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acerca de un tema que jamás ha dejado de interesarle y apasionarlo, mantuve mi atención clavada en la carta. Confiaba así a mi memoria los detalles de su apariencia exterior y de su colocación en el tarjetero; pero terminé además por descubrir algo que disipó las últimas dudas que podía haber abrigado. Al mirar atentamente los bordes del papel, noté que estaban más ajados de lo necesario. Presentaban el aspecto típico de todo papel grueso que ha sido doblado y aplastado con una plegadera, y que luego es vuelto en sentido contrario, usando los mismos pliegues formados la primera vez. Este descubrimiento me bastó. Era evidente que la carta había sido dada vuelta como un guante, a fin de ponerle un nuevo sobrescrito y un nuevo sello. Me despedí del ministro y me marché en seguida, dejando sobre la mesa una tabaquera de oro. »A la mañana siguiente volví en busca de la tabaquera, y reanudamos placenteramente la conversación del día anterior. Pero, mientras departíamos, oyóse justo debajo de las ventanas un disparo como de pistola, seguido por una serie de gritos espantosos y las voces de una multitud aterrorizada. D... corrió a una ventana, la abrió de par en par y miró hacia afuera. Por mi parte, me acerqué al tarjetero, saqué la carta, guardándola en el bolsillo, y la reemplacé por un facsímil (por lo menos en el aspecto exterior) que había preparado cuidadosamente en casa, imitando el monograma de D... con ayuda de un sello de miga de pan. »La causa del alboroto callejero había sido la extravagante conducta de un hombre armado de un fusil, quien acababa de disparar el arma contra un grupo de mujeres y niños. Comprobóse, sin embargo, que el arma no estaba cargada, y los presentes dejaron en libertad al individuo considerándolo borracho o loco. Apenas se hubo alejado, D... se apartó de la ventana, donde me le había reunido inmediatamente después de apoderarme de la carta. Momentos después me despedí de él. Por cierto que el pretendido lunático había sido pagado por mí.» —¿Pero qué intención tenía usted —pregunté— al reemplazar la carta por un facsímil? ¿No hubiera sido preferible apoderarse abiertamente de ella en su primera visita, y abandonar la casa? —D... es un hombre resuelto a todo y lleno de coraje —repuso Dupin—. En su casa no faltan servidores devotos a su causa. Si me hubiera atrevido a lo que usted sugiere, jamás habría salido de allí con vida. El buen pueblo de París no hubiese oído hablar nunca más de mí. Pero, además, llevaba una segunda intención. Bien conoce usted mis preferencias políticas. En este asunto he actuado como partidario de la dama en cuestión. Durante dieciocho meses, el ministro la tuvo a su merced. Ahora es ella quien lo tiene a él, pues, ignorante de que la carta no se halla ya en su posesión, D... continuará presionando como si la tuviera. Esto lo llevará inevitablemente a la ruina política. Su caída, además, será tan precipitada como ridícula. Está muy bien hablar del facilis descensus Averni; pero, en materia de ascensiones, cabe decir lo que la Catalani decía del canto, o sea, que es mucho más fácil subir que bajar. En el presente caso no tengo simpatía —o, por lo menos, compasión— hacia el que baja. D... es el monstrum horrendum, el hombre de genio carente de principios. Confieso, sin embargo, que me gustaría conocer sus pensamientos cuando, al recibir el desafío de aquélla a quien el prefecto llama «cierta persona», se vea forzado a abrir la carta que le dejé en el tarjetero. —¿Cómo? ¿Escribió usted algo en ella? —¡Vamos, no me pareció bien dejar el interior en blanco! Hubiera sido insultante. Cierta vez, en Viena, D... me jugó una mala pasada, y sin perder el buen humor le dije que no la olvidaría. De modo que, como no dudo de que
sentirá cierta curiosidad por saber quién se ha mostrado más ingenioso que él, pensé que era una lástima no dejarle un indicio. Como conoce muy bien mi letra, me limité a copiar en mitad de la página estas palabras: »Las hallará usted en el Atrée de Crébillon.» ...Un dessein si funeste, S’il n’est digne d’Atrée, est digne de Thyeste.
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EDGAR ALLAN POE Cuentos (Traducció
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El Rey Peste.......................
