24.03.2017 Views

edgar-cuentos

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ninguna interrupción; debemos contar con tiempo suficiente para eludir toda persecución.<br />

Daré a entender que pienso pasar el día en casa de mi tía, en la rue des Drômes, y diré a St.<br />

Eustache que no vaya a buscarme hasta la noche; de esta manera podré ausentarme de casa<br />

el mayor tiempo posible sin despertar sospechas ni ansiedad; todo estará perfectamente<br />

explicado y ganaré más tiempo que de cualquier otra manera. Si pido a St. Eustache que<br />

vaya a buscarme al anochecer, seguramente no se presentará antes; pero, si no se lo pido,<br />

tendré menos tiempo a mi disposición, ya que todos esperarán que vuelva más temprano, y<br />

mi ausencia no tardará en provocar ansiedad. Ahora bien, si mis intenciones fueran las de<br />

volver a casa, si sólo me interesara dar un paseo con la persona en cuestión, no me<br />

convendría pedir a St. Eustache que fuera a buscarme, ya que al llegar a la rue des Drômes<br />

se daría perfecta cuenta de que le he mentido, cosa que podría evitar saliendo de casa sin<br />

decirle nada, volviendo antes de la noche y declarando luego que estuve de visita en casa de<br />

mi tía. Pero como mi intención es la de no volver nunca, o no volver por algunas semanas,<br />

o no volver hasta que ciertos ocultamientos se hayan efectuado, lo único que debe<br />

preocuparme es la manera de ganar tiempo.”<br />

»Usted ha hecho notar en sus apuntes que la opinión general más difundida sobre este<br />

triste asunto es que la muchacha fue víctima de una pandilla de malandrines. Ahora bien, y<br />

bajo ciertas condiciones, la opinión popular no debe ser despreciada. Cuando surge por sí<br />

misma, cuando se manifiesta de manera espontánea, cabe considerarla paralelamente a esa<br />

intuición que es el privilegio de todo individuo de genio. En noventa y nueve casos sobre<br />

cien, me siento movido a conformarme con sus decisiones. Pero lo importante es estar<br />

seguros de que no hay en ella la más leve huella de sugestión. La voz pública tiene que ser<br />

rigurosamente auténtica, y con frecuencia es muy difícil percibir y mantener esa distinción.<br />

En este caso, me parece que la “opinión pública” referente a una pandilla se ha visto<br />

fomentada por el suceso colateral que se detalla en el tercero de los pasajes que le he<br />

mostrado. Todo París está excitado por el descubrimiento del cadáver de Marie, una joven<br />

tan hermosa como conocida. El cuerpo muestra señales de violencia y aparece flotando en<br />

el río. Pero entonces se da a conocer que en esos mismos días en que se supone que Marie<br />

fue asesinada, otra joven ha sido víctima de una pandilla de depravados y ha sufrido un<br />

ultraje análogo al padecido por la difunta. ¿Cabe maravillarse de que la atrocidad conocida<br />

haya podido influir sobre el juicio popular con respecto a la desconocida? Ese juicio<br />

esperaba una dirección, y el ultraje ya conocido parecía indicarla oportunamente. También<br />

Marie fue encontrada en el río, y fue allí donde tuvo lugar el otro atentado. La relación<br />

entre ambos hechos era tan palpable, que lo asombroso hubiera sido que la opinión dejara<br />

de apreciarla y utilizarla. Pero, en realidad, si de algo sirve el primer ultraje, cometido en la<br />

forma conocida, es para probar que el segundo, ocurrido casi al mismo tiempo, no fue<br />

cometido en esa forma. Hubiera sido un milagro que, mientras una banda de malhechores<br />

perpetraba en cierto lugar un atentado de la más nefanda especie, otra banda similar, en un<br />

lugar igualmente similar, en la misma ciudad, bajo idénticas circunstancias, con los mismos<br />

medios y recursos, estuviera entregada a un atentado de la misma naturaleza y en el mismo<br />

período de tiempo. Sin embargo, la opinión popular así movida pretende justamente<br />

hacernos creer en esa extraordinaria serie de coincidencias.<br />

»Antes de seguir, consideremos la supuesta escena del asesinato en el soto de la<br />

Barrière du Roule. Aunque denso, el soto se halla en la inmediata vecindad de un camino<br />

público. Había en su interior tres o cuatro grandes piedras que formaban una especie de<br />

asiento, con respaldo y escabel. Sobre la piedra superior se encontraron unas enaguas<br />

blancas; en la segunda una chalina de seda. También aparecieron una sombrilla, guantes y

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!