Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Nos fuimos a la Rider como una caravana que va a<br />
atravesar las legendarias tierras del oeste americano<br />
a mediados del siglo XIX, en fila desde Sabadell<br />
hasta Manresa por la Nacional, y sobre la marcha<br />
voy comprobando el punto de gas que menos consume,<br />
mientras me preguntaba si todo esto iba a<br />
salir bien y si llegaríamos, porque no tenía la más<br />
remota idea.<br />
Pero la DS se comportó, el ordenador va aumentando<br />
la autonomía conforme iba conduciendo<br />
en modo ECO…; y eso me daba ánimos ya que al<br />
día siguiente iríamos dos y eso penalizaría…<br />
Llegamos a Manresa; allí estaban esperándonos<br />
los dos cargadores rápidos para poder hacer las<br />
cargas. En un momento nos explicaron cómo utilizarlos,<br />
y los colocamos en la SuperTénéré del mochilero<br />
que nos lo llevará.<br />
Vimos con la mayor alegría que el Pabellón de<br />
Manresa era una fiesta; el ambiente que genera la<br />
Rider contagiaba a toda la ciudad; y este año eran<br />
más de dos mil quinientas motos las que se habían<br />
inscrito para participar; y sólo una, la nuestra, eléctrica…<br />
Hablamos con Pep Requena, el alma mater de la<br />
Rider, y tuvo la gentileza de colocarnos en la salida,<br />
para que en esta ocasión salir con los de la 1.000, y<br />
así tener un poco más de tiempo para las recargas.<br />
Un gesto muy de agradecer.<br />
Ya teníamos todo a punto; los chicos de Zero no<br />
sabían que, al final, íbamos dos y dejamos la “Pilas”<br />
(con ese nombre habíamos bautizado a la Zero DS<br />
naranja con la que haríamos la Rider) cargando,<br />
dentro del pabellón, para la mañana siguiente salir<br />
con la batería al 100%.<br />
Eran las 06:00h, y ya estábamos en la capital del<br />
Bages, y vimos salir a los primeros participantes de<br />
la Rider, mientras nosotros nos dirigíamos al pabellón<br />
para darle los buenos días a la “Pilas”; en<br />
aquel momento era un manojo de nervios, por mi<br />
mente no paraba de pensar en la importancia de<br />
una conducción eficiente, sin prisas, anticipándome<br />
al tráfico y usar los frenos lo menos posible; en definitiva,<br />
dejar que la moto corra y utilizar el freno<br />
motor…<br />
La “Pilas” estaba al 100%; instalamos el Tomton y<br />
el Spot en funcionamiento; nos pusimos la chaqueta,<br />
el casco y entramos en la línea de salida de la<br />
Rider.<br />
Eran ya las 06:35h, recuerdo que éramos las dos<br />
únicas motos con tirantes naranjas (de la 500, los<br />
de la 1.000 son de esa calidad tonalidad); todos nos<br />
miraban con admiración y extrañeza, al tratarse de<br />
la primera moto eléctrica que iba a hacer la Rider500…,<br />
y salimos!!!<br />
Teníamos casi 80 km por delante, la meta estaba<br />
en Cambrils-Oden.<br />
Empezamos y ahora ya no valía hacer pruebas, así<br />
que despacio y buena letra; buscando la posición<br />
del gas más óptima para que la moto avanzara con<br />
el menor consumo de voltios posible.<br />
La carretera no ayudó, porque nos encontramos<br />
con vías rápidas y teníamos la premisa de no pasar<br />
de 80 km/h, puesto que a mayor velocidad, el consumo<br />
se disparaba, y esta prueba de resistencia<br />
era un verdadero maratón y teníamos que preservar<br />
los voltios. Llegamos a la montaña, en el Pirineo<br />
del Solsonès, y la batería parece que le costaba<br />
gastarse más; la conducción en curvas ayudó<br />
mucho y aprovechamos al máximo el freno motor.<br />
Llegamos a Cambrils-Oden, un pueblo que, por<br />
tradición, ha vivido siempre de su excelente sal de<br />
montaña, y también refugio de contrabandistas,<br />
en épocas pasadas. En aquel momento estaban<br />