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nacen de ser «un caballero del Sur
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definitivamente en la dimensión de
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Como estudiante, Edgar fue todo lo
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su hermano, tuberculoso en último
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nuevos peldaños hacia su propia pe
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ayuda. Su anfitrión lo vinculó de
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tiempos de El cuervo. Un cuento pod
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cuento llegaría a ser el más famo
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Eureka espera su hora, todavía lej
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quedado viuda y no olvidaba al homb
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estas horas se selló su destino. S
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Mis primeros recuerdos de la vida e
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elato me he designado a mí mismo c
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participaran de su mofa. Quizá la
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que llevaba yo puesta. La débil lu
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producido, oímos la voz del intrus
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que una mano se posaba ligeramente
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algún sueño. Y, sin embargo, un p
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Al despertar y extender un brazo ha
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aparecía una extraña figura que s
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de una sola pieza. Mis ligaduras no
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agudos, y los otros dos, por consig
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la extraña apariencia del mar. Ope
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propios de un navío. Por las abier
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infierno de agua que imaginación h
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El gato negro No espero ni pido que
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una, las paredes se habían desplom
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haberlo alcanzado. Pero la mano de
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La verdad sobre el caso del señor
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de esperar a los médicos, pero me
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movimiento vibratorio de la lengua.
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El retrato oval El castillo al cual
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El corazón delator Es cierto! Siem
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suelo y echarle encima el pesado co
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Un descenso al Maelström Los camin
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epresentado por una ancha faja de r
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tranquilidad de las aguas para atra
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mantenido aplacado y espumoso al co
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aquella escena. El queche parecía
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este relato, por lo cual ya sabe us
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—¿Adónde? —A tu bodega. —No
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construida sin ningún propósito e
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La máscara de la Muerte Roja La «
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luz más roja se filtra por los cri
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Un cuento de las Montañas Escabros
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alrededor hasta tal punto que al fi
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ío. »Y entonces un nuevo propósi
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sino Oldeb, a la inversa? Y este ho
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irresistible. Tan seguro como que r
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machacón estribillo de una canció
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Durante tres días el cuerpo estuvo
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Al practicarse una incisión de cie
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una tumba. Y cuando, al fin, me hun
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sustancia áspera y que algo simila
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Hop-Frog Jamás he conocido a nadie
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¡Pobre infeliz! Sus grandes ojos f
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sistema corriente; sólo que, para
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Metzengerstein Pestis eram vivus-mo
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fascinación de aquella tapicería.
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—afecto que parecía acendrarse a
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La caja oblonga Hace años, a fin d
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evidente incomodidad del artista y
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camarote, atrajeron mi atención ci
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que se ataba a la caja y se confiab
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camino. Cuando los empujaban, se de
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vista a aquel hombre, de saber más
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Londres. Corrió rápidamente y dur
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Escapando de los brazos de su madre
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de los templos de Persépolis. No p
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—¡Vamos! —repitió bruscamente
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fuego de la pestilencia, parecían
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caminos sinuosos hasta su cauce, as
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sueño de la muerte, la presión de
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acional. Y puesto que por persona e
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oscura, en el silencio de la noche,
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encerrado en mí mismo y entregado
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Pero alzando los ojos vi, ante mí,
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Ligeia Y allí dentro está la volu
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dentro de mí, sus grandes y lumino
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un invisible, largo Sufrimiento. ¡
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paso, a medida que el visitante cam
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podía aventurarme a salir. Luché
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La caída de la Casa Usher Son coeu
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criado de paso furtivo me condujo d
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La enfermedad de Lady Madeline hab
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(¡Ah, duelo y luto! ¡Nunca más n
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locura, pues lo veía contemplar el
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sofocado y aparentemente lejano, pe
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Revelación mesmérica Aunque la te
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V. —Usted sabe que el principio e
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V. —Sí, pues la mente, en su exi
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V. —Ello es quizá porque no tien
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denominamos Naturaleza o leyes natu
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La conversación de Eiros y Charmio
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errores que antes prevalecían a ca
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El coloquio de Monos y Una Μέλλ
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necesitaba, más olvidados o despre
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más continuo, y que, nacido con el
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Silencio Fábula Ευδουσιν
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el Demonio concluyó su historia, s
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hubo, sin embargo, un día notablem
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Había transcurrido un mes, sin que
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Legrand nos había estado esperando
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veremos nada. —¿Cuánto tengo qu
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de no soltar el extremo. —¡Ya es
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conducta había nacido de un capric
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gráficas me irritaron, ya que se m
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verde. El régulo de cobalto disuel
