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imaginó que durante su marcha triunfalista de un país a otro,<br />
vendría una época en que se le cortaría las alas a aquel<br />
instrumento de dominación macabro y, mucho menos que, años<br />
después, llegaría la ocasión de hurgar en el pasado con ojos<br />
judiciales.<br />
Algo se ha avanzado. Ahora también Brasil instaura una Comisión<br />
de la verdad. Quizás después venga la hora de abrir un espacio a<br />
la justicia ante la tremenda verdad que se descubra.<br />
Sí, algo se ha avanzado, pero ¡qué lento andar! Aún existen muchos<br />
países donde en nombre de los muertos se solicita que se ponga fin<br />
a esa impunidad histórica mediante una acción justiciera de los<br />
gobiernos y de toda la sociedad. No obstante, hay una resistencia<br />
contumaz en muchos países para que se abran las puertas a la<br />
justicia. Fuerzas retrógradas, comprometidas con el pasado,<br />
emplean cuantos resortes pueden y saben manejar para que todo<br />
quede sepultado, como si fueran los difuntos reconocidos<br />
oficialmente como sepultados o como desaparecidos.<br />
¡Qué decir de aquellos países que fueron sometidos a verdaderas<br />
políticas de exterminio y, sin embargo, todo transcurre en plena<br />
desmemoria y, por lo tanto, como si nada hubiera pasado o como si<br />
se tratara de un simple juego remoto de ajustes de cuentas!<br />
Ante esta realidad cabe apuntar que se es cómplice, se es en cierta<br />
forma criminal cuando, convencidos de la certeza de prácticas de<br />
exterminio humano injustificable, se quiere -mediante el silencio, la<br />
ceguera simulada, la inacción o la prohibición- poner un valladar al<br />
ejercicio de la justicia, con su consiguiente efecto sancionador de<br />
los verdugos y reivindicador de las víctimas y sanador de sus<br />
descendientes y de todo el pueblo.<br />
La lucha contra la impunidad es un asunto que no es sólo del<br />
presente. Su necesidad dimana de los retos que pueden preverse<br />
en el futuro.<br />
Es obligado señalar que este proceso de imperio de la justicia frente<br />
a la criminalidad como política de Estado, se inició en Cuba con el<br />
triunfo de la Revolución cubana, el primero de enero de 1959, hace<br />
cincuenta y cuatro años. Fue entonces que, por primera vez en la<br />
historia de Cuba –según la expresión de Fidel- un pueblo juzgaba y<br />
sancionaba o ajusticiaba a sus verdugos.<br />
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