 11, 29). A<strong>de</strong>más,el Apóstol da por supuesto que la presencia<strong>de</strong>l Señor en su cuerpo y sangre no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> lacondición <strong>de</strong> quien lo recibe y que la comunión conel<strong>los</strong> hace <strong>de</strong> todos un solo cuerpo, porque <strong>de</strong> el<strong>los</strong>fluye la vida <strong>de</strong> Cristo. Ser un solo corazón y unasola alma (cf. Hch 2, 46; 4, 32-33), hasta hacer posiblela comunión <strong>de</strong> <strong>los</strong> bienes, era la característica<strong>de</strong> la Iglesia apostólica, que compartía <strong>los</strong> gozosy <strong>los</strong> sufrimientos <strong>de</strong> sus miembros, es <strong>de</strong>cir, quevivía la caridad (cf. 1 Co 12, 26-27).Del cuadro bíblico emergen <strong>los</strong> siguientes puntos<strong>de</strong> referencia en relación a la verdad sobre laEucaristía, que hacen <strong>de</strong>l sacramento <strong>de</strong>l altar unaúnica realidad sacrificial y sacerdotal: la acción<strong>de</strong> gracias y <strong>de</strong> alabanza al Padre, el memorial <strong>de</strong>lMisterio pascual, la presencia permanente <strong>de</strong>l Señor.[16]La acción <strong>de</strong> gracias y <strong>de</strong> alabanza al Padre9. En la memoria <strong>de</strong> la Iglesia, en el centro <strong>de</strong> lacelebración eucarística, están las palabras <strong>de</strong> la presencia<strong>de</strong> Jesús en medio a nosotros. “Esto es micuerpo, ... éste es el cáliz di mi sangre”. Jesús seofrece a sí mismo como verda<strong>de</strong>ro y <strong>de</strong>finitivo sacrificio,en el cual alcanzan su cumplimiento todaslas imágenes <strong>de</strong>l Antiguo Testamento. En Él se recibelo que siempre había sido <strong>de</strong>seado y jamáshabía hallando realización.Pero Jesús, a la luz <strong>de</strong> la profecía (cf. Is 53, 11s.)sufre por la multitud y <strong>de</strong>muestra que en Él se cumplela espera <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro sacrificio y <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>roculto. Él mismo es aquel que, estando <strong>de</strong>lante<strong>de</strong> Dios, interce<strong>de</strong>, no por sí mismo, sino en favor<strong>de</strong> todos. Esta intercesión es el verda<strong>de</strong>ro sacrificio,la oración, la acción <strong>de</strong> gracias a Dios, en lacual nosotros mismos y el mundo somos restituidosa Dios. La Eucaristía es, por lo tanto, sacrificioa Dios en Jesucristo para recibir el don <strong>de</strong> su amor.10. Jesucristo es el Viviente y está en la gloria,en el santuario <strong>de</strong>l cielo don<strong>de</strong> ha entrado gracias ala propia sangre (cf. Hb 9,12); se encuentra en elestado inmutable y eterno <strong>de</strong>l sumo sacerdote (cf.Hb 8,1-2), “posee un sacerdocio perpetuo” (Hb 7,24 s), se ofrece al Padre y en razón <strong>de</strong> <strong>los</strong> infinitosméritos <strong>de</strong> su vida terrena continúa a irradiar la re<strong>de</strong>nción<strong>de</strong>l hombre y <strong>de</strong>l cosmos que en Él se transformay recapitula (cf. Ef 1,10). Todo esto significaque el Hijo Jesucristo es mediador <strong>de</strong> la nueva alianzapara aquel<strong>los</strong> que han sido llamados a la herenciaeterna (cf Hb 9,15). Su sacrificio permanece parasiempre en el Espíritu <strong>San</strong>to, el cual recuerda a laIglesia todo lo que el Señor ha realizado como sumoy eterno sacerdote (cf Jn 14, 26; 16, 12-15). <strong>San</strong><strong>Juan</strong> Crisóstomo advierte que el verda<strong>de</strong>ro celebrante<strong>de</strong> la divina liturgia es Cristo: Aquel que ha celebradola Eucaristía “ en la última cena, ése mismoes el que lo sigue haciendo ahora. Nosotros ocupamosel puesto <strong>de</strong> <strong>los</strong> ministros suyos, mas el quesantifica y transforma la ofrenda es Él”. [17] Por lotanto, “no es una imagen o una figura <strong>de</strong>l sacrificio,sino un sacrificio verda<strong>de</strong>ro”. [18]Dios se ha dignado aceptar la inmolación <strong>de</strong> suHijo como víctima por el pecado y la Iglesia orapág.50Bol-<strong>264</strong>

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