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Atilio-Boron-Filosofia-Politica-Contemporanea

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FERNANDO HADDAD<br />

“Primero: los gastos generales de la administración, no concernientes<br />

a la producción. En esta parte se conseguirá, desde el primer momento,<br />

una reducción muy considerable, en comparación con la sociedad actual,<br />

reducción que irá aumentando a medida que la nueva sociedad se<br />

desarrolle. Segundo: la parte que se destine a satisfacer necesidades<br />

colectivas, tales como escuelas, instituciones sanitarias, etc. Esta parte<br />

aumentará considerablemente desde el primer momento, en<br />

comparación con la sociedad actual, e irá aumentando a medida que la<br />

nueva sociedad se desarrolle. Tercero: los fondos de atención a las<br />

personas no capacitadas para el trabajo, etc.; en un palabra, lo que hoy<br />

compete a la llamada beneficencia oficial”. La deuda pública,<br />

correctamente administrada, permite, por un largo período, pero no para<br />

siempre, aumentar los gastos sociales sin la necesidad de desarmar el<br />

modo capitalista de administrar. En este contexto específico y limitado en<br />

el tiempo conviven aspectos del Estado burgués y aspectos de un futuro<br />

Estado socialista, lo que hizo a uno de los principales sociólogos<br />

brasileños imaginar que se constituía entonces un modo socialdemócrata<br />

de producción.<br />

Sufragio universal, ciencia incorporada a la producción y políticas<br />

anticíclicas. Donde estas tres condiciones se combinaron de manera<br />

sinérgica, el movimiento reformista prosperó incontrastablemente. El<br />

sindicalismo, sin embargo, no podría ser concebido simplemente como<br />

una cuarta condición del Estado de Bienestar. El sindicalismo es una<br />

determinación del Estado de Bienestar en el sentido de que es él quien<br />

justamente determina su posición objetiva, o sea, lo pone como<br />

categoría histórica. No es, por lo tanto, una condición entre otras. Tanto<br />

es así que, cuando cambia el encuadre político de la lucha sindical, aún<br />

en presencia de aquellas tres condiciones, las conquistas sociales sufren<br />

un retroceso. Con la transnacionalización del proceso de acumulación de<br />

capital productivo y financiero, que se da en parte por razones<br />

ideológicas y en parte por razones técnicas asociadas a la tercera<br />

revolución industrial, el sindicato es, correlativamente, el blanco<br />

prioritario del poder político que lo enfrenta directamente, y del poder de<br />

las empresas que, dada la movilidad conquistada, los esquiva. La lucha<br />

sindical, organizada en la mejor de las hipótesis en bases nacionales,<br />

enfrenta a un enemigo transnacional que le parece invisible y, de cierto<br />

modo, invencible. Los objetivos de la lucha sindical se estrechan al punto<br />

de apenas contemplar la reivindicación de más empleos mientras se<br />

asiste al corte ininterrumpido de puestos de trabajo y a la transformación<br />

de parte de las fuerzas productivas en fuerzas destructivas: el lumpen<br />

moderno.<br />

Desde esta perspectiva, el vaticinio de Marx, que parecía infundado<br />

frente al buen desempeño del sindicalismo en la segunda posguerra,<br />

vuelve a ganar fuerza. En Salario, precio y ganancia decía que “las<br />

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