26puede considerarse como algo clave para la moderna ciencia social).En cambio, hemos de ampliar la exposición referente al Estado, puestoque mediante éste y a través de la dialéctica que se instituye entre losEstados es como se realiza la historia, que para Hegel constituye unaauténtica teofanía, una manifestación-realización del espíritu objetivo.6.3.3. La naturaleza del Estado y de la historia, y la filosofía de lahistoriaEl Estado, como síntesis del derecho y de la moralidad, y comoverificación de la familia y de la sociedad, es la idea misma que semanifiesta en el mundo: es, afirma Hegel, «el ingreso de Dios en elmundo», un «Dios real». Esto es así incluso en el caso del Estado másdeficiente, porque la deficiencia, por grande que sea, nunca lo es tantocomo para eliminar lo positivo que hay en su fondo, y en consecuencianunca invalida todo lo ya dicho. Véase esta página famosa, que hahecho historia en todos los sentidos, porque -con razón o sin ella- hasido invocada como autojustificación de las más recientes dictaduras:El Estado, en sí y para sí, es la totalidad ética, la realización de la libertad; y lafinalidad absoluta de la razón es que la libertad sea real. El Estado es el espírituque está en el mundo y que se realiza en éste con conciencia, mientras que enla naturaleza sólo se realiza en cuanto distinto de sí mismo, como espírituadormecido. Sólo es el Estado en cuanto existente en la conciencia, en cuantoconsciente de sí mismo, como objeto que existe. En la libertad no hay queavanzar desde la individualidad, desde la autoconciencia individual, sinoúnicamente desde la esencia de la autoconciencia; porque -sea o no el hombreconsciente de ello- dicha esencia se realiza como poder autónomo, en el cualcada uno de los individuos aislados no es más que un momento. El Estadoconstituye el ingreso de Dios en el mundo; su fundamento es la potencia de larazón que se realiza como voluntad. En la idea de Estado no hay que tener encuenta Estados particulares, instituciones particulares; al contrario, hay queconsiderar la idea por sí misma, este Dios real. Todo Estado -aunque se ledeclare como algo malo según los principios que se profesen, o se descubranen él este o aquel defecto- siempre posee en sí mismo, especialmente sipertenece a nuestra época civil, los momentos esenciales de su existencia. Sinembargo, como resulta mucho más fácil descubrir un defecto que entender lopositivo, se cae fácilmente en el error de olvidar, por encima de los aspectosparticulares, el organismo interior del Estado mismo. El Estado no es una obrade arte; se halla en el mundo, y por lo tanto en el ámbito del arbitrio, laaccidentalidad y el error: un comportamiento malo puede desvirtuarlo desdemuchos ángulos. Empero, el hombre más odioso, el reo de un delito, unenfermo o un tulIido continúan siendo hombres VIVOS; exIste lo afirmativo, lavida, a pesar del defecto; y tal afi ativo es importante, en este contexto.Dentro de esta concepción el Estado no existe para el ciudadanosino, al contrano, es el ciudadano que existe para el Estado. Enresumen: el ciudadano sólo existe en cuanto miembro del Estado. Setrata de una concepción griega que Hegel vuelve a plantear y llevahasta sus últimas consecuencias, en el contexto de su idealismo y supanlogismo.Si el Estado es la razón que efectúa su ingreso en el mundo, lahistoria -que nace desde la dialéctica de los Estados- no es más que eldesplegarse de esta misma razón. «La historia -dice Hegel- es eldesplegarse del espíritu en el tiempo, del mismo modo que lanaturaleza es el desplegarse de la idea en el espacio.» La historia es eljuicio del mundo, y la filosofía de la historia es el conocimiento y larevelación conceptual de esta racionalidad y de este juicio. La filosofía
27de la historia es la visión de la historia desde el punto de vista de larazón, frente a la visión tradicional, característica del intelecto.en el caso de quien piensa Deus sive historia: todo es necesario y todoacontecimiento posee un sentido absoluto.La historia del mundo se desarrolla de acuerdo con un «plan racional»(al que la religión denomina «providencial»), y la filosofía de la historiaes el conocimiento científico de este plan. Por consiguiente, la filosofíade la historia se convierte en una teodicea, un conocimiento de lajusticia divina y una justificación de lo que aparece como mal frente alpoder absoluto de la razón. Lo que parece un mal, según Hegel, no esmás que aquel momento negativo que constituye el mecanismoimpulsor de la dialéctica. La muerte, como ocaso de las cosasparticulares, sólo es el continuo hacerse del universal. La guerra mismaes el momento de la antítesis que mueve la historia, la cual sin guerrassólo registra páginas en blanco. Hegel afirma: «No sólo quedanfortalecidos los pueblos gracias a las guerras; las naciones, que se vensacudidas por la discordia interna, conquistan la paz interior medianteguerras en el exterior. Sin ninguna duda, de la guerra proviene lainseguridad en la propiedad, pero esta inseguridad de las cosas no esmás que el movimiento, el cual es necesario.»Como puede apreciarse, nuestro filósofo no se detiene ante nada.Por lo demás, una vez establecido que «la historia es el manifestarse lanaturaleza de Dios en un determinado elemento particular», todo sesigue de ello. Justamente en la Filosofía del derecho se lee la célebreafirmación «todo lo que es real es racional, todo lo que es racional esreal». Al igual que en la naturaleza, para quien sostenga la identidadentre Dios y naturaleza (Deus sive natura), todas las cosas sonnecesarias y poseen un sentido absoluto, para Hegel sucede lo mismoVeamos cómo se despliega concretamente el espíritu objetivo en lahistoria. Se particulariza como espíritu del pueblo (Volksgeist), tal comose manifiesta paulatinamente en los diversos pueblos. El espíritu delpueblo, no obstante, es una manifestación del espíritu del mundo(Weltgeist).Hegel explica:El espíritu del pueblo es, esencialmente, un espíritu particular, pero al mismotiempo no es más que el espíritu universal absoluto, ya que éste es Uno. ElWeltgeist es el espíritu del mundo, tal como se manifiesta en la concienciahumana; los seres humanos se encuentran en él del mismo modo que lasrealidades individuales se hallan en la totalidad que las contiene. Este espíritudel mundo se muestra conforme al espíritu divino, que es el espíritu absoluto.En la medida en que Dios es omnipresente, está en cada hombre, aparece en laconciencia de cada uno; y esto es el espíritu del mundo. Puede parecer elespíritu particular de un pueblo particular: sin embargo, éste constituye uneslabón en la cadena formada por el transcurso del espíritu del mundo, y esteespíritu universal no puede perecer. El espíritu de un pueblo es, pues, el espírituuniversal en una forma particular.También los «individuos cósmico-históricos» -los grandes héroes,capaces de comprender cuál es la hora adecuada para llevar a caboalgo- son momentos particulares del espíritu del mundo. Lo que éstoshacen no lo extraen de su interior, sino del espíritu que traza susdesignios a través de ellos. Hegel escribe: «Ésta es la verdaderarelación del individuo con su substancia universal. De ésta procede