08.07.2017 Views

The Ruta Magazine Edicion N16 Julio 2017

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Nos fuimos a la Rider como una caravana que va a<br />

atravesar las legendarias tierras del oeste americano<br />

a mediados del siglo XIX, en fila desde Sabadell<br />

hasta Manresa por la Nacional, y sobre la marcha<br />

voy comprobando el punto de gas que menos consume,<br />

mientras me preguntaba si todo esto iba a<br />

salir bien y si llegaríamos, porque no tenía la más<br />

remota idea.<br />

Pero la DS se comportó, el ordenador va aumentando<br />

la autonomía conforme iba conduciendo<br />

en modo ECO…; y eso me daba ánimos ya que al<br />

día siguiente iríamos dos y eso penalizaría…<br />

Llegamos a Manresa; allí estaban esperándonos<br />

los dos cargadores rápidos para poder hacer las<br />

cargas. En un momento nos explicaron cómo utilizarlos,<br />

y los colocamos en la SuperTénéré del mochilero<br />

que nos lo llevará.<br />

Vimos con la mayor alegría que el Pabellón de<br />

Manresa era una fiesta; el ambiente que genera la<br />

Rider contagiaba a toda la ciudad; y este año eran<br />

más de dos mil quinientas motos las que se habían<br />

inscrito para participar; y sólo una, la nuestra, eléctrica…<br />

Hablamos con Pep Requena, el alma mater de la<br />

Rider, y tuvo la gentileza de colocarnos en la salida,<br />

para que en esta ocasión salir con los de la 1.000, y<br />

así tener un poco más de tiempo para las recargas.<br />

Un gesto muy de agradecer.<br />

Ya teníamos todo a punto; los chicos de Zero no<br />

sabían que, al final, íbamos dos y dejamos la “Pilas”<br />

(con ese nombre habíamos bautizado a la Zero DS<br />

naranja con la que haríamos la Rider) cargando,<br />

dentro del pabellón, para la mañana siguiente salir<br />

con la batería al 100%.<br />

Eran las 06:00h, y ya estábamos en la capital del<br />

Bages, y vimos salir a los primeros participantes de<br />

la Rider, mientras nosotros nos dirigíamos al pabellón<br />

para darle los buenos días a la “Pilas”; en<br />

aquel momento era un manojo de nervios, por mi<br />

mente no paraba de pensar en la importancia de<br />

una conducción eficiente, sin prisas, anticipándome<br />

al tráfico y usar los frenos lo menos posible; en definitiva,<br />

dejar que la moto corra y utilizar el freno<br />

motor…<br />

La “Pilas” estaba al 100%; instalamos el Tomton y<br />

el Spot en funcionamiento; nos pusimos la chaqueta,<br />

el casco y entramos en la línea de salida de la<br />

Rider.<br />

Eran ya las 06:35h, recuerdo que éramos las dos<br />

únicas motos con tirantes naranjas (de la 500, los<br />

de la 1.000 son de esa calidad tonalidad); todos nos<br />

miraban con admiración y extrañeza, al tratarse de<br />

la primera moto eléctrica que iba a hacer la Rider500…,<br />

y salimos!!!<br />

Teníamos casi 80 km por delante, la meta estaba<br />

en Cambrils-Oden.<br />

Empezamos y ahora ya no valía hacer pruebas, así<br />

que despacio y buena letra; buscando la posición<br />

del gas más óptima para que la moto avanzara con<br />

el menor consumo de voltios posible.<br />

La carretera no ayudó, porque nos encontramos<br />

con vías rápidas y teníamos la premisa de no pasar<br />

de 80 km/h, puesto que a mayor velocidad, el consumo<br />

se disparaba, y esta prueba de resistencia<br />

era un verdadero maratón y teníamos que preservar<br />

los voltios. Llegamos a la montaña, en el Pirineo<br />

del Solsonès, y la batería parece que le costaba<br />

gastarse más; la conducción en curvas ayudó<br />

mucho y aprovechamos al máximo el freno motor.<br />

Llegamos a Cambrils-Oden, un pueblo que, por<br />

tradición, ha vivido siempre de su excelente sal de<br />

montaña, y también refugio de contrabandistas,<br />

en épocas pasadas. En aquel momento estaban<br />

