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El Tio Petros y la Conjetura de Goldbach - Apostolos Doxiadis

El tío Petros y la conjetura de Goldbach es una reflexión sobre la admiración, el orgullo y la iluminación casi religiosa del descubrimiento. La narración es ágil y perfecta, tomándose gran cuidado en construir los personajes y destacar sus motivaciones. En ocasiones, se lee como una novela de aventuras que tiene como eje central la matemática. Pero son los conflictos personales los que soportan, con soberbia resistencia, el peso de la trama. Los elementos matemáticos del argumento se explican con total claridad y son fáciles de entender hasta por el más negado para esa ciencia, o lenguaje (de hecho, da la impresión de que Apóstolos Doxiadis podría ser un espléndido divulgador).

El tío Petros y la conjetura de Goldbach es una reflexión sobre la admiración, el
orgullo y la iluminación casi religiosa del descubrimiento. La narración es ágil y
perfecta, tomándose gran cuidado en construir los personajes y destacar sus
motivaciones. En ocasiones, se lee como una novela de aventuras que tiene como
eje central la matemática. Pero son los conflictos personales los que soportan, con
soberbia resistencia, el peso de la trama.
Los elementos matemáticos del argumento se explican con total claridad y son
fáciles de entender hasta por el más negado para esa ciencia, o lenguaje (de hecho,
da la impresión de que Apóstolos Doxiadis podría ser un espléndido divulgador).

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<strong>El</strong> Tío <strong>Petros</strong> y <strong>la</strong> <strong>Conjetura</strong> <strong>de</strong> <strong>Goldbach</strong><br />

Apóstolos <strong>Doxiadis</strong><br />

Tras enviar el manuscrito, <strong>Petros</strong> <strong>de</strong>cidió que merecía unas pequeñas vacaciones<br />

antes <strong>de</strong> volver a entregarse por entero a <strong>la</strong> conjetura, <strong>de</strong> modo que <strong>de</strong>dicó los días<br />

siguientes <strong>de</strong> forma exclusiva al ajedrez.<br />

Se apuntó al mejor club <strong>de</strong> ajedrez <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrió con alegría que<br />

era capaz <strong>de</strong> vencer a casi todos los jugadores y poner en aprietos a los pocos y<br />

selectos campeones a los que no podía superar con facilidad. Descubrió una<br />

pequeña librería especializada, propiedad <strong>de</strong> un entusiasta <strong>de</strong> los trebejos, don<strong>de</strong><br />

compró gruesos volúmenes <strong>de</strong> teoría <strong>de</strong> aperturas y <strong>de</strong>scripciones <strong>de</strong> partidas.<br />

Ubicó el tablero que había comprado en Innsbruck en una mesa pequeña <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> chimenea, junto a un cómodo y mullido sillón tapizado en terciopelo ver<strong>de</strong>. Allí se<br />

reunía cada noche con sus nuevas amigas b<strong>la</strong>ncas y negras.<br />

Esta situación se prolongó durante casi dos semanas.<br />

—Dos semanas muy felices —me dijo. La absoluta certeza <strong>de</strong> que Hardy y<br />

Littlewood reaccionarían con entusiasmo ante su monografía aumentaba <strong>la</strong> dicha<br />

que lo embargaba.<br />

Sin embargo, <strong>la</strong> respuesta, cuando por fin llegó, fue cualquier cosa menos<br />

entusiasta y puso un súbito punto final a <strong>la</strong> felicidad <strong>de</strong> <strong>Petros</strong>. La reacción no era <strong>la</strong><br />

que había previsto. En una nota bastante breve Hardy le informaba <strong>de</strong> que su<br />

primer resultado importante (el que él había bautizado en privado como teorema <strong>de</strong><br />

particiones <strong>de</strong> Papachristos) había sido <strong>de</strong>scubierto dos años antes por un joven<br />

matemático austriaco. Hardy expresaba asombro ante el hecho <strong>de</strong> que <strong>Petros</strong> no lo<br />

supiera, ya que su publicación había causado sensación en el círculo <strong>de</strong> los teóricos<br />

<strong>de</strong> números y había proporcionado fama a su joven autor. ¿Acaso no seguía los<br />

avances en ese campo? En cuanto al segundo teorema, Ramanujan, en una <strong>de</strong> sus<br />

últimas y bril<strong>la</strong>ntes corazonadas, había propuesto una versión general sin<br />

<strong>de</strong>mostración en una carta a Hardy <strong>de</strong>s<strong>de</strong> India pocos días antes <strong>de</strong> su muerte en<br />

1920. En los años siguientes Hardy y Littlewood habían conseguido llenar <strong>la</strong>s<br />

<strong>la</strong>gunas y habían publicado su prueba en el número más reciente <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Actas <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Royal Society, <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cuales adjuntaba un ejemp<strong>la</strong>r.<br />

Hardy terminaba su carta con una nota personal, expresando su pesar a <strong>Petros</strong> por<br />

el giro que habían tomado los acontecimientos. También le sugería, con <strong>la</strong><br />

discreción propia <strong>de</strong> su estirpe y c<strong>la</strong>se, que quizás en el futuro le convendría<br />

Co<strong>la</strong>boración <strong>de</strong> José Luis Tabara Carbajo 70 Preparado por Patricio Barros<br />

Antonio Bravo

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