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»En este caso —y en todos los ca
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»Cuatro letras después de la pala
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de habla inglesa sólo usan la pala
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Los crímenes de la calle Morgue La
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hombre verdaderamente imaginativo e
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Pocas personas hay que, en algún m
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»Pauline Dubourg, lavandera, manif
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la puerta de la habitación. Alguno
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Atardecía cuando llegamos, pues el
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colocárselo horizontalmente, haci
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primera media hora no se emplearon
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costa a costa. Con un viento semeja
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Conversación con una momia El symp
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Mr. Gliddon era de opinión que, da
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derecho de la abertura antes mencio
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—Ya veo —dijo Mr. Buckingham—
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Pregunté al conde si su pueblo sab
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habían sido capaces de comprender
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perjuicios inevitables. Esa seda, c
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usted sabe, «baconiano» es un adj
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con soberano desprecio. Empero, cie
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gracia y belleza personal sobrepasa
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esta frase, Ellison me ayudó mucho
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Hecha la cosa, sin embargo, cumplid
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lenguaje palabra que represente mej
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principal, se abre camino bajo la p
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mayor preocupación había sido man
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forma irregular, casi ovalado, que
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habitual; pero delante de las puert
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magníficos colores y delicado perf
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de Dios, pues puede haber una infin
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el agua de ébano, que la absorbió
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maravillas más verdaderas, más ri
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La esfinge Durante el espantoso rei
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intolerable, y siguió conversando
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de no haber sido porque el sonido c
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veinte minutos sólo había dormido
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solo, y que el tiablo se lo lleve!
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Varias y llenas de incidentes habí
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en cuyo centro surgía un enorme cu
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mortaja, se instaló a su lado llen
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manzana en un jarro de toddy, termi
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Un ancho y profundo foso circunvala
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El hombre que se gastó Un relato d
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una edad maravillosa. ¡Paracaídas
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—¡Smith! —exclamó ésta mient
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expresión del general fue tan inst
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exactamente cuando haya tres doming
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Tío.—¡Pues bien! El uno fue hac
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«Tú eres el hombre» Yo haré el
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provocó ninguna sorpresa, pues bie
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del delito. Ahora bien, en este cas
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Estimado señor: De conformidad con
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mis buenas razones para hacerlo en
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estomacal. Incluso no creo que estu
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derecha, un armario abierto despleg
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su sillón vis-à-vis con el de su
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encontrar ningún error en Epicuro,
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Pisístrato... aparte de otros mil,
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Los anteojos Hace años estaba de m
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a lo cual había en ella algo que m
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ápida y desagradablemente en mi pe
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Esperé la respuesta dominado por l
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—¡Querida, querida Eugènie! —
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sotana por un levitón, se encargó
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la excelente razón de que no creen
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extraño en lo alto de la colina de
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expulsando de la torre al pequeño
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su canción y me recibió con graci
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hallaba reunida una numerosa asiste
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es que lo sirven...» —Y luego
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esos casos no deja de haber cierto
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Nunca apuestes tu cabeza al diablo
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Esta última fórmula era la que pa
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evista trimestral que se quedó est
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Mixtificación ¡Diantre! Si éstos
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que uno de los presentes evidenciab
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Luego de reflexionar, admito franca
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Por qué el pequeño francés lleva
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este pequeño forastero francés, M
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El aliento perdido Cuento que nada
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tragedia de Metamora 103 . Había r
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que se erguía en el carro frente a
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siempre había tenido bastante con
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El duque de l’Omelette Y pasó al
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d’écarté. ¡Pero las probabilid
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decir verdad, lo poco que quede de
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¡Cantemos otra vez mil! ¡Ohé, ca
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Autobiografía literaria de Thingum
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mandaran a la cama sin cenar. El po
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Mi primer verso no me costó trabaj
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tenemos inconvenientes en librar un
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cuidado, para que cada palabra qued
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emanente y reuní toda la literatur
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nuestro verdadero carácter, pero r
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palo en la cabeza, la aplaste un ó
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Und sterb’ich doch, so sterb’ic
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Una malaventura Continuación del r
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Los leones ... Y las gentes se fuer
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Estaba Sir Paradoja Positiva. Hizo
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¡Ya xigx tu cxrx, lxcx! ¿Sxmxs bx
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nos levante a nuestra vez una caba
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«están regulados por una ley seme
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El escarabajo de oro The Gold Bug.
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juzgar por lo ocurrido con Valdemar
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un paisaje si lo miramos con los oj
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De no mediar cierto vocabulario, ci
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Boston, y se le pasa por alto la im
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