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The Ruta Magazine Edicion N16 Julio 2017

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Para seguir mi ruta, me veo en la obligatoriedad de cruzar<br />

Sarajevo, esto me llevará a un caos de 45 minutos,<br />

ya que, al no poder adelantar, tal como me gustaría por<br />

la falta de espacio, he de seguir el ritmo de los demás<br />

coche.<br />

En este instante, vuelvo a ser testigo de nuevo obligado<br />

de los edificios que se encuentran agujereados y<br />

en muy mal estado por la metralla que los alcanzaron<br />

en la guerra.<br />

Las primeras impresiones que recibo del país son nefastas:<br />

carreteras con muchos baches, sin arcenes, con los<br />

túneles sin luces en el interior e infinidad de goteras, también,<br />

en vez de encontrar vallas, lo que veo son cables<br />

oxidados, cadáveres de animales, sobre todo perros por<br />

las carreteras, los coches adelantan de cualquier modo,<br />

inclusive por el carril contrario, y así, tropecientas mil temeridades<br />

que empeoran con respecto a Bosnia Herzegovina.<br />

Menos mal que la climatología me acompaña que si no,<br />

no sé, cómo voy a cruzar el país.<br />

Al contrario que Bosnia Herzegovina, donde se ven obras<br />

nuevas y las ganas de sus gentes de olvidar el pasado<br />

comunista, Serbia es un estado que está lleno de iglesias<br />

ortodoxas y cementerios, y que ofrece al que lo visita la<br />

sensación de ser un país anclado en la época soviética,<br />

sin ganas de salir adelante.<br />

En Serbia me encuentro una vez más con la amabilidad<br />

de la gente.<br />

Circulo por la carretera que me marca el GPS, entre montañas,<br />

hasta que llego a un desvió por obras en la vía con<br />

un cruce de tres carreteras, obviamente, las indicaciones<br />

se encuentran en serbio y no consigo descifrarlas.<br />

Murmuro; – «¿No son capaces de colocarlas en inglés?<br />

-» y sigo murmurando- «¡imagino que por aquí no pasaran<br />

turistas! -, con que en el fondo lo puedo hasta entender»-.<br />

Saco el mapa de carretera y tampoco consigo interpretarlo,<br />

pues los nombres de los pueblos vienen en nuestro<br />

alfabeto y las señales en alfabeto cirílico.<br />

A todo esto, debo de sumarle que estoy a punto de entrar<br />

en la reserva de la gasolina, así que con un 33% de acierto<br />

igual que ir al casino estoy a punto de echar los dados<br />

y ver que me toca.<br />

En este mismo momento se detiene a mi lado con su vehículo<br />

una señora de mediana edad que no habla inglés,<br />

pero a quien sí entiendo perfectamente su pregunta: –<br />

«¿le puedo ayudar?»-, – «¡oh, yes!» le respondo esperanzado<br />

y con el mapa en la mano.<br />

En un primer momento por más que le enseño el mapa<br />

no es capaz de entenderme, hasta que de pronto empiezo<br />

a nombrar los pueblos en la dirección que me dirijo, y<br />

detecta a uno. Responde con una media sonrisa la carretera<br />

que debo de seguir, y, ¡vaya si acertó en esa ocasión<br />

la señora!<br />

Al salir de la ciudad y hasta mi llegada a Bosnia, observo<br />

cuantos lugares con encanto acogen en sus rincones.<br />

La imagen cambia por completo. Ahora bordeo pantanos,<br />

presas, y ríos por la parte baja de los valles, un<br />

hecho que me hace recordar a ciertas zonas de Suiza.<br />

Entre el caos, el conductor que está a mi derecha baja<br />

la ventanilla de su vehículo, y me pregunta; – «¿de<br />

dónde es?»- y le respondo – «España».<br />

Para mi sorpresa el señor me comenta que ha vivido<br />

muchos años en A Coruña y que ha vuelto a su tierra<br />

después de un prolongado periodo de tiempo en su<br />

estancia en España.<br />

Mientras esperamos la señal del semáforo mantenemos<br />

una charla distendida, y donde, además, me invita<br />

a tomar un café. Declino su propuesta, ya que, si no,<br />

no conseguiré llegar de día a Sofía (Bulgaria).<br />

Una vez más, la entrada a Serbia la hago rápidamente,<br />

a pesar de que me parece mísero las dos casetas de<br />

obra con una mujer policía en su interior controlando<br />

el acceso.<br />

Al observar el agente mi pasaporte «Unión Europea»<br />

no me interpuso ninguna objeción; tan sólo por cotillear<br />

me formularon un par de preguntas.

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