Masdevallia
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Plan para el estudio y la conservación de las orquídeas en Colombia<br />
Estos datos, además, muestran que Ecuador y Colombia son los países con más especies, cada uno<br />
con 3270 y 2899 especies respectivamente. Así mismo, a nivel general, se observa que el número<br />
de especies por país disminuye a medida que estos se alejan de la línea tropical.<br />
Las orquídeas pueden ser terrestres y crecer sobre muchos tipos de sustratos o, como la mayoría,<br />
ser epífitas y crecer sobre árboles hospederos (forófitos) u otras estructuras, como cables de luz,<br />
líneas telefónicas o tejados, por ejemplo. Se calcula que el 93% de las especies de orquídeas tropicales<br />
son epífitas y que muchas de las especies terrestres crecen en el sotobosque, el cual se carateriza<br />
por tener ambientes menos iluminados, mayor humedad y suelos ricos en materia orgánica<br />
(Benzing, 1990).<br />
Las orquídeas presentan en sus raíces una especialización conocida como “velamen”, el cual corresponde<br />
a una capa de células que protege la epidermis y que funciona como una esponja, permitiendo<br />
que la planta absorba rápidamente la humedad contenida en el ambiente. Por ello, las raíces<br />
de las orquídeas permanecen casi siempre descubiertas y con buena aireación (Dressler, 1981),<br />
condición que debe considerarse para obtener éxito en su propagación y reproducción. Adicionalmente,<br />
muchas de ellas presentan tallos engrosados que pueden ser aéreos -llamados pseudobulbos-<br />
o subterráneos –llamados tubérculos–. Estos órganos son fundamentales para la supervivencia<br />
de las plantas y les permite soportar condiciones extremas de sequía. No obstante, las especies que<br />
no presentan estos tipos de tallo, como por ejemplo las de los géneros <strong>Masdevallia</strong> o Dracula –<br />
conocidas como caras de mono–, son bastante susceptibles a los cambios ambientales, por lo que<br />
suelen verse más afectadas por intervenciones antrópicas, como la entresaca de madera que reduce<br />
la humedad al interior del bosque.<br />
Por otra parte, definitivamente uno de los aspectos más interesantes en las orquídeas, y lo más<br />
atrayente para todos los públicos, es la belleza y rareza de sus flores, las cuales semejan multitud<br />
de formas, como cunas, palomas, mariposas y rostros, entre otras. La variedad en los tamaños,<br />
formas, colores y aromas de sus flores responden a su estrecha relación con los polinizadores,<br />
con lo cual aseguran la fidelidad de sus visitantes (Dressler, 1981). Existen múltiples estudios<br />
que muestran la interacción entre las especies de orquídeas y sus respetivos polinizadores, que<br />
en algunos casos llega a ser altamente específica. Esta especificidad es una de las razones que<br />
explica la gran diversidad de orquídeas y, a su vez, condiciona la supervivencia de las especies<br />
en los ecosistemas perturbados.<br />
Lo anterior tiene enormes implicaciones para la conservación, como por ejemplo, la reintroducción<br />
de plantas no puede realizarse en cualquier zona sino en los lugares en donde las especies crecían<br />
originalmente, para así asegurar la polinización y su supervivencia efectiva en el tiempo. También<br />
existen otros riesgos adicionales, como la extinción local del polinizador que llevaría a la extinción<br />
potencial de la orquídea. Por otra parte, deben considerarse las intrincadas relaciones entre<br />
la recompensa y decepción de los polinizadores y la competencia interespecífica entre las plantas,<br />
relaciones que pueden tener importantes implicaciones en la reproducción de los polinizadores y<br />
las plantas (Roberts, 2003).<br />
Otro aspecto muy interesante en la reproducción natural de las orquídeas es su tipo de fruto, el cual<br />
es una cápsula que se abre naturalmente y expone miles de semillas. La dispersión de las semillas<br />
se produce después de la senescencia del fruto, que al abrirse, permite que el viento transporte mi-<br />
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