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Atilio-Boron-Filosofia-Politica-Contemporanea

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ADOLFO SÁNCHEZ VÁZQUEZ<br />

Cualesquiera que sean los fines que se invoquen, no pueden<br />

absolutizarse los medios que los sirven por su eficacia.<br />

Ciertamente, el aspecto práctico-instrumental del que forman parte los<br />

medios es -como hemos venido insistiendo- esencial e indispensable en<br />

política, como actividad encaminada a la realización de ciertos fines. En<br />

verdad, no se debe elegir un medio que por ignorancia, imprudencia o<br />

aventurerismo lleve al fracaso, aunque por otro lado hay que reconocer<br />

que toda elección del medio que se considera adecuada corre el riesgo<br />

del error, y por tanto del fracaso. Pero, si la eficiencia del medio ha de<br />

tomarse en cuenta necesariamente, tanto en su elección como en su<br />

aplicación, y así se justifica como tal políticamente, esta relación con el<br />

fin no basta para justificarlo moralmente.<br />

Y ello tanto más cuando se trata de una política verdaderamente<br />

emancipatoria. El medio tiene que justificarse no sólo por una exigencia<br />

política práctica-instrumental, o sea por su eficacia, sino también por la<br />

carga moral que forzosamente ha de conllevar.<br />

Ahora bien, puesto que se trata, sobre todo en una política<br />

emancipatoria, de convertir un proyecto, idea o utopía en realidad, ese<br />

aspecto práctico-instrumental es insoslayable. Ciertamente, si en esta<br />

política han de conjugarse fines y medios, o también sus aspectos<br />

ideológico-valorativo y práctico-intrumental, no se puede aceptar en<br />

modo alguno una política que se presenta como emancipatoria y que se<br />

desentiende de ese lado práctico-instrumental. Una política de este<br />

género sólo puede conducir a la utopía, en el sentido negativo de su<br />

imposibilidad de realizarse. O también -como decía Marx teniendo<br />

presente la moral kantiana que la inspira- conduce a la ‘ impotencia en la<br />

acción’. Más de una vez la filosofía moral y política de nuestro tiempo ha<br />

pretendido justificar teóricamente semejante política y la moral que la<br />

impregna. Se trata de teorías que al separar política y moral caen en el<br />

moralismo en tanto que, al minimizar o pasar por alto su aspecto<br />

práctico-instrumental, naufragan en la impotencia del utopismo.<br />

III<br />

Detengámonos ahora, a título de ejemplo de ese modo de abordar la<br />

relación entre moral y política, en un filósofo que pasa por ser la cumbre<br />

de la filosofía moral y política contemporánea y que constituye el<br />

referente obligado de todo aquél que cultive el campo filosófico moral y<br />

político. Nos referimos obviamente a John Rawls.<br />

El problema central que se plantea Rawls en su obra fundamental,<br />

Teoría de la justicia, y al que vuelve una y otra vez en sus escritos<br />

posteriores, puede formularse en estos términos: ¿cómo deben ser las<br />

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