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Atilio-Boron-Filosofia-Politica-Contemporanea

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FILOSOFÍA POLÍTICA CONTEMPORÁNEA<br />

Todo lo cual, sin duda –y si nos despreocupamos de la suerte de<br />

unos cuantos cientos o miles de millones de personas (incluyendo las<br />

que todavía no nacieron, pero que ya tienen su suerte echada)–, crea un<br />

escenario, digamos, semióticamente apasionante. Para empezar, crea la<br />

conciencia (falsa, en el sentido de que todo esto no debería constituir<br />

ninguna novedad) de un nuevo linde, una nueva brecha, una nueva<br />

‘tierra de nadie’ abierta entre ese desorden de producción textual y<br />

nuestra estricta (im)posibilidad de acceder a él, salvo por las<br />

contadísimas excepciones en las que podemos leer a, digamos, Kureishi,<br />

Mahfuz o Rushdie en prolijas traducciones al dialecto (estrictamente<br />

incomprensible para un argentino) de ciertas editoriales españolas.<br />

Pero también aparece la posibilidad de una nueva acepción del<br />

concepto homibhabhiano de linde, justamente como concepto lindero,<br />

intermediario o ‘puente’ –o como se lo quiera llamar– entre la categoría<br />

de orientalismo (Said,1989), y la de esencialismo estratégico<br />

(Chakravorty Spivak,1996). Quiero decir: en un extremo, el ‘orientalismo’<br />

puede ser entendido como una categoría general que da cuenta del<br />

proceso de fetichización universalista por el cual ese territorio indecidible<br />

e indecible del desorden literario intenta ser subsumido y reordenado<br />

bajo la fabricación de una alteridad homogénea y autoconsistente que se<br />

llamara, por ejemplo, ‘la literatura del Otro’, y apareciera cargada de todo<br />

el enigmático exotismo inevitable cuando del Otro lo ignoramos casi todo<br />

pero pretendemos de todos modos dar cuenta de él (situación que<br />

conocen bien los escritores latinoamericanos, condenados a ser for ever<br />

more ‘realistas mágicos’, so pena de no encontrar más lugar en papers<br />

universitarios y congresos primermundistas); en el otro extremo, el<br />

‘esencialismo estratégico’ puede tomarse como el gesto político–<br />

ideológico de pretender asumirse plenamente en la identidad cerrada y<br />

consolidada de ese Otro expulsado a los márgenes, para desde esa<br />

posición de fuerza abrir una batalla tendiente a demostrar que el lugar<br />

del Otro no era ningún territorio preconstituido u originario, ninguna<br />

reserva de rousseauniana pureza natural, sino el producto de una<br />

dominación histórica y cultural. En el medio, el linde aparece como una<br />

suerte de correctivo para ambas tentaciones ‘esencialistas’ u<br />

ontologizantes, recordándonos que en ese territorio indecidible se trata,<br />

precisamente, de una lucha por el sentido, de un conflicto por ver quién<br />

adjudica las identidades, las lenguas, los estilos. Por ver, en definitiva,<br />

quién (cómo, desde dónde, con que capacidad de imposición) construye<br />

la identidad.<br />

En estas condiciones, en fin, no es de extrañarse tampoco el interés<br />

de los teóricos postcoloniales por la teoría y la crítica postestructuralista.<br />

La lectura deconstructiva, la crítica del logocentrismo, la noción de<br />

‘diferencia’ (que el propio Homi Bhabha, por ejemplo, opone a la de<br />

‘diversidad’) parecen singularmente aptas para explorar los lindes. Sobre<br />

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