La sirena varada: Año 1, Anual
El especial del primer año de La sirena varada: Revista literaria
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siempre me enseñaron a promulgar<br />
en la casa, además del sentimiento de<br />
justicia que me invade en estos casos;<br />
era lo menos que podía hacer, puesto<br />
que estoy un poco viejo y enfrentarme<br />
a esos hombres jóvenes habría resultado<br />
mal para mí, lo reconozco sin pena.<br />
Terminamos de cenar, nos lavamos<br />
los dientes y nos acostamos a dormir,<br />
abrazados como no lo hacíamos en<br />
mucho tiempo, su calor en mi cuerpo<br />
es el somnífero que tanto necesito.<br />
Me levanto a las cinco de la mañana<br />
porque tengo que hacer varias diligencias.<br />
Increíblemente dormí muy bien,<br />
bastante a pesar de las escasas horas<br />
descansadas. Dora se levantó también<br />
de buen humor, hizo unos huevos con<br />
salchicha deliciosos, con unas arepas<br />
de queso y chocolate caliente. Paso el<br />
día haciendo pagos de servicios públicos,<br />
mandando a arreglar el radio de la<br />
casa, haciendo unos recados para Dora,<br />
entre otras cosas. Se me va el día hasta<br />
que es tiempo de entrar a trabajar en<br />
mi turno desde las dos de la tarde hasta<br />
las diez de la noche, como ayer. Me<br />
despido de Dora con un beso tierno y<br />
un abrazo enorme; mi hermosa esposa,<br />
veinticinco años de casados y todavía<br />
me deslumbra.<br />
El trabajo transcurre sin novedades<br />
más que la de la gente preguntándome<br />
por la historia del robo, en un instante<br />
me convierto en el centro de atracción<br />
hasta que los muchachos terminan su<br />
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