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El niño con el pijama de rayas - John Boyne

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días. Lo que mejor recordaba eran las obras <strong>de</strong> teatro<br />

que representaban <strong>el</strong> día <strong>de</strong> Navidad y en los cumpleaños,<br />

y que la Abu<strong>el</strong>a siempre tenía <strong>el</strong> disfraz<br />

perfecto para <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> que a Bruno le correspondía<br />

interpretar. Cuando pensó que nunca volverían a<br />

hacer aqu<strong>el</strong>lo, se puso muy triste.<br />

Los dos días que pasaron en Berlín también<br />

fueron tristes. Se c<strong>el</strong>ebró <strong>el</strong> funeral, y Bruno, Gret<strong>el</strong>,<br />

Padre, Madre y <strong>el</strong> Abu<strong>el</strong>o se sentaron en primera fila;<br />

Padre llevaba su uniforme más impresionante, <strong>el</strong><br />

almidonado y planchado <strong>con</strong> las <strong>con</strong><strong>de</strong>coraciones.<br />

Madre explicó a Bruno que Padre era quien estaba<br />

más triste, porque había discutido <strong>con</strong> la Abu<strong>el</strong>a y no<br />

habían hecho las paces antes <strong>de</strong> que <strong>el</strong>la muriera.<br />

Se enviaron muchas coronas a la iglesia y Padre<br />

estaba orgulloso <strong>de</strong> que una <strong>de</strong> <strong>el</strong>las la hubiera mandado<br />

<strong>el</strong> Furias. Cuando lo oyó, Madre dijo que la<br />

Abu<strong>el</strong>a se revolvería en la tumba si se enterase.<br />

Bruno casi se alegró cuando regresaron a Auchviz.<br />

La casa nueva ya se había <strong>con</strong>vertido en su hogar, <strong>el</strong><br />

<strong>niño</strong> había <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> preocuparse porque sólo tuviera<br />

tres plantas y no cinco, y ya no le molestaba<br />

tanto que los soldados entraran y salieran como si<br />

fuese su casa. Poco a poco fue aceptando que al fin y<br />

al cabo no estaba tan mal vivir allí, sobre todo <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

que <strong>con</strong>ocía a Shmu<strong>el</strong>. Sabía que había muchas cosas<br />

por las que <strong>de</strong>bería alegrarse, entre <strong>el</strong>las <strong>el</strong> que<br />

Padre y Madre parecieran siempre <strong>con</strong>tentos y <strong>el</strong>la<br />

ya no tuviera que echar tantas siestas ni tomar tantos<br />

licores medicinales. Y Gret<strong>el</strong> tenía una mala ra-<br />

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