abriendo el punto de control; sorprendidos nos dijeron<br />
que cómo es que habíamos llegado tan rápido.<br />
Les informamos que éramos de la 500 y los de la<br />
moto eléctrica que habíamos salido antes.<br />
Allí, en aquel encantador escenario natural, paramos<br />
un cuarto de hora, y aprovechamos para cargar<br />
un poco la batería, mientras nos tomamos un cafecito,<br />
porque el cuerpo nos lo pedía. Primera etapa<br />
realizada con éxito, y ante nuestra grata sorpresa,<br />
habíamos llegado con más batería de lo que teníamos<br />
previsto. ¡Esto funciona!<br />
El siguiente destino era Basella (30 km), para dirigirnos<br />
al Museo de la Moto. La carretera era toda<br />
de curvas, y en descenso; lo cual para nuestras baterías<br />
suponía un alivio y satisfacción. Conducimos<br />
con ritmo; era una delicia tomar las curvas, abrir gas<br />
y tener al instante potencia; no hacía falta cambiar<br />
de marcha, porque siempre tenía fuerza el motor.<br />
Llegamos al Museo de la Moto dentro de tiempo,<br />
y nos pusimos de inmediato a cargar a “Pilas” con<br />
los cargadores rápidos, sacamos los alargos y, al<br />
poco, saltó la luz de la gasolinera (el diferencial del<br />
enchufe) volvemos a repasar todo y conectamos.<br />
A los pocos minutos volvió a saltar el diferencial…<br />
¡mierda! Houston tenemos un problema. A ver si los<br />
cargadores rápidos hicieron saltar la luz; sin ellos no<br />
poder hacer la Rider. Cambiamos el alargo y ¡voilá!<br />
–como dicen los franceses- todo solucionado. El anterior<br />
alargo era de los chinos, y no os vamos a dar<br />
nuestra opinión…<br />
Tras tomar un buen almuerzo y visitar el Museo de<br />
la Moto, salimos de allí con las pilas cargadas hacia<br />
Tartareu.<br />
En el siguiente punto no disponíamos de lugar de<br />
carga, ya que los del Ayuntamiento de Les Avellanes<br />
no dijeron que no tenían enchufe, así que mimando<br />
el acelerador fuimos ajustando la conducción…<br />
Llegamos a Tartareu; el punto de control se hallaba<br />
en la calle, con una carga que tenía una mesa y<br />
un ordenador y debajo un alargo. Les preguntamos<br />
si nos dejaban poner a cargar la moto, y nos dijeron<br />
que ¡claro que sí! Por lo tanto, nada más bajar,<br />
saqué el cable y conecté la moto mientras Javi,<br />
nuestro mochilero, sacaba los cargadores rápidos y<br />
los colocamos con el alargo bueno en otro enchufe.<br />
La carga se desarrolló sin problemas, para no contar<br />
con enchufes, todo fue de maravilla; mientras tanto<br />
nos tomamos un refresco; tan sólo necesitábamos<br />
tener un 43 % de batería para llegar a Gimenells.<br />
Nos pusimos de inmediato camino a Gimenells,<br />
donde paramos un par de horas para comer y para<br />
llenar la batería de la “Pilas” al 100 %. Nos pusimos<br />
a rueda de unos chicos que nos metieron por<br />
caminos a través de campos y bosques, sólo conocidos<br />
por las gentes del lugar; fue todo un acierto,<br />
ya que íbamos haciendo curvas en carrera de suave<br />
descenso. Las baterías estaban bien contentas, y<br />
nosotros también. Hasta que llegamos a la plana<br />
de Lérida, donde las carreteras se hacen interminables;<br />
eran todo rectas y donde no se podía recargar<br />
nada. Cuando llegamos a una rotonda nos pusimos<br />
contentos porque nos fue posible regenerar algo…<br />
Pero la plana de Lérida es muy larga…<br />
Llegamos a Gimenells, en la comarca del Segrià;<br />
un seto delicadamente recortado con el nombre del<br />
pueblo nos daba la bienvenida. Casi todos sus habitantes<br />
–poco más de un millar- estaban esperándonos<br />
en la plaza. No tardamos en ver el lugar del<br />
enchufe. Hicimos el ritual de las conexiones, y nos<br />
dispusimos a sellar en el punto de control, y luego a