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El demonio de la perversidad<br />

The Imp of the Perverse.<br />

Graham’s Lady’s and Gentleman ‘s Magazine,<br />

julio de 1845 (57)<br />

Acertadamente previene Émile Lauvrière al lector sobre la diferencia de sentido que la<br />

palabra perverse tiene para un inglés y un francés. El distingo se aplica igualmente en<br />

nuestro caso. Perverseness, perversidad, no es gran maldad o corrupción (aunque pueda<br />

serlo), sino —citamos a Lauvrière— «el sentido del encarnizamiento en hacer lo que no se<br />

quisiera y no se debiera hacer». Por su parte, Poe lo explica al comienzo del relato; en la<br />

traducción, empero, subsiste el inconveniente de no disponer de un término más preciso.<br />

Poe, como casi todos en su tiempo, aceptaba en general los principios de la frenología;<br />

aquí, sin embargo, parece advertir que se trata de una seudociencia y no lo oculta.<br />

El entierro prematuro<br />

The Premature Burial.<br />

Dallar Newspaper, 31 de julio de 1844 (47)<br />

En rigor, se trata menos de un cuento que de un artículo donde se enumeran casos de<br />

enterramientos prematuros, seguidos de una supuesta experiencia personal del autor. Se ha<br />

visto en este tema —fundándose en su tono obsesivo y las propias palabras de Poe— el<br />

resultado de las pesadillas del opio o, mejor aún, de los trastornos cardíacos con sensación<br />

de ahogo que aquél experimentaba en ocasiones.<br />

Hop-Frog<br />

Hop-Frog.<br />

The Flag of our Union, 17 de marzo de 1849.<br />

Título original: Hop-Frog, or the Eight Chained Orang-Outangs. (64)<br />

«Hop-Frog —dice Jacques Castelnau— no es más que el relato donde Froissart nos<br />

muestra a los compañeros de Carlos VI quemándose vivos en el famoso Bal des Ardents. A<br />

falta de las Crónicas, que no pudo leer, Poe meditó sin duda frente a una miniatura que<br />

evoca el accidente, y donde se ve en una de las salas del hotel Saint-Pol a los jóvenes<br />

príncipes metidos en sus disfraces de hombres salvajes cubiertos de pelos de la cabeza a los<br />

pies y ardiendo bajo las arañas de madera donde se consumen las velas de sebo.» Quizá Poe<br />

no leyó las Crónicas aunque Woodberry señala que pudo conocerlas en una vieja<br />

traducción inglesa del siglo XVI; de todos modos debió enterarse del episodio a través de un<br />

artículo del Broadway Journal, febrero de 1847, donde se cuenta cómo Carlos VI y cinco<br />

cortesanos se disfrazaron de sátiros y cómo se incendiaron sus trajes. Según Hobson Quinn,<br />

a esta fuente se agregaría Frogère, relato de un tal «Px» publicado en el New Monthly<br />

Magazine, en 1830, acerca de un bufón de la corte del zar Pablo de Rusia; víctima de una<br />

broma cruel de su amo, el bufón se presta a colaborar en su asesinato.<br />

Hervey Allen ve en Hop-Frog un valor simbólico: La realidad, tirana, mantiene en

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