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El Tio Petros y la Conjetura de Goldbach - Apostolos Doxiadis

El tío Petros y la conjetura de Goldbach es una reflexión sobre la admiración, el orgullo y la iluminación casi religiosa del descubrimiento. La narración es ágil y perfecta, tomándose gran cuidado en construir los personajes y destacar sus motivaciones. En ocasiones, se lee como una novela de aventuras que tiene como eje central la matemática. Pero son los conflictos personales los que soportan, con soberbia resistencia, el peso de la trama. Los elementos matemáticos del argumento se explican con total claridad y son fáciles de entender hasta por el más negado para esa ciencia, o lenguaje (de hecho, da la impresión de que Apóstolos Doxiadis podría ser un espléndido divulgador).

El tío Petros y la conjetura de Goldbach es una reflexión sobre la admiración, el
orgullo y la iluminación casi religiosa del descubrimiento. La narración es ágil y
perfecta, tomándose gran cuidado en construir los personajes y destacar sus
motivaciones. En ocasiones, se lee como una novela de aventuras que tiene como
eje central la matemática. Pero son los conflictos personales los que soportan, con
soberbia resistencia, el peso de la trama.
Los elementos matemáticos del argumento se explican con total claridad y son
fáciles de entender hasta por el más negado para esa ciencia, o lenguaje (de hecho,
da la impresión de que Apóstolos Doxiadis podría ser un espléndido divulgador).

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<strong>El</strong> Tío <strong>Petros</strong> y <strong>la</strong> <strong>Conjetura</strong> <strong>de</strong> <strong>Goldbach</strong><br />

Apóstolos <strong>Doxiadis</strong><br />

operaciones entre rectángulos y me dio unos ejemplos. Finalmente enunció y<br />

<strong>de</strong>mostró algunos teoremas elementales.<br />

Al cabo <strong>de</strong> un rato comencé a notar un cambio en su actitud. Durante <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses<br />

anteriores había sido el maestro perfecto, variando el ritmo <strong>de</strong> <strong>la</strong> exposición en<br />

proporción inversa a su dificultad, asegurándose siempre <strong>de</strong> que entendía un punto<br />

antes <strong>de</strong> pasar al siguiente. Sin embargo, a medida que se a<strong>de</strong>ntraba en el método<br />

geométrico sus respuestas se hicieron rápidas, fragmentarias e incompletas hasta el<br />

punto <strong>de</strong> ser crípticas. De hecho, a partir <strong>de</strong> cierto momento empezó a hacer caso<br />

omiso <strong>de</strong> mis preguntas, y advertí que <strong>la</strong>s supuestas explicaciones no eran más que<br />

fragmentos <strong>de</strong> su continuo monólogo interior.<br />

Al principio pensé que su anóma<strong>la</strong> <strong>de</strong>scripción se <strong>de</strong>bía a que no recordaba los<br />

<strong>de</strong>talles <strong>de</strong>l método geométrico con tanta c<strong>la</strong>ridad como el analítico, más<br />

convencional, y estaba haciendo esfuerzos <strong>de</strong>sesperados por reconstruirlo.<br />

Me senté y lo observé: se paseaba por el salón modificando los rectángulos,<br />

murmuraba para sí, iba a buscar lápiz y papel a <strong>la</strong> repisa <strong>de</strong> <strong>la</strong> chimenea, tomaba<br />

notas, consultaba algo en un libro <strong>de</strong>strozado, murmuraba un poco más, regresaba<br />

a <strong>la</strong>s judías, miraba a un <strong>la</strong>do y a otro, se <strong>de</strong>tenía, pensaba, volvía a modificar los<br />

rectángulos y apuntaba nuevos datos en el papel... Poco a poco, los comentarios<br />

sobre una prometedora línea <strong>de</strong> pensamiento, una premisa sumamente elegante,<br />

un teorema profundo (obviamente, todos <strong>de</strong> su propia cosecha) hicieron que su cara<br />

se iluminara con una sonrisa <strong>de</strong> suficiencia y que sus ojos bril<strong>la</strong>ran con picardía<br />

infantil. De repente caí en <strong>la</strong> cuenta <strong>de</strong> que el aparente caos no era otra cosa que<br />

un <strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> frenética actividad mental. ¡No sólo recordaba a <strong>la</strong> perfección el<br />

célebre método <strong>de</strong> <strong>la</strong>s judías, sino que su recuerdo lo hacía henchirse <strong>de</strong> orgullo!<br />

De repente contemplé una posibilidad que nunca se me había ocurrido y que<br />

instantes <strong>de</strong>spués se transformó en convicción.<br />

Cuando Sammy Epstein y yo habíamos hab<strong>la</strong>do <strong>de</strong>l motivo por el que mi tío había<br />

abandonado <strong>la</strong>s investigaciones, los dos habíamos dado por sentado que se trataba<br />

<strong>de</strong> una especie <strong>de</strong> agotamiento, un caso extremo <strong>de</strong> fatiga <strong>de</strong> combate científica<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> años <strong>de</strong> ataques infructuosos. <strong>El</strong> pobre hombre había batal<strong>la</strong>do y<br />

batal<strong>la</strong>do, y tras repetidos fracasos había quedado <strong>de</strong>masiado cansado y<br />

<strong>de</strong>cepcionado para continuar. Entonces Kurt Gö<strong>de</strong>l le había proporcionado una<br />

Co<strong>la</strong>boración <strong>de</strong> José Luis Tabara Carbajo 116 Preparado por Patricio Barros<br />

Antonio Bravo

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