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HEGEL Y EL IDEALISMO ABSOLUTO

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32que no pertenecen a la lógica del sistema mismo, sino a la culturaromántica y al espíritu de su tiempo. Por consiguiente era obligado queentre los hegelianos mismos apareciesen fracturas muy hondas, quellevaron a una drecha y a una izquierda hegelianas muy distantes entresí: la derecha radicalizó el sistema mientras que la izquierda lo podó y loredimensionó ampliamente. En general, sin embargo, puedeconsiderarse .que todo el pensamiento moderno posterior a Hegel esuna especie de gigantomaquiau (para emplear una célebre expresiónplatónica) contra el absolutista panlogismo hegeliano. Se ha llegadoincluso a caracterizar la historia de la filosofía posthegeliana como unadestrucción de la razón, donde por «razón» hay que entenderprecisamente aquella razón que Hegel trató de imponer en todo de unamanera realmente totalitaria, como ya se ha comprobado.En estas operaciones de destrucción se había de ir por fuerzamucho más allá de los límites adecuados, Y por consiguiente, junto conla razón hegeliana, quedó implicada toda la racionalidad humana, comotendremos ocasión de ver. Muchas formas del moderno irracionalismoposeen este origen y constituyen una especie de absolutización deaquella destrucción. La dialéctica misma, que había emergido desde laantigüedad como único método específico de la filosofía (el únicométodo que la filosofía posee en propiedad) y que no comparte con lasdemás ciencias, tuvo que replantearse y redimensionarse a fondo, yacabó por verse implicada en parte en esa destrucción. También essabido que el totalitarismo político dedujo en gran medida de Hegel lasarmas conceptuales necesarias para su propia autolegitimación y sibien es cierto que esto ha constituido un abuso, sigue siendo cierto queHegel proporciona efectivamente un amplio material que permite dichoabuso. La estadolatría, la teoría del pueblo guía elegido por el espíritupara celebrar su propia actualización, la concepción de los hombrescósmico-históricos a cuyo lado se coloca el derecho absoluto, poseenen Hegel su máximo teorizador.Hegel renació en el siglo XX, en un pasado todavía próximo, eincluso en sus adversarios continúa suscitando una especie de amorodioque aún hoy sigue dándose y que le hace resurgir de las formasmás inopinadas y variadas. La verdad es que Hegel fue una mentefilosófica de primera magnitud y que algunas de las cosas que escribióconstituyen formidables intuiciones y análisis de gran profundidad en losdiversos ámbitos de la realidad histórica, cuyo valor no se apoya pornecesidad en las premisas teóricas del sistema y que por lo tantoposeen (o pueden poseer) un valor autónomo y como tales siemprepueden volverse a valorar ya proponer.Croce afirmará que hay que acercarse a Hegel estableciendo «quées lo que esta vivo y qué es lo que está muerto» en su filosofía. Estaoperación ha sido realizada por muchos y de muchos modos.En nuestra opinión, la respuesta sobre lo que está muerto y lo queestá vivo en Hegel puede resumirse así: está muerta la pretensión debrindar al hombre un conocimiento absoluto y totalizante de lo absoluto;está viva toda una serie de extraordinarios análisis que abarcan losdiversos campos del saber y que constituyen un material casiinagotable. Por esto, inmediatamente después de que alguien lo declaramuerto de forma definitiva, Hegel renace del modo más impensado. Enla Fenomenología Hegel escribió: «La verdadera figura en la que existela verdad sólo puede ser el sistema científico de ésta. Colaborar en quela filosofía se aproxime a la forma de la ciencia [absoluta], a la meta que

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