abriendo el punto de control; sorprendidos nos dijeron<br />

que cómo es que habíamos llegado tan rápido.<br />

Les informamos que éramos de la 500 y los de la<br />

moto eléctrica que habíamos salido antes.<br />

Allí, en aquel encantador escenario natural, paramos<br />

un cuarto de hora, y aprovechamos para cargar<br />

un poco la batería, mientras nos tomamos un cafecito,<br />

porque el cuerpo nos lo pedía. Primera etapa<br />

realizada con éxito, y ante nuestra grata sorpresa,<br />

habíamos llegado con más batería de lo que teníamos<br />

previsto. ¡Esto funciona!<br />

El siguiente destino era Basella (30 km), para dirigirnos<br />

al Museo de la Moto. La carretera era toda<br />

de curvas, y en descenso; lo cual para nuestras baterías<br />

suponía un alivio y satisfacción. Conducimos<br />

con ritmo; era una delicia tomar las curvas, abrir gas<br />

y tener al instante potencia; no hacía falta cambiar<br />

de marcha, porque siempre tenía fuerza el motor.<br />

Llegamos al Museo de la Moto dentro de tiempo,<br />

y nos pusimos de inmediato a cargar a “Pilas” con<br />

los cargadores rápidos, sacamos los alargos y, al<br />

poco, saltó la luz de la gasolinera (el diferencial del<br />

enchufe) volvemos a repasar todo y conectamos.<br />

A los pocos minutos volvió a saltar el diferencial…<br />

¡mierda! Houston tenemos un problema. A ver si los<br />

cargadores rápidos hicieron saltar la luz; sin ellos no<br />

poder hacer la Rider. Cambiamos el alargo y ¡voilá!<br />

–como dicen los franceses- todo solucionado. El anterior<br />

alargo era de los chinos, y no os vamos a dar<br />

nuestra opinión…<br />

Tras tomar un buen almuerzo y visitar el Museo de<br />

la Moto, salimos de allí con las pilas cargadas hacia<br />

Tartareu.<br />

En el siguiente punto no disponíamos de lugar de<br />

carga, ya que los del Ayuntamiento de Les Avellanes<br />

no dijeron que no tenían enchufe, así que mimando<br />

el acelerador fuimos ajustando la conducción…<br />

Llegamos a Tartareu; el punto de control se hallaba<br />

en la calle, con una carga que tenía una mesa y<br />

un ordenador y debajo un alargo. Les preguntamos<br />

si nos dejaban poner a cargar la moto, y nos dijeron<br />

que ¡claro que sí! Por lo tanto, nada más bajar,<br />

saqué el cable y conecté la moto mientras Javi,<br />

nuestro mochilero, sacaba los cargadores rápidos y<br />

los colocamos con el alargo bueno en otro enchufe.<br />

La carga se desarrolló sin problemas, para no contar<br />

con enchufes, todo fue de maravilla; mientras tanto<br />

nos tomamos un refresco; tan sólo necesitábamos<br />

tener un 43 % de batería para llegar a Gimenells.<br />

Nos pusimos de inmediato camino a Gimenells,<br />

donde paramos un par de horas para comer y para<br />

llenar la batería de la “Pilas” al 100 %. Nos pusimos<br />

a rueda de unos chicos que nos metieron por<br />

caminos a través de campos y bosques, sólo conocidos<br />

por las gentes del lugar; fue todo un acierto,<br />

ya que íbamos haciendo curvas en carrera de suave<br />

descenso. Las baterías estaban bien contentas, y<br />

nosotros también. Hasta que llegamos a la plana<br />

de Lérida, donde las carreteras se hacen interminables;<br />

eran todo rectas y donde no se podía recargar<br />

nada. Cuando llegamos a una rotonda nos pusimos<br />

contentos porque nos fue posible regenerar algo…<br />

Pero la plana de Lérida es muy larga…<br />

Llegamos a Gimenells, en la comarca del Segrià;<br />

un seto delicadamente recortado con el nombre del<br />

pueblo nos daba la bienvenida. Casi todos sus habitantes<br />

–poco más de un millar- estaban esperándonos<br />

en la plaza. No tardamos en ver el lugar del<br />

enchufe. Hicimos el ritual de las conexiones, y nos<br />

dispusimos a sellar en el punto de control, y luego a

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